Capitulo 12

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Samantha y Rocio llevaban más de treinta minutos en el auto de Samantha y ella no decía ni una palabra. Reinaba un silencio que no llegaba a ser incómodo, pero tampoco era cómodo.

– ¿A dónde vamos? – preguntó Rocio intentando iniciar una conversación con ella.

– A un lugar – Samantha respondió con su mirada fija en el camino – dijiste que querías venir conmigo – rió – pienso que, puedes esperar un poco.

– Sí – respondió asintiendo – es solo que llevamos casi una hora aquí y no has dicho nada... – Samantha asintió.

– A veces es mejor disfrutar la presencia de la otra persona – respondió con una sonrisa – la tranquilidad que te aporta la otra persona. Quisiera poder hacerlo ahora – dijo sinceramente, ya que la vida le enseñó cuando sería la última vez que podría hacerlo, cualquier momento.

– Claro – susurró volviendo su vista a la ventana del auto acariciando los pétalos de la margarita que sobresalía de su oreja.

Rocio no tenía idea de a donde se dirigían, solo se daba cuenta de que poco a poco iban saliendo de la ciudad y que las casas eran cambiadas por árboles y zonas verdes. La vista era preciosa, nunca había pasado por ese lugar antes. Nunca se había detenido a ver la vista, nunca se detuvo a apreciar lo que verdaderamente importaba. Tener buenos recuerdos ayuda cuando no da tiempo de decir adiós.

Pasar tiempo con Samantha, a pesar de ser relativamente poco, le ayudó a comprender muchas cosas y le hizo cuestionar muchas otras. Siempre había intentado ver la mejor perspectiva de cada aparente mala situación y siempre lo había logrado, hasta que Samantha se cruzó por su vida. Una mujer que veía la peor perspectiva de cada situación, pesimista, melancólica y aferrada al pasado. A pesar de tener sus propios problemas, decidió animarla y al parecer estaba funcionando. Era agradable verla así, con una razón para sonreír.

– Rocio – la llamó Samantha apagando el auto – ya llegamos – Rocio se dio cuenta de que estuvo inmersa en sus pensamientos mucho tiempo. Parpadeó varias veces para intentar ubicarse, y cuando lo logró se dio cuenta de que estaban en el estacionamiento de un lugar abierto.

– ¿Dónde estamos? – preguntó Rocio viendo cómo Samantha tomaba su bolso de la parte de atrás del auto antes de abrir la puerta.

– Te dije que vendríamos a visitar a alguien – respondió aun sonriendo bajando del auto y cerrar la puerta tras ella. Rocio sin entender hizo lo mismo – este es un lugar bonito – dijo Samantha una vez notó que Rocio caminaba a su lado – muy familiar, no de una buena manera.

– ¿Esto es? – preguntó mirando alrededor. Flores, arboles, césped, el viento un poco fuerte – oh, Samantha... – Samantha asintió cerrando sus ojos sin dejar de caminar – ¿Hoy es?

– No tenía planeado venir contigo – se encogió de hombros sinceramente – tu papá me dijo que serían solo un par de días. Nunca pensé que pasaría todo lo que pasó en ese tiempo, pero ya que lo sabes no tenía razón para esconderlo de ti – la miró. Rocio la miró con ternura – no quiero que pienses que te estoy forzando a entrar a mi mundo y al de mi hijo, es solo que...

– Me siento feliz – interrumpió tomando su mano – es precioso que quieras compartir estas cosas conmigo – Samantha la miró volviendo a sonreír mientras que entrelazaba sus dedos con los de ella.

– Es por aquí – dijo mientras la dirigía. Caminaron menos de dos minutos cuando llegaron al inconfundible lugar donde descansaba el cuerpo de Noah Félix Rivera – buenos días, hijo – saludó al llegar, como si pudiera responderle.

Rocio se tomaba todo con mucha comprensión, no debía ser fácil para Samantha enfrentar todo lo que conllevaba el duelo. Había pasado por la muerte de su hijo, prácticamente sola y ahora se veían los efectos de eso. 

Paper Hearts || Factor RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora