Capitulo 7

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Con tal de no armar un conflicto, fuí de buenas  con Heidi y sus amigos, como ella los llama de vez en cuando, porque,de hecho, son sus guardaespaldas.

—¿Por qué no me llamas cuando vienes? —me dió una lata de cerveza. — Me gusta pasar el tiempo contigo. —tomó asiento frente a mí.

Nos encontramos en un taller mecánico, no estoy segura de a quien le pertenece, pero no hay nadie, tampoco en la calle, por eso la cortina está abierta.

Ya está oscureciendo.

—No suelo tener mucho tiempo —destapé la lata y bebí un sorbo.

—Claro, claro, estarás muy ocupada con tu vida de rica.

—Ir a una escuela no es vida de rica.

—Como lo quieras llamar. ¿Cuando piensas regresar? —preguntó en tono fuerte.

—Terminaré en tres años y...

La chica de cabello color platinado se inclinó para mí y puso una larga uña bajo mi mentón.

—Vas a regresar, ¿Cierto? Lo prometiste.

—Yo no prometí nada —alejé la cabeza, Heidi subió una ceja y retraso la mano.

—No te preocupes, te iré a buscar si no vuelves —cantó.

La miré.

—Tengo que irme —dije, deposité la cerveza en el suelo, me puse de pie y me encaminé a la salida.

—Asegúrate de llamar la próxima vez que vengas —habló a mis espaldas.

Me retiré del lugar.

Caminé con cierto mareo porque el aire me hizo el cerebro más ligero y se me estaba subiendo esa cerveza.

Con todo y todo, pude llegar a casa de mi papá, como a las diez de la noche. Él ya estaba ahí, esperándome. Es la primera vez que llego tarde.

Dejé mis cosas en la entrada y fuí al sanitario a lavarme la cara, luego volví a la sala, dónde me esperaba el sujeto.

—¿Dónde estabas? —preguntó molesto.

—Me entretuve con... unos amigos de la secundaria.

Enserió acercándose.

—Júrame que no has vuelto a ver a Heidi.

—... —tragué saliva. —No desde que salí.

Relajó un poco la expresión, entonces se alejó, todavía mirándome. Se retiró los lentes de lectura y se masajeó el entrecejo.

—Vete a dormir, huelo a que estuviste bebiendo.

No quería más regaños, así que subí a la habitación, me retiré la chaqueta y me tendí sobre la cama. En serio estaba cansada.

Heidi no es mi amiga, ni de nadie, a ella en realidad no la conozco. Un día solo apareció, traída por alguien más, y nunca la he podido sacar de mi vida.

Mi teléfono vibró justo cuando estaba por quedarme dormida. Lo tomé del buró y lo encendí. Es un texto de Nam:

«Lo que te perdiste por buena hija.»

Adjunto al mensaje hay un link, lo presioné y me envió a Instagram, a un reel de un grupo de la escuela cantando en el gimnasio techado. Supongo que, por lo que me envió, y a lo que se refería con «Lo que te perdiste», es porque la Presidenta es la vocalista principal.

Lo que escuché fue muy poco en realidad.

Devolví el teléfono al buró y me acosté bocabajo, entonces me quedé profundamente dormida.

En el vino y el café /FREENBECKY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora