Capítulo 3

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Al parecer la nube lo llevó al estudio que el cardenal lo quiso guiar, sino que Nil había llegado antes. Deshizo el manto y caminó con orgullo al escritorio donde se encontraba Su santidad reflexionando.

Tenía claro que este no era un tema cualquiera, más si esta conversación iba a definir su joven vida, así que esperó a que el mayor hablara para saber con qué tono evolucionaría la plática.

––Nile, no pensé que te apresurarías a llegar a mí. Pero entiendo... –– miró profundamente a Nil, como no queriendo hablar con palabras; sin embargo, Nil no quería descifrar a nadie en ese momento, solo quería ir directamente al grano y planear sus próximos movimientos.

––Obispo Vincenzo, no puedo dirigirme a usted con las palabras que realmente quieren escapar de mi mente, no se lo tome a mal ya que me refiero a mi situación, no a usted ––trató de formular correctamente su queja ya que ya no sentía la energía que lo había impulsado a llegar al santo despacho obispal –– Pero puedo asegurarle que no me encuentro... complacida con la decisión que escuché departe del cardenal Sandri.

––Oh... querida, no te conmociones todavía, sé lo que te habrán contado, pero no veas solo un lado de la montaña –– Su santidad dirigió la mirada al recién llegado, Sandri, para que entrara con cautela al despacho –– Es verdad que hemos arreglado un compromiso entre Alexander Valerian del imperio de Eternia y tú, la Santa heredera del poder divino del Solaris, Nile Rafeaste. La Asamblea fue convincente sobre los beneficios, y tú, la más preciada joya de este valle de Luminius, debes de haberlo entendido desde que escuchaste la noticia.

––A pesar de eso sigue siendo mi destino el que se le está entregando al gran imperio de Eternia, el que nunca tuvo interés en el poder de la Santa Sede. Así que sea sincero y dígame la verdadera razón, si me voy sin escucharla me iré a ciegas a un camino sin retorno asegurado... al cándido hogar de Su santidad.

Vincenzo se quedó inmóvil de ojos, de boca, de ideas ante tal sigiloso reclamo. No estaba seguro si era adecuado contarle la razón detrás de tal sentencia, pero se sentía como... la última conversación casual y no tan lejana que tendría con su pequeña ave que partiría desde sus manos.

––Santa Rafeaste, usted sabe que no es tan fácil como querer, con el potencial que tiene desde su magnífica mente hasta su atento corazón podrá superar cualquier adversidad. Verá que este camino no es una condena ni mucho menos perjudicial, solo tiene que seguir fiel a sus anhelos y no verá falla alguna. De verdad que no la hemos abandonado.

Leonardo no podía dar más explicación para cubrir a Su santidad, pero a pesar de querer ayudar, esas palabras tan alentadoras no cubrían la necesidad de saber de Nile. Ahora no podía evitar sentirse más eufórico.

––Ahora sé que tus deseos fueron honestos, pero no puedes hablar de un venidero tan seguro, olvidándote de cualquier agente externo que pueda modificarlo. Esta es la única vez que escucharé atentamente... ––no quitó su mirada ansiosa ––Su santidad.

––Cardenal Sandri, puedes retirarte, te llamaré luego –– Leonardo estaba indeciso, pero accedió –– y atento, por favor.

Cuando ambos se quedaron a solas, Su santidad se acercó lentamente y abrazó suavemente a la expectante Santa. Nil vio en algunas memorias que no era común, pero sucedía que Vincenzo a veces mostraba su afecto a ella de esta manera, su Santidad había criado a Nile como su hija, tan delicadamente que nunca pensó en alejarse.

Nil se asombró por el amor tan tierno que derramaba Su santidad por Nile. Vincenzo Argentum comenzó a expandir su manto, de un verde teal escarchado y casi transparente, que le permitió a Nil entender el dolor y esperanza que tenía en su adorada "hija".

Nil entonces también le compartió su manto, quizás no iban a verse tan a menudo después de eso. Quiso recordar por mucho tiempo esa sensación de cariño tan cercana a su pecho. Ahora pensaba que quizás nunca quiso escuchar un idioma tan complicado, solo quiso entender y percibir realmente lo que otros sentían y pensaban en primera persona, hacerlo suyo. Ser más humano.

Su santidad comenzó a regar algunas praderas y Nil no pudo evitar decir ––No importa si no quieres decirme la verdad, no quería hacerte llorar –– Nil le devolvió el abrazo, quizás un poco más desesperado, él solo hacía eso porque este anciano le recordaba a una combinación de sus abuelos que nunca lo dejaron desolado.

––Sabes que no es por eso, solo ––tomó un poco de aire –– cuídate, siempre te estaré esperando.

Se separaron un poco para recomponerse.

––Ya sabes qué hacer cuando me necesites, ¿no? –– Vincenzo sonrió genuinamente presionándose un poco el pecho, dando a entender que se refería al corazón, o al menos eso pensó en primera instancia Nil.

EL JOVEN QUE QUIZO SALVAR A LA SANTA DE UN MUNDO DE FANTASÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora