Capitulo 16 lazos fragiles

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Sentía un pesar extraño en mi pecho y no era solo por el hecho de tener que repartir entradas a mis compañeros, entablar conversaciones no era exactamente lo mio. Dalia había decidido crear una leyenda romántica de Edward y por supuesto yo era la elegida para acompañarlo. Estaba contenta de serlo pero al entregarle la invitación a Jhon mi alegría se cubrió de oscuridad.


—¿Entonces ese día habrá un tipo disfrazado del "Hombre manos de tijeras"?—asentí sin más, quizás fue muy evidente de cómo evitaba el tema pues John se quedó mirándome de lado—¿De donde sacaron a alguien? y ¿Dalia le inventó una historia nueva de amor?


—Si, se supone que Edward fue a la guerra y perdio sus manos, su novia lo esperó durante años. Cuando volvió ambos eran muy pobres y ella le colocó esas tijeras, que eran lo único que tenían.


Comenté aquello muy livianamente, tampoco estaba tan concentrada mientras respondía unos mensajes de Dalia.


—¿Iremos juntos?


—No puedo, tengo que ayudar a Dalia como anfitriona...


John soltó un "oh" que se mantuvo más de lo que esperaba enterrado entre nuestro silencio, lo miré tratando de ocultar mi sonrojo. Es que pensar en ser la novia de Edward me llenaba de alegría y no era capaz de ocultarlo, aunque solo fuera actuado.


—¿Quién es ese Edward?


—Nadie, alguien que contrató Dalia — John tomó mi mano y me miró fijo en cuanto trate de evitarlo. Resoplé molesta porque aun así no podía decirle la verdad, traté de pensar en algo— Bueno, es un primo de Dalia que a veces la va a visitar...


—Ah, entonces es el tipo que te gusta...


—Jhon, no quiero hablar de eso.


—No hace falta, es obvio— John masculló con molestia, hace tiempo le había admitido estar enamorada de alguien más y parecía que no terminaba de aceptarlo. — En fin, dame unas cuantas y las reparto.


John me quitó un montón y lo vi irse mientras se acercaba a la gente, supuse que quería estar solo luego de entender la situación y no me atreví a interrumpirlo.

Los días pasarón rápido y Edward comenzó a alegar menos mientras se acercaba el día. Confeccionarle un traje no era difícil pero vestirlo si, nunca me había preguntado cómo hacía todo eso y la respuesta era aún extraña. Ni siquiera él sabía cómo funcionaba su cuerpo, su ropa de cuero era difícil de sacar y aun mas de poner.

Edward no sudaba aunque si se ensuciaba y solía ducharse con la ropa puesta, pocas veces sin ella. Dalia lo había ayudado en algunas ocasiones y decía que Edward era insoportable pidiéndole que no lo viera. "No se, parece piel supongo" me respondía ella una vez mientras hablábamos a solas.

Por supuesto en ese tema no pude ayudar nada, era un "no" rotundo de parte de Edward y en cambio, él sí estuvo curioseando sobre mi vestimenta. La temática era Halloween y nos esperabamos a todos disfrazados, había un entusiasmo latente entre la gente del pueblo por el evento.

Me teñí el cabello de color rojo pensando tanto en aquel dia, como en el hecho de intentar no ser encontrada por Oliver y su gente. No tenía fe al respecto, de alguna manera se darían cuenta pero intentaría esconderlo de ser posible y que no me reconocieran.

 El dia tan esperado, me fui a la casona a eso de las cinco de la tarde. Iba sola pues mi madre estaba con dolores de espalda por lo que ellos no asistirían a la fiesta. Al entrar por el vestíbulo podía escuchar la discusión que venía del segundo piso, nada terrible pero algo cómico de oír.

Con mi mochila sobre los hombros subí rápido y me asomé para ver como Dalia terminaba de cerrar el último botón de la camisa de Edward. Se veía tan hermoso que me quedé en silencio mientras él se distraía observandome, su cabello estaba lavado y peinado hacía atrás. Un frac ceñido al cuerpo atrajo pensamientos que no esperaba tener, se veía muy guapo.


—Hola Elena ¿Cómo se ve? creo que le falta maquillaje.


Me tragué mis grititos internos para sonreír mientras el rojo subía a mis mejillas, Edward notó aquello y respiró profundo tragando saliva.


—Te ves muy muy guapo, a mi me gusta que se vea pálido y ojeroso...


Se me escapó aquello mientras Edward se sonrojaba y desviaba la mirada con una expresión contrariada, Dalia soltó una carcajada y agarró un estuche dorado. Me lo extendió y luego tomó una mochila dispuesta a irse.


—Tengo cosas que comprar, asi que terminen de arreglarse. Por favor maquilla a Edward un poco Elena, nos vemos.


Se hizo un silencio mientras la veía salir y luego escuchaba sus pasos apresurados bajando la escalera. A los segundos Edward carraspeó y lo miré con el bolso en mano, no me negaría la posibilidad de acercarme a él.


—Uhmm, déjame ayudarte con el maquillaje...


Edward me miraba en silencio a los ojos, luego solo se sentó en la cama y cerró sus ojos como un cachorro obediente.  

El  pianista de las tijeras (Fanfic, Joven manos de tijeras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora