Capítulo 15

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Thiago.

La noche ha estado pesada. Insufrible a un nivel alto.

Steffano tiene un carácter jodido y que decir de su temperamento ¡Joder! se sulfura con facilidad.

Ahora que recién se ha calmado, lo he podido dejar en la cuna movible que está en la sala y he podido recostarme en el sillón intentando descansar un poco.

Siento la mirada de la pelinegra sobre mí.

-Deja de mirarme.-hablo con los ojos cerrados.-Ya sé que mi belleza es cautivadora pero no abuses de la vista.-la molesto.

-Imbécil.-dice tirándome una bola de papel.

Recuerdo que no he dormido y pongo cara triste.

-Nunca pensé que ser padre fuese tan agotador, amore.-me quejo, a decir verdad quiero llorar.-Necesito fiesta, alcohol y mujeres.

-Cerdo.-hace una mueca de asco, lo que me provoca una carcajada.

-Necesito relevo.-admito.

-¿A qué hora vienen tus "Empleados"?.

Con "Empleados" se refiere a Franco y Renzo, así los he denominado.

-Creo que hoy no vendrán.-miro el reloj de oro que tengo en la muñeca.

Ya es tarde y estos imbéciles no han hecho acto de presencia.

-Termino y te ayudo.-ofrece.

Pido el desayuno.

El ruso aparece mostrando los músculos que ponen a babear a su mujer.

Se besan y se dicen cosas. Yo me acerco a verificar que mi pequeño hijo siga respirando.

-¿Quieres pelear, Costa?-miro con detenimiento al Kuznetsov, seria buen momento para cobrarme todas las que me ha hecho en el pasado, como lo de la maldita bazuca.-Tengo que tener a alguien a quien golpear, es más divertido-se encoje de hombros.

Me pongo en pie siguiéndole el paso, pero regreso a mirar a Rafaella cuando recuerdo a Steffano.

-Cuídamelo.-le pido.-Volveré pronto.

Ella asiente sin problemas.

Tomo unos guantes de box y me los coloco cuando subo al ring. El Kuznetsov hace lo mismo.

Este imbécil cree que podrá conmigo, pero lo que parece olvidar es que yo he peleado muchas veces con su maldita mujer que es un peligro mortal. Atacas a esa desgraciada y se te va encima con todo.

He salido sangrando por meterme con ella. Ella igual. Aquí nos damos sin piedad.

Empezamos a pelear.

Da el primer golpe y retira el cuerpo antes de que pueda golpearlo.

Es astuto el imbécil.

Ataco hasta que logro darle en las costillas.

Así rompemos el hielo para empezar a golpearnos sin control.

Me da un golpe en el ojo y siento liquido caliente caer por la cuenca de mi ojo. Elijo pensar que es sudor.

Lo golpeo hasta que logro doblarle la cara y cuando regresa a mirarme puedo verle el labio partido, solo entonces me siento satisfecho.

Suelta un gancho en mi mentón y el mundo se me balancea.

-¡Cabron, mal nacido!-gruño.

No me dejo desestabilizar y logro atinarle una patada en el pecho que lo manda a bolar contra las cuerdas.

PRESAGIO DEL DESTINO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora