6 años atrás.
Thiago.
Salgo de la clase de Derecho Laboral y me dirijo al estacionamiento de la universidad para encontrarme con Francesco.
A la distancia logro verlo recostado en el capot del Ferrari rojo que he traído hoy. Generalmente cada uno viene en su auto cuando tenemos clases en distinto horario pero eso no sucede los martes cuando tenemos clase en las mismas horas.
Cuando me acerco la seguridad me da un movimiento de cabeza mostrando respeto y el regresa a mirarme.
-¿Por qué diablos te demoras tanto?-ya empezó a joder.
-Me tomé mi tiempo para caminar.
-No me jodas, Costa. Un príncipe no puede esperar.
-Ya. Justo por eso no espero a nadie.
-Estoy hablando de mí, imbécil.
-Ah, pensé que hablabas de mí. Como sabes, soy el príncipe de Italia.-me encojo de hombros y abro mi puerta ingresando al auto.
-Hablo de una corona real, Costa.-se acomoda en el asiento de copiloto.
-Y yo hablo de la verdadera corona, Black.
Solía vivir en Ámsterdam pero hace dos años elegí hacer un cambio y me vine a vivir a Londres, siguiendo a una de las personas que más cariño le tengo en la vida.
No sabría explicar cuándo fue que nació mi amistad con Rafaella Riccardi, pero de un momento a otro me alegraba verla y más cuando trataba de llamar mi atención para que no solo fuese amigo de su hermano, sino también suyo. Desde ahí hemos recorrido un largo camino juntos.
Su vida ha sido más que complicada, le ha tocado sufrir mucho y pagar por los errores de los otros. Además de cargar con el peso de un apellido poderoso, por el que mataría y por el que la matarían.
Las cicatrices en su alma son la prueba de ello.
Pero tratar con su mente es lo peor que le ha tocado afrontar.
Tengo la certeza de que si la cabeza no va bien, nada va bien.
Ella es la prueba de eso.
Dos años no han sido suficientes para ayudarla a recuperarse. En el momento en que la vi destruida en la mansión de su abuelo me plantee ser su apoyo incondicional y por ahora mi tarea no ha terminado. No me moveré, me quedaré aquí, al pie del cañón hasta que se recupere por completo. Hasta que deje de tener pesadillas o de gritar aterrada por las noches. Esa es la razón por la que siempre dormimos juntos, para que se sienta segura y tenga un ancla de realidad al que atarse cuando la oscuridad la invade.
Cuando suelo viajar, es Francesco el encargado de su cuidado y de tomar mi lugar, a veces ha llamado angustiado buscando que yo la tranquilice porque ella se nubla y no puede ver más allá de sus temores.
Ese es uno de los motivos por lo que ahora ya no lo hago con tanta frecuencia. Las veces que tengo que ir a Italia a visitar a mi familia me la llevo conmigo, aparte que me sirve como refuerzo para no mostrar de todo mi desagrado. Ellos son mis más grandes verdugos, no en el mal sentido de la palabra, pero diría que son estrictos, autoritarios y exigentes con el discurso frecuente de que debo asumir lo que mi legado viene asumiendo durante generaciones: La firma de abogados.
Aspiran a que siga sus pasos y desean que alcance incluso una posición más alta que la que ellos tienen.
A mí me fascina ir en su contra y sacarlos que quicio.
Actualmente no tengo los mismos sueños que ellos, quiero seguir mi camino, dejar mi propia huella, no pisar la que ellos ya dejaron.
Me atrae el mundo de los negocios, el mundo del juego y del casino, y dentro de un año planeo abrir mi propio lugar en Montecarlo y luego planeo expandirme a las Vegas, solo es cuestión de tiempo para hacerlo.
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PRESAGIO DEL DESTINO
Teen FictionUn pasado doloroso los persigue. Ambos tomaron decisiones que marcaron el curso de sus vidas, cambiando todo de un momento a otro, sin saber que a veces ya no hay forma de retroceder sobre nuestros pasos dados. Pero eso no lo sabía aquella mujer qu...