Parte III. O3

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Miras el lienzo en blanco. Llevas horas mirando ese lienzo blanco, no, horas no. Días.

Largos días, en los que estás encerrado en el que siempre consideraste tu cuarto favorito, tu lugar seguro, más hoy se sentía como tu propia prisión personal, la cual aunque no quisieras habitar, te negabas a abandonar.

La culpa era demasiado.

Cada vez que pensabas que estabas tranquilo, que creías que estabas en calma, que te sentías un poco más como siempre, los recuerdos te golpeaban de la nada, el rostro de Minho cubierto de lágrimas, su cuerpo hecho un bollo en la esquina mientras temblaba. Se sentía como si el aroma a naranja, sus feromonas cargadas de terror, estuvieras tatuadas en tu nariz.

Solo ese recuerdo bastaba para no quisieras salir jamás.

Si por ti fuera, estarías en la casa de tus padres, envuelto en tu cobija de toda la vida que siempre había mantenido un poco del aroma de tu padre omega - el único omega después de Jisung que lograba calmarte a ti y a tu lobo-.

Habían pasado ya varios días desde que el celo de Jisung se había presentado y acabado, y lo que más lamentabas es que Minho los hubiera visto. Sentías más vergüenza por saber que Minho te había visto así, tan frágil, tan débil, tan inútil.

Diablos, odiabas ser tan idiota.

Pareciera que solo sabias ponerte en ridículo, en situaciones horribles, y entre tus opciones siempre tomar la más estúpida e humillante, que te hiciera ver como un alfa inútil. Y no es que no lo fueras, pero la idea era que no se notara.

"Soy patético" piensas, tus ojos ahora en tus brazos los cuales ya estaban curados.

No entendías cómo funcionaba lo de ser alfa puro, pero al menos tenías el beneficio de que heridas que no fueran críticas no dejaban cicatriz. Seria doblemente humillante que encima de tus recuerdos, tus cicatrices te recordaran lo idiota que eras.

Una cosa era molestar a Jisung y a tu lobo, otra era hacer semejante idiotez que te expusiera, y pusiera en vergüenza.

Suspiras, volviendo a mirar el lienzo en blanco.

- ¿En qué piensas? - escuchas detrás tuyo, y todo tu cuerpo se tensa.

¿Por qué? ¿En qué momento? ¿Cómo es que no habías sentido su aroma?

Agudizas tu olfato, y luego de unos segundos lo procesas. El óleo.

Era tan fuerte el aroma de la pintura, y estaba tan cerca, que te era difícil notar otro aroma.

Por eso siempre te encerrabas en este cuarto cuando querías molestar a tu lobo y Jisung. El aroma de la pintura era lo suficientemente fuerte para neutralizar hasta las feromonas del omega.

Que gracioso. Tu propio lugar seguro se volvió tu trampa.

- Hyunjin - escuchas detrás tuyo, el suave aroma a naranja ahora si entrando por tus fosas nasales, mientras una cálida mano se apoya en tu nuca, ejerciendo una suave presión.

Presionas tus labios con fuerza, bajando aún más tu cabeza hacia abajo, tu cuerpo poniéndose más rígido cuando las feromonas de Minho liberan un poco de miedo.

Si el infierno existía, estas seguro que seguramente se sentiría como vivir este momento en un bucle que no se sabría nunca jamás cuando terminaría.

- Lo siento, no puedo evitarlo - señala Minho, su voz sonando rota.

Aprietas tus ojos, negándote a hacer cualquier cosa. Quizás así el beta se iría.

Construyendo el amor - HyunMinSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora