Capítulo 15

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En la clase de gimnasia, estaba en las escaleras, con Heng y Nam, bajo el mismo árbol y me encontraba mirando hacia la cancha, donde está el bravucón, jugando un partido amistoso de básquet.

Sé que solo ha pasado una semana, sin embargo, no ha vuelto a buscar problemas conmigo.

—¡Chankimha y compañía! —gritó la profesora, llamando con una seña.

Me puse de pie, metí las manos a mis bolsillos y fui hacia la cancha, con ambos chicos detrás de mí.

—¿Por qué nunca dicen Poonsak y compañía? —cuestionó Nam en voz baja.

—O Asavarid —añadió Heng.

—Suena mejor Chankimha —dije, después volteé a ver a la primera —Que el apellido sea mío es una coincidencia.

La chica me dió un empujón, con el hombro. Ella es unos centímetros más baja que yo, pero a veces parece de mi altura. Con respecto a Heng, si es más alto que yo.

—Van a jugar en la misma formación —indicó la mujer.

Si las dos únicas veces que hemos jugado, una de ellas sin mí, ya implican una formación acostumbrada más que solo frecuente, Nam y Heng, además del otro chico que sigo sin ubicar, van conmigo.

—¿Quieres ir primero? —le ofrecí con cordialidad al bravucón, quien esperó a  que la profesora se alejara por un balón nuevo para responderme.

—Cuida tu cara—amenazó.

—¿Me la dejarás como la tuya? —expresé con media sonrisa.

—...—antes de que dijera algo más, la Presidenta se acercó.

—David, si algo le pasa, me vas a responder a mí —le dijo con seriedad, después solo se alejó, la seguí con la mirada y luego me volví al sujeto, a quien le sonreí con evidente burla.

Me sujeté el cabello en una coleta alta.

La profesora volvió, ella se encargó de lanzar el balón. Dejé que David se lo llevará y le dejé a Nam el trabajo de recuperarlo.

No estoy segura de si la Presidenta lo asustó, pero no me tocó ni un cabello.

Seguido del partido que, por supuesto, ganamos, fui con Nam a los vestidores. Ella y yo solemos ser las únicas que se tienen que duchar, las demás vienen nada más a cambiarse.

Mientras sacaba mis cosas del casillero, aquella niña se me acercó.

—¿Recuerdas que irás a mi casa? —preguntó.

—Si. Suelo llegar a la una o a las dos, dependiendo el tráfico. Te avisaré cuando ya esté aquí.

—Muy bien.

Cerré la casilla y me fuí al cubículo a desvestirme, al contrario de Nam, quien estaba ahí ya en ropa interior.

                                       ...

En la sesión, el juez únicamente preguntó si se habían presentado represalias detención, algo que no fue así, y quiso saber si iba a tener problemas para el pago de este mes, lo cual tampoco.

El siguiente fin de mes, vendré a hacer la transferencia aquí mismo, como siempre, por temas de logística.

Cuando le dije a mi padre que, en caso de que no hubiera más audiencias, no iba a ir a su casa otra vez, no significa que no tendría que volver al juzgado, sin embargo, eso será una sola vez al mes, ocasión en la que pensaba visitarlo, nada más.

En el vino y el café /FREENBECKY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora