Capítulo 17

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Comenzamos desde el siguiente día; antes de clase, durante el almuerzo o en alguna sesión a la que pudimos faltar.

Nam fue la que trajo la atención, llamando a los interesados al 6° sanitario del edificio de estudios, dónde no pasan profesores, más que alumnos.

Heng se quedaba afuera, en el pasillo, haciendolos pasar o cuidando nos de algún peligro; Nam en la puerta del cubículo; y yo al fondo, con el decente puesto de curiosidades.

Hasta ahora, hemos vendido veinte artículos y tenemos un total de 1,200. Cómo si lo valieran: son cosas viejas y, un par sin utilidad alguna.

—Te doy 100 —ofreció un chico con un juego de cartas esotérico en las manos.

—¿Estás jugando? —Nam se alteró — ¡Es lo que vale una carta!.

—Te estamos haciendo un descuento de quinientos —dije.

—No puedo pagar eso...

—Entonces no nos hagas perder el tiempo —la otra le arrebató la caja.

—No, si lo quiero —intentó recuperarlas.
Nam levantó la mano, dejando las cartas fuera de su alcance. Yo puse una mano en la pared y acorralé al chico.

—Ya sabes el precio —murmuré con seriedad.

—...— hizo una mueca y sacó su cartera, para darme los quinientos, entonces Nam le entregó el artículo.

Recuerdo que esas cartas me costaron como 70 en una venta de garage de una de las familias a las que les cuidaba las mascotas.

Durante la semana seguimos haciendo lo mismo hasta que acabé con todo lo que tenía para vender. Al final, conseguí 5,000, solo que me quedé con 3,000 por el pago a Nam y Heng.

Algo es algo.

Con respecto a Rebecca, estaba ocupada con la recolección de votos para el destino del viaje, así que solo la veía en la entrada y, una vez en el aula, no la volvía a ver en todo el día.

El viernes por la noche, estaba cenando con Anon y su familia. No estoy segura de como decirles que, muy probablemente, luego del viaje de mañana, no regrese a casa de mi padre en un tiempo.

No quiero que Anon vuelva a interesarse por la falta de compromiso de papá y vaya a verlo o haga que él venga aquí.

—Mm... —Ariana bebió de su café. — ¿Te irás muy temprano? —me preguntó.

—A la misma hora —respondí. Suelo salir de aquí a las ocho.

—Quiero mandarte algo para tu hermano. Si no te veo, lo dejaré en la mesa. Es una bolsa blanca.

—Esta bien.

—¿Y como les fue hoy en la escuela? —cuestionó Anon, cambiando el tema.

—Exámenes, pero bien —respondió Linette, luego su Padre me miró.

—... Bien—dije.

—¿Nada nuevo?

—...—miré de reojo a Linette, quien se encongió de hombros. Volví a Anon. —No.

El hombre solo miró, entonces continuamos con la cena.

Luego de ducharme y ponerme la ropa de dormir, volví al sanitario a lavarme los dientes. La puerta estaba entreabierta, así que Linette nada más entró.

—Si estás pensando que les dije algo, no lo hice —habló lavando si cepillo dental, para después ponerle dentífrico.

Escupí la espuma y me enjuague.

En el vino y el café /FREENBECKY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora