Cruel infancia

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Narra Alastor: 

Mientras todos los niños tenían la libertad de sentirse queridos, de permitir ser amados, de tener la capacidad de valorar el afecto que otras personas les tenían... Yo solo pude contemplar como el agua de la lluvia se mezclaba con el salado sabor de mis lágrimas al ver los ensangrentados cuerpos de mis progenitores en el suelo. Masacrados, descuartizados, desgarrados, sangrientos... nadie había querido retirarlos de ahí. Un niño de 14 años no sería capaz de ir a una funeraria para darles la mejor despedida. Sin embargo, tuve el valor de cavar dos grandes hoyos en el suelo, y meterlos dentro. Cerré el agujero y junto a un pequeño librito que me regaló mi abuela, pude darles unas oraciones, aunque no tuviera ni idea de cúal era la causa de su horrible muerte, ni la de mi desgracia. No era creyente ni lo más minimo, pero mi madre si lo era, no habría sido cómodo despedirla sin su despedida cristiana. Ella no se habría ido feliz. 

Cerré el librito con mis dedos, manchados de sangre y tierra, los cuales mancharon su fina y limpia blanca tela, para conbertirla en un asqueroso mejunje de suciedad y gérmenes. No tarde en tirar el librito cristiano a la tumba de mis padres, estaba devastado. Corrí a mi casa, procurando que nadie me viera con la ropa ensangrentada, a demás que el color rojo se había corrido por toda mi vestimenta por culpa de la lluvia y la humedad, pero conseguí que nadie me viera. Esa zona era de caza, por lo que nadie escepto los cazadores andaban por ahí. Llegué a mi casa y rapidamente me cambié y labe mi ropa a mano. Se quedó con unas manchas anaranjadas rojizas muy dificiles de quitar, que ahí se quedaron por el resto de su uso. Me sentí decepcionado al saber que la vida sería dificil despues de ese día. Si fuese al banco a pedir mi herencia, me llevarían a un orfanato del estado y no me dejarían tocar ese dinero hasta ser mayor de edad. Lo único que tenía pensado por el momento eran los ahorros de mis padres. Una gran cantidad de dinero en efectivo dentro de un cuadro. Billetes y billetes perfectamente ordenados, todos de 100$. Me ocupé de pagar la hipoteca de la casa, pero no gasté agua, ya que decidí que para no tener que pagar más dinero, llenaría baldes y baldes de agua de la fuente municipal, y luego calentaría una cacerola llena de agua hirviendo, para que mis baños no fueran tan horribles. Respecto a la comida, iva normalmente a diferentes supermercados, y compraba pequeñas cosas, como pan y leche, o un poco de pescado o carne... para que no me denunciaran a seguridad social por vivir solo, para que no sospecharan... mas bien dicho. Solo pagaba las facturas de la luz, ya que hacía hogueras alejadas del pueblo para cocinar mi comida, y luego guardarla en el refrigerador. De esa manera no gastaría el gas para cocinar. 

Para el gélido y frío invierno... solo tenía grandes y gruesas mantas de lana que juntaba gracias a que en la casa vivíamos tres. Mi cuarto pasó a ser mi estudio, para calcular como invertir mi dinero...y seguir con mis estudios. La habitación de mis padres, al tener un dormitorio más grande... me mudé ahí. Siempre procuraba tener muy buena relación con mis vecinos del pueblo, para que nunca sospecharan de que vivía solo, y en caso de que lo descubrieran, que fueran empáticos conmigo. Yo les decía que mis padres estaban grabemente enfermos... que estaban en cama, pero que me cuidaban muy bien, por eso de vez en cuando, algun vecino empático "nos" traía caldo de verduras caliente. También les decía que necesitaba una gran cantidad de agua gélida para aliviar el dolor de mis padres, bañándolos en agua gélida, ya que nuestra agua salía más o menos templada. Yo lo agradecía mucho... estaba harto de comer comida asada y ahumada, ya que yo nunca hervía, a menos que se tratara de mis baños. Así que decidí empezar a hervír... Iva a las montañas, encendía una hoguera y empezaba a herbir dos o tres hollas de agua llenas de huevos, para poder comerlos pasados por agua o hervidos, aunque no fueran muy de mi gusto. 

Una vez, fuí con mi docena de huevos, una gran cacerola llena de agua de la fuente y unas cerillas y dos troncos de madera dentro de una bolsa de tela. Obviamente yo llebava la holla en las manos, para que el agua no se escapara y mojara todo. Iva subiendo la montaña para ir al sitio donde siempre quemaba. Ahí puse los dós troncos y los quemé con dos cerillas, ya que la primera no tuvo mucho exito, al ser un día bastante humedo y nublado. De pronto, vi un venado, era gigante y hermoso. Increíblemente majestuoso. Pensé algo horrible, pense en cazarlo, pero no tenía ningún tipo de escopeta, y mucho menos un arco con flechas... así que pense en acercarme lentamente y prenderle fuego, de esa manera moriría quemado y más o menos cocinado. Pero vi a unos senderistas a lo lejos, y supe que si oían al venado balir rapidamente verían las grandes y llamativas llamas de fuego que se apoderarían de mi discreción y buena reputación, así que olvide esa horrible y rara idea. Esperé a que los troncos se convirtieran en trocitos de madera y cenizas ardientes para calentar el agua, mientras colocaba otros palitos alrededor para prenderles fuego. El agua empezó a hervir y le metí los huevos dentro. Los hice pasados por agua, ya que empezó a llover y las llamas se quedaron en el olvido, y justo cuando decidí empezar a recojer todo vi como una senderista bastante mayor se acercaba a mi, yo decidí mantener la calma. 

-Alastor, tesoro, ¿Qué haces en el monte sin chubasquero.... está lloviendo?¿Estabas cocinando?

-Oh, tranquila señorita Dolores, estaba de excursión, y aprobechando que mis padres dormían, he salido para hacer una comida en el monte...pero el tiempo me ha ganado al parecer, igualmente ahora voy a volver a casa

-Oh, vaya, si tus padres siguen enfermos no es bueno que lo estés tu también- dijo ofreciéndole un chubasquero negro. 

-Muchísimas gracias, se lo agradezco de corazón, ahora vaya rápido al pueblo, tiene pinta de ser una tormeta eléctrica, no es bueno estar en el monte, podría caer un rayo

-Gracias por preocuparte, nos vemos- dijo para irse sin sospechar nada 

Me llevé un susto horrible, no me podían pillar más veces. Así que esperé a un día de festividad para volver a hacer una cosa que nunca hice. Eran las fiestas del pueblo, y nadie oiría nada. Me fuí al bosque, esta vez equipado... (ya que el día anterior mientras limpiaba la casa se encontró muchas armas de fuego y un arco con flechas debajo del suelo de madera) con un arco y muchas flechas. Estuve mucho tiempo esperando a un grande y gigante venado, quien pasaba por al lado mío. Estiré la cuerda junto a una flecha, y asesté, en el cuello. Una vez perdido el equilibrio le asesté una última flecha la cual acabó con su vida. 

Esa noche, cuando todo el mundo estaba en la plaza festejando, llevé ese venado en mi casa. Por primera vez, probé la carne de venado cruda. Me sorprendí, era un sabor que explotó mi boca, un metal mezclado con miles de sabores de la carne. Ese día entendí que era perfectamente capaz de comer la carne completamente cruda, ya que llenaba más, y... me encantaba. 


En vida y en muerte (CHARLASTOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora