Capítulo 14

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Ya en la cuadra donde se separa, nos detuvimos. Es la 1:55. Tal vez sea mejor hablarlo después.

—¿Y bien? —preguntó.

—...— Ya. Si se va a enojar, que se enoje. —No sé cómo te llamas —susurré un tanto incómoda.

Cómo esperaba, enserió y ladeó la cabeza. Se está enojando. Más vale que no me golpee, porque con eso no me puedo controlar.

—¿No sabes... ? ¡¿No sabes mi nombre?!

—Sé que tú apellido es Armstrong —dije para aligerarlo.

—¿Cómo crees? ¿Y si alguien te hubiera preguntado? —alzó la voz una vez más.

—Media escuela me tiene miedo, nadie me iba a preguntar.

—... — Cerró los ojos y suspiró para tranquilizarse. —Becky —habló en calma.— Mi nombre es Rebecca Patricia Armstrong. No me gusta que me digan Rebecca, porque generalmente es para pedirme un favor.

—De acuerdo.

—Y el tuyo es Freen Chankimha, yo si lo sabía —alerdeó, luego dió la vuelta para irse.

—Si sabes que no me llamo Freen, ¿cierto?

Volteó

—¿De que hablas? —se deshizo de toda expresión.

—Es un sobrenombre.

—... ¿Cómo te llamas? —cuestionó asustada.

—¡Ja! —sinreí.

—¡Dime! —sacudió una mano.

—Sarocha —dije.

—Sarocha —musitó mirando a la nada. —okey. Lo tengo.

—Nos vemos —me despedí.

Avancé hasta la librería. Por suerte, llegué un minuto antes de la hora. Mi jefa estaba ahí, parece que no tiene pensado salir.

Fui a dejar mis cosas y volví. Que ella se quede, significa que la limpieza me corresponde a mí, es decir, siempre es mi trabajo, solo que a veces no lo hago si no está.

Sujeté mi cabello para que no me estorbara al trapear. Además, el calor erra horrible.

—Todavia no me confirma nada este señor —habló de pronto, con el mentón pegado recargado en el mostrador. Supongo que se refiere a la confirmación que estaba esperando del autor.

—¿Hace cuánto le pregunto?

—Esta mañana.

—Es un escritor, ha de recibir muchos correos y no creo que tenga tiempo de verlos.

—Si no responde, ¿le mando otro?

—Por lo menos espere hasta mañana.

—...—se levantó de la silla. —Voy a comprar un frappé,  ¿quieres algo?.

—Estoy bien.

Mi teléfono vibró, así que, mientras la mujer iba y venía, tomé asiento en el sofá para descansar y ver el texto. Es de la Presidenta:

«Necesitamos conocernos más. Ven a mi casa el domingo, cuando regreses.»

En todo el día, mi jefa no obtuvo respuesta y no creo que mirar la pantalla de su celular, todo el tiempo, diera a servir de algo, en cambio, no se lo dije.

Cuando llegué a casa de Anon, en la Noche, Bella me recibió y creo que quería comer, así que entré a servirle la porción de croquetas, además de rellenar el agua, después termine de llegar.

En el vino y el café /FREENBECKY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora