Me detuve en el patio cubriéndome la ropa con un delantal, sintiendo el entumecimiento en mi cuerpo y siendo tan evidente que Edward me quedó mirando curiosos con una mueca en sus labios.
—Jamás te cortaría de nuevo, ni siquiera por accidente...
—No es eso, estaba pensando que vas a cortar mi cabello y eso...—le miré directamente a los ojos y de alguna manera sentí su fragilidad aflorar— es lo más cercano a que tus manos puedan tocarme.
Se hizo un silencio bastante largo hasta que Edward soltó notoriamente aire de entre sus labios y asintió despacio.
—Ahora lo vas a hacer incómodo...
—¿Lo dices por ti? ¿No pensaste en eso?
—No, yo lo sé y por eso quiero hacerlo — admitió Edward sin dudas en su voz, tanto que el calor me subió a las mejillas. Caminó lentamente rodeándome y ubicándose detrás, me quedé quieta en cuanto deje de escuchar sus pies. — pero ahora tú también lo sabes.
¿Cómo era posible que ante el mínimo esfuerzo se volviera tan sexy? me quedé helada con las cosquillas que recorrían mi espalda sin que siquiera me tocara.
No me dio aviso pero sentí el viento pasando por mi cuello y el sonido de sus tijeras cortando mi cabello, como si cada corte acariciara mi pecho. Cerré los ojos sabiendo que no tenía de qué preocuparme, Edward no me haría daño.
"Tengo entendido que era super rapido cuando cortaba el cabello", recordé las palabras de Dalia pero en este caso no fue así. Podía escuchar como cada hebra de cabello caía al suelo y el viento acariciaba partes de mi cuello que llevaba mucho sin consentir. Sus pies se movían con calma para rodearme y seguir el corte, en ningún momento le había dicho como lo quería pero esa era la idea.
No necesitaba decirlo para saber que mi cuerpo debía seguir estático, uno de sus dedos rozó por la parte que no tenía filo mi mejilla y apreté los ojos sintiendo el estremecimiento intentar dominarme. Él siguió en silencio mientras escuchaba sus pasos y su respiración o falta de ella, seguramente estaba concentrado.
También contrariado por afrontar que quería tocarme y además decirmelo, era cruel de su parte pues sabía que en estos momentos estaba fantaseando. El dio la vuelta mientras sentía que mis piernas se volvían de mantequilla y volvió a ir frente terminando de cortar algunos mechones cerca de mis mejillas.
—Listo Elena.
Al abrir los ojos resultó que Dalia tenía un espejo frente, admito que tenerla ahí quitó gran parte del adormecimiento que sentía y las fantasías que cruzaban mi cabeza. Edward me había dejado una melena bastante más simple de lo que imaginé, pero muy bonita y bastante corta para como lo solía ocupar.
—Te ves adorable, Edward la dejaste maravillosa.— Dalia dijo bajando el espejo y cambiando la expresión rápidamente por una seria —Bien, necesito que ambos suban mientras terminan los preparativos. Te pondré unas gomas especiales para tus tijeras allá arriba.
Al subir y poco tiempo después comenzó a llegar gente que terminaría de ordenar todo, Edward estaba realmente incómodo luego de proteger sus tijeras con una goma que Dalia había conseguido. No duraría demasiado pero la idea es que evitará accidentes durante la velada, sin embargo algunas personas subían a saludarnos.
Dalia se arregló para la fiesta con un bello disfraz de diosa griega que resaltaba su trabajado físico, mientras ella hacía aquello con Edward terminamos de dar indicaciones. Lo observaba de reojo mientras parecía saturado y ni siquiera empezaba la fiesta. Apenas Dalia estuvo lista para seguir con las instrucciones agarré el brazo de Edward y lo lleve a su habitación para cerrar la puerta y darle un momento.
—Respira Edward, va a salir bien.
—¿Tú crees? ¡ni siquiera ha empezado y ya estoy harto!
Su respuesta fue más un grito ofuscado por algo que no podía controlar y lo comprendía. Pero habíamos llegado a este momento por su bien, su completa seguridad. Edward se vio tentado a golpear el vidrio de la ventana como un niño pequeño pero se contuvo y antes de eso tomé sus dedos. Con las gomas podía hacerlo sin cortarme, se dio vuelta mirandome a los ojos.
—Yo estaré contigo, cuando sientas que no puedes más estaré ahí y te sacaré de la situación. Te calmaré...
Edward se quedó mirándome en silencio y luego apretó sus ojos antes de atraerme hacía él. Sus manos en esta ocasión no me hicieron daño, sus brazos pasaron a través de mi cintura y llevó su rostro a mi hombro para estrecharme con fuerza.
—No podría hacer nada de esto si no estuvieras aquí, Elena...si pudiera pedir algo durante esta noche sería que realmente fueras mi mujer más allá de la actuación.
Mis brazos pasaron por su cuello mientras mi corazón latía desbocado, no estaba insinuando nada. Era tan claro que lo estreché fuerte hacía mi, no quería soltarlo por nada del mundo.
—Pidemelo de una vez, Edward...
La puerta se abrió y Dalia entró con un sin fin de disculpas a avisarnos que era hora. Me separé de Edward con impotencia, sabiendo que había estado demasiado cerca.
Salimos al balcón a tiempo de iniciar el baile, bajo nosotros el pueblo estaba vestido de hermosos colores y nos vitoreaban como si fuéramos celebridades. En cambio Edward temblaba mientras yo me afirmaba de su brazo y le susurraba " estoy contigo, siempre"
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El pianista de las tijeras (Fanfic, Joven manos de tijeras)
Roman d'amourHistoria Completa La mansión de Edward lleva años abandonada y su existencia no es mas que un mito. Para sobrellevar la miseria del pueblo deciden convertirla en un centro turístico. Pero el secreto se desmorona cuando Elena llega... fanfic: El jov...