Después de cortar aquella llamada, Angel no podía verse más felíz, pues su amigo de años le había dicho que este fin de semana iría al cabaret a verlo.
Extrañaba las visitas de Lu, pues era una de las pocas personas con la que seguía en contacto después de dejar la preparatoria, por una ilusión fugaz, pero a veces arriesgarlo todo, no significaba perderlo todo, se decía así mismo siempre que las manos de Husk recorrían su cuerpo o dormía en sus brazos.Un chirrido de la puerto le hizo ponerse alerta, pero al ver qué se trataba de su pelinegro favorito, solo ensanchó más su sonrisa y fue corriendo a sus brazos, cosa que el contrario lo recibió gustosamente.
-Espera.. Hasky, no deberías estar acá- se separó rápidamente pues todavía eran horas de trabajo y temía que alguien los fuera a ver en una situación melosa, como paso anteriormente con don-sonrisas.
-Te ví entrar aquí y el tipo ese está muy distraído con sus proveedores- se acercó a él para asegurarse que no debía temer
-Lo se pero, debemos ser más cuidadosos, sera mejor que me valla- dijo, mientras lo apartaba, quería quedarse a su lado toda la noche si era posible, pero no quería que se metiera en problemas por su culpa o conociendo a su alfa y el tipo de influencias que tenía, puedan eliminarlo, así que solo lo rodeo y se fue dirigiéndose a la salida del baño.
-No se cuanto podre aguantar estar en esta situación- dijo fastidiado sin más, antes que el omega estuviera a punto de salir, haciendo que diera la vuelta y se volviera a poner enfrente de él.
-Yo también estoy arto, así que, que quieres decir con eso Husk, quieres que esto acabe ahora, es eso?, solo dilo y no me vengas con rodeos.Pero escúchame, piensa bien en lo que va salir ahora de tu labios, porque una vez digas esas palabras no va a ver vuelta atrás- Respondió el pecoso alterado, parecía que iba tener otro ataque de pánico, pues no era la primera vez que pasaba estas situaciones con el beta, hubo varías veces donde sus actitudes y palabras parecían indirectas de que ya estaba cansado de ocultar lo que tenían o por el trabajo del rubio que tenía que acostarse con varios alfas parecía que al otro le molestaba, incluso en la intimidad el omega pensaba que le tenía asco, no sabía que éso solo eso pasaba en su cabeza, por lo inseguro que era. Porque la verdadera razón por la que el pelinegro ya no quería tocarlo, era porque sentía que le hacia daño.
Hubo un enorme silencio, a el mayor no le salían las palabras después de todo lo que su amante dijo, porque si, todas las noches tenía una batalla interna con su subconsciente que le decía que tenía que terminar todo, por el bien de ambos y la oportunidad se le estaba presentando ahora, pero no encontraba las palabras para decírselo, más bien no quería hacerlo.
Al ver éso el omega continúo hablando porque el silencio le desesperaba.
-Si tan solo dejarás de ser tú mismo, te darías cuanta que no me importa que seas un beta, pero te estás convirtiéndo como todo los demás alfas, alguien orgulloso, frio y cruel, no me gusta eso, dime porque te quieres ir y complicar más las cosas entre nosotros, porque tan solo ver la forma en la que actúas, me hace creer que eres otra persona y no el mismo beta del cual yo me enamoré, eso solo me frustra. Aunque no seas un alfa y no desprendas feromonas, me enamore de tu perfume y el olor a café que me levanta por las mañanas.- Explico el rubio mientras algunas gotas de lágrimas amenazaban con salir.
Las palabras de Angel habían caído como alfileres en su pecho y le había hecho pisar tierra, iba a contestar pero se escucho la puerta abrirse atrás del menor con un fuerte azote. Él los había encontrado.
-Que hacen ustedes dos aquí?- El alfa parecía molesto pues desde hace rato estaba buscando a su omega, el menor volteó asustado, sabía que esto pasaría, sentía que sus piernas temblaban y se quedaba sin voz, pero su cerebro tenía que maquinar rápido una respuesta antes que esto pareciera sospechoso.
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Lost Revolution | RadioApple
RomanceLucifer Morningstar, un joven liberal, abierto a nuevas ideas aveces piensa que nació en el lugar equivocado puesto que en Nueva Orleans, si un omega no encuentra a su destinado a partir de los veinte años, cualquier alfa es libre de pedir su mano...