Capítulo - 2

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7 años atrás.

Lauren.

Al terminar las clases nos dirigimos directo a la casa de Rafaella. Me agrada que esta vez haya decidido venir en una camioneta y no en uno de los Bugatti en donde solo caben dos personas que claramente son ella y su chofer. Yo no quepo, pero en este sí.

Ni siquiera logro abrocharme el cinturón de seguridad cuando el hombre que conduce habla.

-Su padre la espera en casa, señorita.-le informa y los ojos grises de mi amiga brillan en un destello de luz alucinante.

Desde la primera vez que la vi me llamo la atención su belleza y sus ojos que son increíblemente bellos y únicos, como el cielo de Londres. Desde que hablamos supe que sería mi mejor amiga en el mundo entero y que sería indispensable en mi vida.

El hecho de que mencionen a sus padres me pone nerviosa, no los conozco en persona, pero he visto algunas fotos que tiene por la mansión.

-¿Cuándo ha llegado?-pregunta entusiasmada.

-Hace unas horas.

-¿Y porque no ha mandado a que me saquen de clase, Mattia?

-No tengo respuesta para eso, señorita.

Ella bufa y su mirada vuelve a enfocarse al frente.

No creo que sea momento para conocerlos y mucho menos inmiscuirme en una reunión familiar, seria incómodo.

Miro por la ventana trasera del vehículo si es que mi auto con los hombres de seguridad vienen cerca para poder bajarme y que me lleven a casa.

Me siento aliviada cuando compruebo que es así.

-Creo que no debería ir.-suelto.-No quiero incomodar.

Ella regresa a mirarme frunciendo el ceño.

-¿Por qué incomodarías?

-Tu padre está en casa.-le explico lo obvio.-Yo ni siquiera lo conozco.

-¿Y que tiene?-levanta las cejas.-Mis amigos también están en casa, además, es buena oportunidad para que lo conozcas. Siempre está de buen humor cuando viene a verme.

-Es diferente, a tus amigos ya los conozco. A tus padres no.

-Papá es divino, ¿Verdad, Mattia?

-En absoluto, señorita.-dice el hombre con una sonrisa que no le llega a los ojos.

Ella lo examina con la mirada.

-Se un poco más convincente, Mattia. Ella no te ha creído.-le dice Rafaella entre dientes.

Esta vez, al escucharla, el hombre si sonríe de verdad, me mira por el espejo.

-El presidente es un poco complicado, señorita Dreux. A la mínima sospecha le volara la cabeza.

No digo nada más, solo se me encogen las tripas.

Al ver que no tienen intensión de detener el auto, solo quiere decir que me llevaran a su casa y empiezo a mordisquearme las uñas por los nervios.

Cuando conocí a Rafaella me sorprendió mucho el hecho de que viviera sola con sus dos amigos, sin la supervisión de un adulto.

En un inicio llegue a pensar que se debía a que su situación económica no podía ser tan buena, pero pronto supe que no estaba en lo correcto, no vivían en un departamento, vivían en una mansión que todo el tiempo estaba resguardada por hombres de saco y corbata, no se transportaban en taxi, usaban sus propios autos, en su mayoría carros de lujo altamente costosos como Bugattis, Ferraris, Lamborghinis y Mercedes. Así fue como me fui dando cuenta de que todos ellos eran personas adineradas y que sus padres eran los verdaderos billonarios a un nivel superior, muy superior.

PRESAGIO DEL DESTINO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora