Jungkook recorría los confines del salón como una bestia enjaulada.
Nunca debería haber permitido que Jimin fuera a la prisión sin él, se repetía con furia. Era cierto que entrañaba peligro, pero la amenaza de que lo descubrieran y lo devolvieran a la celda habría sido mucho mejor que esta maldita espera interminable. Ya llevaba horas fuera y las calles estaban oscuras como boca de lobo. Había necesitado todo su autocontrol para no salir a buscarlo. El hecho de que no hubiera regresado de inmediato con Charlotte sólo podía significar que el hijo de perra de Drummond o quien hubiera sido responsable de su arresto se había negado a soltar a la aterrorizada niña.
Jungkook podía imaginarse el horror de Jimin al darse cuenta de que uno de sus niños iba a quedarse retenido en la inmundicia de la cárcel. Probablemente habría decidido quedarse con Charlotte para intentar calmar los temores de la pobre niña. Tal vez incluso planeaba quedarse con ella toda la noche o hasta que el gobernador Thomson lo sacara a rastras de la celda de Charlotte. Sería típico de Jimin hacer algo así. Park Jimin no era un hombre que abandonara fácilmente a un niño si sabía que se hallaba en una situación de peligro. Su determinación a la hora de ayudar a los demás era un rasgo que él había respetado y admirado desde el primer momento en que lo vio de pie en su celda.
Deseo haber demostrado la misma determinación indomable con Emmaline.
Maldijo y yació lo que quedaba de su whisky. Gracias a Dios, Oliver guardaba una botella en su habitación «para uso medicinal». Después de ver a Jungkook recorrer inquieto el salón durante casi una hora, el viejo había sugerido que tal vez le hiciera falta un pequeño trago para calmarse un poco. Jungkook llevaba ya bebida más de media botella y aún no sentía la menor calma. En todo caso, la necesidad de pasar a la acción ardía como un fuego en sus entrañas. Si Jimin había decidido pasar la noche en la cárcel, debería haberle mandado un aviso para que no se preocupara, decidió con furia. ¿Cómo podía mantener la calma con Charlotte en la cárcel y Jimin vagando por las calles de Inveraray a solas en la oscuridad? A estas horas las calles estaban plagadas de todo tipo de escoria depravada, un hecho que él podía testificar bien. Según sus cálculos, Jimin había iniciado el regreso a casa hacía horas, y de camino había sido atacado o secuestrado.
Dejó la copa en la mesa con un golpe y se fue a zancadas hacia la puerta, decidido a buscarlo.
Antes de alcanzarla, una llave giró en la cerradura y la puerta se abrió lentamente. El alivio le invadió al ver a Jimin de pie ante él, con el rostro ensombrecido por el ala de su sombrero y la mortecina luz que se vertía desde la única lámpara que ardía en el vestíbulo. Paradójicamente, percatarse de que estaba sano y salvo desató toda la cólera que ardía en su interior.
—En nombre de Dios, ¿dónde ha estado?
Su voz la alcanzó como un látigo.
Jimin ni siquiera se estremeció, sólo alzó levemente la cabeza hasta que el óvalo pequeño y pálido de su rostro quedó expuesto a la tenue luz.
—Se negaron a soltarla —murmuró con un hilillo de voz en medio de la quietud de la noche. —La han encerrado en una celda con una loca asesina que grita y parlotea constantemente. Tienen intención de retenerla allí tres días hasta el momento en que la lleven a juicio. Fui a suplicar al señor Ingram que hablara a favor de ella, pero se ha negado. Ha dicho que Charlotte tiene que servir de ejemplo para todos los indeseables de nuestra sociedad. Luego me he tragado el orgullo y he ido a ver a Charles, para rogarle que contratara a un buen abogado que nos representara. Y ha dicho que era cosa de mi marido pagar los gastos de mis mocosos, y que yo había hecho mi elección el día que decidí quedarme con el hijo de una fulana en vez de casarme con él. Ha dicho que siempre había sabido que mi vida acabaría en desastre. Sabe lo del banco, fíjese, sabe que corro serio peligro no sólo de perder la casa, sino también de perder a los niños. Y no le importa. Cree que es lo que me merezco.
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Corazón Prisionero x Kookmin +18
FanficEn el pasado fue un hombre poderoso. Ahora es sólo un asesino convicto. Jungkook, marqués de Jeon, sabe que no hay forma posible de librarse de la soga del verdugo. Pero está equivocado y un misterioso joven aparece en su tenebrosa celda y al amparo...