Capítulo 13

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Fuimos hasta unas de las máquinas expendedoras, la que está cerca del gimnasio, pues es temprano y no hay nadie ahí.

—A ver —Nam me tomó de los hombros y me hizo tomar asiento en la banca de madera. Ella se sentó a mi derecha, Heng a mi izquierda, se inclinaron hacia enfrente y entrelazaron una mano, haciendo una barrera. En serio no pienso irme. —¿Que carajos fue eso?. —expresó su duda.

—¿Que cosa?

—El arrumaco de la Presidenta contigo —le siguió Heng.

—Suena a lo que hacen los perros...

—¡Concéntrate! —Nam alzó la voz— Ayer la saludaste, hace un rato escuché que se fueron juntas y la vimos abrazándote.

—Cuando te acercaste, yo pensé que la ibas a besar —añadió el chico. Así que sí parecía un beso. Vaya.

—Si siguen así, van a empezar a rumorear que ustedes salen.

—No porque sea un rumor sería falso —le reparé a la chica.

Ambos se soltaron las manos mientras se miraban entre sí. No estoy segura de si entendieron lo que acabo de dejar implícito...

—¡¿Estás saliendo con ella?! —gritó Nam.

—...—si entendieron— Si.

—¡Santo Dios! —Heng se puso de pie. —¿Desde cuándo?

—El fin de semana.

Eso sería desde hace tres o cuatro días.

—No, a ver —Nam solicitó una pausa.— el domingo hablamos y me dijiste que no te interesaba.

—Cambié de opinión.

—No se cambia de opinión así nada más. Y, aunque así sea...

—¿Solo decidiste que te gustaba y empezaron a salir? —completó Heng.

—Si.

No sé que quieren que les diga. Sin importar que todo esto sea una completa mentira, si en serio me hubiera gustado esa chica, la habría hecho mi novia, después dedicaría tiempo para conocerla y esas cosas y, si no resultaba, simplemente hubiera terminado con ella.

En cuanto a ellos no sé, pero yo no tengo tiempo ni interés en cortejar a nadie ni en que lo hagan conmigo.

Con Kai, lo rechacé con toda seguridad porque no me atrae y no iba a perder tiempo, que no tengo, con él, no tampoco hacerle perder el suyo.

—¿Te gusta?

—Si no, ¿Por qué saldría con ella? —respondí.

Nam se puso de pie, mirando a la nada, luego se volvió a mí y colocó las manos en su cadera.

—Dime tres cosas que te gusten de ella —ordenó.

Subí ambas cejas. ¿Tres? No tengo ni una.

—... Es... Es linda.

La chica entrecerró los ojos.

—¿Te refieres a su personalidad? —preguntó Heng.

—Y físicamente, esas ya son dos —tomé la oportunidad aún si no tengo el rostro de esa niña en la mente. —Y me gusta... Que sea obstinada, en conseguir lo que quiere —eso lo pensé recordando las veces que me insistió con esto y en qué estaba segura de conseguirlo , pies una horas después de decirle que si, ya tenía armado todo un método.

—...—Nam bajó las manos, después sonrió —Hacen una bonita pareja.

Dios.

—Tenemos que volver a clase —les recordé.

En el vino y el café /FREENBECKY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora