Capitulo 10

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No hacía falta preguntar nada. Lo vieron todo y había curiosos de testigo, uno de los cuales debió haber sido el que hizo la denuncia.

Nos llevaron a una misma celda. Nam fué la primera en poder hacer una llamada, luego volvió y fue mi turno.

Antes de descolgar el teléfono, pensé en lo que iba a decirle, aunque la verdad no tengo explicación alguna.

Agarré el teléfono y marqué. Esperé unos segundos hasta que tomó la llamada.

Diga.

Kai, soy Freen.

¿Que pasó? —se escuchó alarmado.

—...—tragué saliva.— Estoy detenida —recargué la frente en el muro y cerré los ojos. —¿Puedes venir?

El trámite en realidad no demoró más que lo que tardó Kai en llegar. Para que esto no se hiciera más grande o hubiera represalias, el abogado se encargó de que todos salieran, incluidos el bravucón y sus amigos.

Por Nam vino su padre, mientras que a Heng lo llevamos a su casa.

Kai estacionó delante de la casa de Anon. Ha estado en silencio desde que salimos y tengo varias ideas de lo que está pasando.

—Si me dices que pasó, tal vez sirva.

—Fue una tontería —dije.

—¿Tienes una idea de lo que esto nos va a costar? —empezó a enojarse.

—... No, pero... Supongo que mucho.

—Voy a ver qué puedo hacer, solo... Dios, quisiera que te quedaras en casa y no salieras nunca —se expresó.

—... Hay solución, ¿Verdad? —lo miré, a lo que él a mí.

—Te prometo que sí —aseguró más tranquilo. —ve a dentro antes de que salgan.

Bajé del auto. Luego de entrar por la reja, Kai arrancó. Llegué a las once, así que tuve mucho que explicar con Anon. Le dije que fui a una fiesta y el tiempo se me fue, que no pensé en avisar porque creí que no era importante, de modo que, al contrario de regañarme, el sujeto dijo que se preocupan por mi tanto como por Linette.

Al final solo me dijo que, para la próxima, le avise donde estoy.

Toda la conversación con Anon fue muy curiosa, sentí que el se estaba disculpando conmigo.

En la mañana, en cuanto llegué al aula, a mi sitio, eché la cabeza atrás, subí los pies al pupitre y Nam se sentó sobre la mesa.

—Pensé que no ibas a venir —dijo Heng sobre el pupitre de Nam, la banca a mi derecha.

—No me iba a quedar a explicarle a mi tío todo lo que pasó.

—Por cierto, ¿Quien es el caballero que nos fué a sacar? —cuestionó la chica.

—... Un conocido de mi papá. Es abogado y por eso lo llamé.

—Parecía un buen tipo —apuntó Heng. Nam le sonrió como suele sonreírme cada que me habla de la Presidenta. Así que ella está al tanto de la orientación del chico.

La profesora llegó y todos tomaron asiento.

—Orntara, Chankimha y Asavarid a la oficina del director —anunció la mujer. Al percatarse de que ninguno se puso de pie, nos volteó a ver y abrió los ojos como un par de platos..—Dios...

Tampoco es que nos veamos tan mal.

Para no seguir a la mira de todos en el aula, me puse de pie, a lo que Nam y Heng me siguieron.

En el vino y el café /FREENBECKY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora