El cielo se oscureció y comenzó a caer la lluvia.
Mientras me acercaba hacia la colina podía ver gente desconocida circulando por el asfalto, cosa que era difícil en un pueblo tan pequeño. Iban con una botella en la mano o fumando algo mientras se tambaleaban torpes fijando sus miradas en mí, me sentí algo incómoda y el miedo me recorrió la espalda.
Pero no por eso me detuve, seguí hacia mi destino mientras me carcomían las ansias. Mi celular marcaba las doce de la noche cuando ya estaba en la colina, dejando atrás el complejo de casas para llegar sin aliento hasta las rejas del museo.
El suelo estaba lleno de barro debido a que la lluvia se había transformado en tormenta y ahora el fuerte viento calaba los huesos cada vez que se pronunciaba. Mi cuerpo reaccionó al frío y me temblaron las piernas mientras los dientes comenzaban a chocar entre sí castañeando.
Me abrace los hombros y mire el camino que me quedaba por recorrer, esta era la primera reja por la cual se subía por un camino de tierra para llegar a la segunda.
No sabía cómo iba a traspasarla, de hecho mi intento se vio por un momento frustrado hasta que me di cuenta que estaba abierta. ¿Era normal que estuviera así?¿O realmente yo tenía una suerte increíble? no lo sabía y no iba a quedarme ahí para averiguarlo. Prendí la linterna de mi celular y me adentré en el oscuro camino.
Mi cuerpo nunca había sido exactamente fuerte, no era alguien enfermiza pero atlética tampoco. Pronto sentí el cansancio en mis piernas.
A la mitad del trayecto decidí pensar en Edward pues era la única manera de alentarme. Soñaba con sus profundos ojos negros, su piel blanca y lisa como la porcelana que contrarrestaba con las cicatrices. Sus labios pálidos que aunque lucían enfermos me encantaban.
Ensimismada en esos pensamientos no me percate de que me encontraba frente a la segunda reja, me detuve antes de estrellarme con ella pues estaba muy oscuro como para ver bien.
Pero esta se encontraba cerrada.
—¿Y ahora qué?
Observé a mi alrededor apuntando con la linterna a cada rincón, buscando un camino o algo que me dejara avanzar.
Luego de unos minutos tuve la idea más tonta, pero seguramente la única que podía ayudarme en esos momentos "Me pasaré por la reja". Fue muy alentadora al principio pero luego me percate de que ni siquiera sabía trepar. Aun así con todos los contras, rodeé la reja para observar los árboles que estaban tanto dentro como fuera de ella.
Encontré un árbol para escalar, su tronco estaba por dentro de la reja pero numerosas ramas atravesaban hacia afuera. Había una especie de escalera natural para nada recomendable, pero era eso o nada. Y devolverme a aquella hora sola me parecía aún más peligroso.
Me saqué los guantes guardándolos en mis bolsillos y trepe con mucha dificultad lo poco de reja que necesitaba para alcanzar la primera rama. Mi respiración se agitó de inmediato mientras lograba subirme a esta sin caerme, apretaba los dientes por el temor.
Mi cuerpo estaba caliente por el esfuerzo físico aun cuando hacía frío y a esas alturas estaba completamente mojada. Me motivaba tanto la idea de que ver a Edward que estaba imaginando la situación, junto con que diría y qué haría él para recibirme. Probablemente nada de lo que yo cursimente esperaba.
Una vez había subido por todas las ramas llegué a la punta de las rejas, a unos cinco metros de altura. Ahora solo tenía que pasar al otro lado.
Evite mirar hacia abajo, medio impulsándome en un salto para abrazar el tronco del árbol y traspasar la reja. Al lograrlo me sentí triunfante pero ahora tenía que bajar. No era tan simple como podría haber imaginado pues la altura me azotó.
ESTÁS LEYENDO
El pianista de las tijeras (Fanfic, Joven manos de tijeras)
RomantizmHistoria Completa La mansión de Edward lleva años abandonada y su existencia no es mas que un mito. Para sobrellevar la miseria del pueblo deciden convertirla en un centro turístico. Pero el secreto se desmorona cuando Elena llega... fanfic: El jov...