DE NUEVO

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Después de ese acontecimiento l podía comer ni dormir. Claro está que había desarrollado una nueva dependencia a la protección de Peter pero no podía dejar de pensar en Edmund. Mi menta estaba llena de él casi todo el tiempo y cuando eso sucedía me sentía la niña más insegura del mundo.

Uno, dos, tres. Los lobos no regresarán.

-¡____!-me llamó repetitivamente Lucy corriendo hacía mi.

Cuatro, cinco, seis. Estoy perdiendo la cabeza sin ti.

-¿Qué pasa?-le respondí incorporándome.

-Ven-me agarrò de la mano y me llevó afuera, quede paralizada.

Siete, ocho, nueve. Ya estás aquí.

No pude evitar sonreír. Por la alegría del momento grité su nombre, no sé que pasó por mi mente en ese momento ya que estaba hablando con Aslan y quedé en ridículo con los dos, pero él lo dejo ir. Ahora corría hacia mí, a nosotros.

Lucy fue a abrazarlo. No sé por qué pero sentía que había cambiado algo en él. Quería decirle tantas cosas, más que todo quería pegarle por lo imprudente que había sido pero Aslan no me dio la oportunidad de decir nada ya que me llamó.

Me llevó a la montaña con la que habia estado hablado con Edmund hace un rato.

-¿Pasa algo Aslan?-le pregunté preocupada.

Parecía que su mirada pudiese ver a través de mi.

-Si-me respondió dulcemente, parecía un padre. Quería esperar a que dijera algo más, pero boy tan impaciente que no podia aguantar más necesitaba decirle lo que pensaba.

-Aslan, no entiendo lo que pasa-traté de ser fuerte pero necesitaba dejar de pretender. Sacar todo con alguien y parecía ser él el indicado, con la que podía confiar sin miedos ni secretos. Así como me lo describieron los castores y espero que tengan razón al respecto. -¿Por que vine aquí?

Él me miraba pacientemente sin decir ninguna palabra. Así que continúe.

-Es sólo que ninguna profecía habla de mi. En el mundo en que vivo no tengo familia y me siento mal.-nunca me sentí de esa manera-necesito una explicaciòn para todo, me siento inútil.

-Es algo complicado de explicar.-empezó a decir-Pero creo que tú misión aquí no estaría completada si no supieras esto: Tu eres de este mundo, naciste aquí. La razón por la que la profecía no habla de ti es porque debes ganarlo.

Es broma, ¿No?

-¿Un lugar en la profecía?

¿Y qué con eso de haber nacido en este lugar? Es lo primero que debí preguntar...

-Cuando aprendas a ser quien estás destinada a ser, tendrás tu trono. Bueno, lo tendrás de alguna u otra manera.

¿A qué se refería con eso último?

-No quiero un trono, solo quiero saber...

-Lo sé, debes entender que tu eres una gran parte de la profecía, no debes sentirte mal. Pero debes saber que tal vez no te sentaras cuando la guerra acabe en un trono.

-Porque hay cuatro. Así de simple.

-Tienes que aprender a utilizar tu poder.

Si, si, el poder que todas las personas tenemos, lo sé.

Antes de dejarme ir no pude evitar preguntar:

-¿Quiénes son mis padres?

-Debes averiguarlo por ti misma.

Perfecto.

Dicho esto se fue y no lo evité, sabía que no obtendría más respuestas. Había mucho en qué pensar, así que el mejor lugar para hacerlo era alejada de todos, cerca del río.

-¡¿Por qué soy tan debil?! ¿¡Quiénes son?!-le grite al cielo-¿¡Por que me abandonaron?! ¡Los odio!

Me senté a llorar. ¿Por qué no tenía familia? ¿Qué está mal conmigo? Todo eso estaba pasando por mi mente.

Diez, once, doce. ¿Cómo pudiste dejarme ir?

Trece, catorce, quince...

Antes de que pudiera continuar, alguien me tocó el hombro. Se sentía cálido.

-Edmund-lo mire con lagrimas en mis ojos, me paré inmediatamente de dónde estaba-¿Qué haces aquí? Podrian capturarte de nuevo.-Puse mis manos en su pecho tratando de empujarlo lo más lejos posible para que volviera a salvo Al campamento. Ante mi gesto aparentemente inusual de preocupación me sonrió.- No me sonrías.

No mires, no mires. ¿Podía existir una sonrisa más linda que la de Susan? Por supuesto que sí. La de Edmund Pevensie.

Él me abrazó de reptente. Se sentía bien así que le correspondí. Mis lágrimas, ninguno de sus hermanos me había visto de esa manera, pero él no se burló de ellas. Las secó, me limpió, me quiso proteger a su manera.

-Tienes una familia ¿no te has dado cuenta de eso? Sabes que puedes confiar en mi.

Confiar en él, ¿Podría hacerlo? Mis secretos, mi...

-Te va a matar la bruja blanca.-Cambié de tema. No, imposible. Si me llega a conocer de verdad va a odiarme. No, va a asustarse. Él no necesita saber nada de mí.-Vete al campamento donde estarás mejor.

-No.-Hizo un gesto con su cabeza mostrando su desaprobación.-Moriría mil veces, aquí mismo, para hablar contigo en este instante.

¿Qué me está pasando? Siento unas ganas irremediables de...

-Te equivocas.-le dije a él, me dije a mi misma.

-Es verdad.

No vas a ganar esto Edmund.

-Sólo tenemos 13 años, debes recordar eso.

-¿Y qué con eso?

Por favor, dime qué no estamos hablando de lo mismo.

El secreto de Narnia: El león, la bruja y el ropero. [ C O M P L E T A ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora