Capitulo 3

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- ¿Cómo que no la puedes despedir? - preguntó indignada luego de escuchar la negación rotunda de su padre.

- Nunca lo haré - respondió luego de tragar de su puré de papa. Estaban en un restaurante lujoso de la ciudad por la noche - y menos si al hacerlo se va con el imbécil de Connor Carter - dijo aquel nombre con todo el desprecio posible.

- ¿Y qué importa? Ella es una abogada común y corriente. Tiene un doctorado ¿Y qué? - Preguntó como si no fuera nada relevante - yo también podría tener uno y ocupar su lugar. Además soy tu hija.

- ¿Comprendes la magnitud de la tontería que estás diciendo? - Preguntó molesto por la inmadurez de su hija - Samantha Rivera es simplemente Samantha Rivera. Connor Carter se la ha intentado llevar miles de veces, pero ella se mantiene fiel a mi firma y no la voy a despedir por tu estúpido capricho de ser mejor que ella - sentenció - ¿Te quedó claro?

- No - respondió en voz baja jugando levemente con el tenedor en su comida. Su padre suspiró, no le gustaba ser tan duro con ella.

- ¿Por qué no le das una oportunidad a Samantha? - preguntó en una pequeña sonrisa.

- Es ella quien no me la quiere dar a mí - suspiró un poco bajo.

- La conozco, y ella es un poco dura al principio por diversidad de cosas - respondió sin querer dar muchas explicaciones - pero solo tienes que conocerla un poco. Samantha es una buena chica.

- No lo dudo - respondió recordando lo poco que pudo leer de aquel escrito de Samantha - supongo que también es muy talentosa.

- Lo es, conócela - dijo Marco sonriendo - a pesar de estar divorciada y hacernos creer que no tiene ganas de vivir, estoy seguro de que te sorprenderías mucho - Rocio sólo se encogió de hombros ante las palabras de su padre, tal vez sí había sido un poco ruda con Samantha y debía tratar de conocerla mejor.

~

Samantha estaba en el pequeño estudio que improvisó en una de las habitaciones de su casa pensando en lo miserable que era su vida, o al menos para ella ya no había razones para pensar lo contrario.

- Está llamando al número del talento no descubierto - respondió al descolgar su celular - ¿Qué requiere de mí?

- ¡Mi amor! - Escuchó esa voz hablar en alto - ¿Cómo estás?

- ¿Requiere mis servicios como abogada? - preguntó tratándolo cómo a cualquier persona que llamaba a su número privado laboral.

- Requiero tus servicios como mujer - respondió galantemente y Samantha rió un poco.

- No tengo tiempo - suspiró rascando un poco su cabeza - ¿Qué quieres? ¿Y por qué llamas a mi número privado?

- Escuché que te divorciaste - respondió. Samantha puso sus ojos en blanco.

- Me divorcié de ti - respondió confundida - ¿Estás ebrio? - preguntó aunque ya supiera la respuesta.

- Puede - respondió en una risa - Vuelve conmigo, amor. Te extraño mucho... - Samantha suspiró.

- No gracias, pero gracias - respondió en una risa irónica antes de cortar la llamada - al parecer no soy la única con una miserable vida - susurró mirándo su celular, aunque eso ya lo sabía.

Esa noche dormiría en la cómoda silla donde acostumbraba sentarse a escribir, el primer regalo de Félix como su esposo.

~

Samantha llegaba a su habitual día de trabajo con un vaso de cartón lleno de café en una de sus manos y su bolso y folders en la otra. Lo que menos se esperaba encontrar al llegar era a la hija del señor Marco sentada en su silla, de nuevo, con una cara que derrochaba arrogancia.

Paper Hearts || Factor RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora