Capítulo - 7

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6 años atrás.

Thiago.

-¡Ya estoy lista!-grita Rafaella, apareciendo en mi campo de visión.

El vestido corto de color negro se le amolda a la figura, ajustándose a sus caderas anchas, el cabello lacio y suelto le da el toque sensual. Las sandalias son unas Saint Laurent completamente negras con tiras adornadas de brillos y con el clásico taco de letras YSL, también lleva una cartera de la misma marca y del mismo tono.

Ella y Lauren son muy diferentes, mientras Rafaella tiene una pasión extraña por el color negro. Lauren lo tienen por los colores claros. Un ejemplo preciso es que tienen la misma cartera YSL, una la tiene en negra y la otra en blanca.

-Bonitos tacones.-señalo las sandalias altas de la que es muy fanática.

Aun no sé cómo carajos puede caminar con eso, pero se ve malditamente hermosa.

Se mira los pies.

-Ya lo sé. Son nuevos.-sonríe inocente.

-Controla eso. Ya tienes como cincuenta.

-Y aun no son suficientes.-levanta la mano, desdeñosa.

Camina en dirección a la salida y la alcanzo rodeándole los hombros.

-¿Qué te pedirás?-le pregunto.

-Unos spaghettis con algún corte de carne. ¿Tu?

-Lo mismo pero con queso derretido.

-Si esta rico, me compartes ¿Ok?

-Siempre.-le beso la mejilla y ella sonríe como niña chiquita.

-¿Te confirmo Francesco?-pregunta por su otro mejor amigo, que está a un nivel inferior al mío.

-Ira directo al restaurant.-asiente y levanta la puerta del Lamborghini modelo Huracán Sterrato.

Apenas enciendo el auto, conecta su teléfono al reproductor.

-¿Don Omar o Wisin y Yandel?-me consulta.

-Don Omar. Siempre el.

A ella le encanta la música latina, de todos los géneros, pero el reguetón en nuestro favorito. Me compartió el buen gusto.

Miro la pantalla de vehículo y se lee: Danza Kuduro.

La cantamos a todo pulmón hasta que llegamos a restaurant.

Estaciono el auto en el lugar asignado en mi reservación.

Nos bajamos del auto y le indico a Sebastián que acordone el lugar para que nadie se acerque.

Dentro ya está Francesco esperándonos. Se pone en pie para saludar a Rafaella y chulearla de paso y luego me saluda, ajustándome la camisa del cuello solo para joder.

Se acerca el mozo con una botella de whisky y con otra de vino blanco. No hace falta decir que somos consumidores frecuentes.

Solemos venir una vez por semana.

-¿Desea que les sirva, señor?-me pregunta.

-No, déjalo. Yo lo hago.

Todos aquí saben quiénes son los Costa y los Black.

Jamás hemos mantenido nuestras identidades en el anonimato, pero si la identidad de Rafaella, a ella nunca la hemos expuesto, solo pocos tienen el recuerdo de lo que era una niña pequeña y que ahora se ha convertido en toda una mujer.

Sirvo el vino en la copa de Rafaella y los otros vasos los relleno de whisky.

Ella le indica al mozo lo que pedirá para cenar, yo pido algo igual pero con queso derretido sobre los spaghettis y Francesco pide algo parecido pero con salmón.

PRESAGIO DEL DESTINO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora