Capítulo 16

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Lauren.

No sé ni cómo he llegado a mi casa, sin derrumbarme de camino, solo sé que acabo de cruzar la puerta y aún no he terminado de procesar lo que ví.

No he sigo ajena a su cambio, está mucho más grande, los años que han pasado se reflejan en la madurez de sus rasgos, su cuerpo está mucho más trabajado, es tan imponente que parece una divinidad, pero su belleza sigue siendo la misma, sus ojos han perdido el brillo del que gozaban, siguen siendo verdes pero ahora están oscuros.

Muy adentro esconde al chico que conocí. El hombre del cual me enamore.

Estando en compañía de Rafaella me mostré un poco fuerte, pero ahora cuando he regresado a mi soledad no puedo mantener esa coraza. Mis brazos tiemblan, mis dientes tiritan y mis extremidades inferiores se encogen.

Otra vez no, por favor.

Caigo al piso de rodillas y me arrastró hasta la pared más cercana, aferrándome a mis piernas con todas las fuerzas posibles mientras lloro desconsoladamente en silencio.

Es tan doloroso que no puedo gritar, es como si me estuviera ahogando.

Mi pecho se contorsiona por los sollozos no emitidos.

El dolor me está tragando viva y no puedo detenerlo.

No lo intento.

No puedo.

Viene a por mí con todo lo que tiene y solo dejó de luchar, queriendo que todo se termine de una maldita vez.

Las lágrimas no cesan, no se aplacan y mucho menos se agotan, caen como cascada sin fin.

«Tiene un hijo». Él tuvo un hijo.

El lado oscuro no se compadece de toda la mierda que me ha hecho pagar.

La pérdida no me olvida. Yo tampoco puedo olvidarla a ella y la sensación de sentirme tan vacía me consume por dentro, me tiene atada con desespero, tan fuerte, que por mucho que intenté liberarme no puedo.

«Siguió adelante mientras yo me quede enjaulada en el pasado». Encerrada y ensimismada en esas cuatro paredes.

-¡Noooooooooooooo!-grito hasta desgarrarme la garganta.-¡Nooooooooooooo!

Tiro de mi cabello con rabia y golpeó mi cabeza hacia atrás cuando los recuerdos tormentosos me llegan como un balde de agua fría, con hielos quemando y cortando mi piel.

Me llevo las manos al pecho buscando desesperadamente el latido de mi corazón. No quiero morir. No quiero perder la cordura. No puedo perderme otra vez...

Me niego irrevocablemente a regresar a ese momento tan desastroso que me desgració la vida.

A ese estado mental tan devastador.

Las arcadas me toman sin reparos por lo que me pongo en pie y corro como puedo al baño. Me aferro al lavado y cierro los ojos hasta que terminó de vaciar mi estómago por completo.

Levantó la vista y mis lágrimas vuelven a caer mientras miro la pared color beige. No hay espejo. Los espejos están prohibidos para mí.

Llevo 5 años sin mirar mi reflejo. Desde la última vez que lo hice, nunca más volví a hacerlo.

Me aterra verme y saber que nunca volveré a ser la niña que brillaba con luz propia, la adolescente feliz que tenía a sus amigos, la que se enamoró perdidamente y la que prefirió renunciar a todo para no renunciar a él.

No sirvió de nada porque estoy muerta en vida.

Estoy cortada en mis pedazos sin forma. No logro encajarme, a pesar que lo he intentado innumerables veces, no puedo. No me encuentro forma. No soy yo. No queda nada de mi.

Me paraliza el hecho de comprobar que mis ojos carecen de luz.

Pero lo que más me aterra es el hecho de encontrar a una persona en mis facciones.

Me desahucia saber que mi alma no regresará, porque todo se quedó en aquel maldito lugar. Uno del cual aún no logró salir.

Sigo atrapada ahí, no físicamente, pero de qué me sirve ser libre si mi mente no logró escapar.

Rafaella dijo que tenía que volver a metérmele por los ojos a mi chico de ojos verdes pero no sé cómo hacerlo, carezco de tacto para volver a acercarme a él. Suele ser un hombre muy difícil cuando se cierra por completo. Lo comprobé el día que lo conocí y después me llevó mucho tiempo derrumbar sus paredes. Ahora que me considera un enemigo, no me dejará volver a mirar dentro de él nunca más.

Cierro los ojos con pesar y con un agujero indiscutible en el pecho.

Su hijo es hermoso.

Cuando lo vi mi corazón latió desbocado. Un instinto me envolvió por completo, algo extraño, algo especial.

Deseo verlo.

Conocerlo.

Quererlo.

Todo sería diferente si Thiago me permitiera acercarme y me diera la apertura necesaria para contarle cómo pasaron las cosas realmente.

Si tan solo me dejará explicarle...

No lo he intentado, pero sé que no me dejará, él ciertamente es un monstruo que apenas te acerques sin ser llamado te destrozara.

No me perdonará, jamás aceptará mi error. Nunca volverá a mirarme como lo hizo en el pasado. Yo me equivoqué y él preferirá morir antes de entenderlo.

Aun conociéndolo como lo hago, no podría dejarlo de querer...

Llevo cinco años durmiendo con la sensación de que está abrazándome por la espalda, incluso puedo sentir mi piel pegada a su pecho y con sus brazos descansando sobre mi costado. Cada día me levanto con la fantasía de que durmió conmigo, pero la realidad es que no. Su olor me abandonó hace mucho tiempo.

He vivido extrañando su recuerdo.

Respiro profundo cuando regresa el pensamiento que cruzó por mi mente cuando ví al bebé.

Él es el niño que yo nunca pude tener.

El hijo que nunca pudimos conocer.

¿Así hubiese sido nuestro pequeño?

Aquel que me arrebataron...







Hola, Tormentas!!

He aquí lo esperado.

El jueves nos leemos con un extra del pasado. A partir de ahi tiraremos de la cuerda en adelante.

Besos🖤

-Elyn.

PRESAGIO DEL DESTINO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora