30- Besé a...

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Ruby

La situación era... extraña, bueno, no extraña... peculiar.

Yo amasaba la pizza en la isla de la cocina pensando en todo, menos en la cena, cada tanto suspiraba, pero era un suspiro triste. Oliv estaba sentada en la isla mientras le daba de comer a Fairy ¿aceitunas? Sin prestarle atención y suspirando de vez en cuando. Vera preparaba la salsa con la mirada perdida y también suspiraba.

Cuando las tres suspiramos a la vez, supe que debía hacer algo. Ya parecía comedia romántica.

—¿Qué les pasa? Están raras —dije dejando de hacer mi tarea. Ellas me imitaron, lanzándose entre sí una mirada.

—No sé de qué hablas. —Vera se rascó la cabeza fingiendo demencia.

—Yo no estoy rara, tú estás rara. —Oliv se comió una aceituna que Fairy había lamido. Estuve por decirle, pero me arrepentí.

—Bien, lo admito, estamos raras —dije—. Pero díganme que les ocurre.

—Yo estoy perfecta. —Vera volvió a tomar la cuchara de madera.

—Yo también. —Olivia comió otra aceituna.

Las conocía los suficiente como para saber que algo no estaba bien, o bueno, demasiado bien. Suspiré y las miré. —Ya hablen.

—Besé a Zeb.

—Besé a Zion.

Vera

La cuchara que tenía en la mano cayó al suelo. Oliv había besado a Zion. Fue extraño imaginarlo, pero no me molestó. Fue más como una especie sorpresa, pero incluso fue una sorpresa de la buena.

Quizá no me molestaba tanto porque, de alguna forma, eso me sacaba un poco de culpa por besar a Zeb. No estaba molesta con ella.

Ruby

Mi quijada casi tocó el suelo cuando escuché eso. Aunque luego me reí, no a carcajadas, pero sí solté una risita.

Vera había besado a Zeb. Era algo esperable de alguna forma, de una forma un tanto extraña, pero aún así esperable. Sus personalidades eran bastante compatibles de hecho.

Lo de Oliv tampoco me sorprendía demasiado.

Supongo que fue el momento, y el hecho de que ambas habían soltado su sopa, porque dije:

—Bueno... yo besé a Zack.

Olivia

Me llevé ambas manos a la boca. Lo había besado, realmente lo había besado.

Me quedé un segundo pensando en eso. Una de mis mejores amigas había besado a mi ex, pero yo había besado al ex de nuestra otra amiga y nuestra otra amiga lo mismo. Demasiado extraño, pero real.

Creí que iba a llorar, digo, mi amiga me había "traicionado", pero no derramé una lágrima. No odiaba a Ruby, en lo más mínimo.

Aunque noté que Ruby lo dijo con un tono un poco más triste. —¿Estás bien, Ru? —pregunté y con Vera la miramos.

Ella asintió. —Sí, estoy bien, ¿ustedes los estan? —preguntó.

—Yo estoy bien —dije.

—Yo también.

—En ese caso, sigan cocinando, porque la cena no se hará sola —dijo con ánimos y volvió a amasar.

Nadie volvió a hablar del tema el resto de la noche, pero no se sintió ningún tipo de tensión o enfado por parte de ninguna. Comimos, vimos una película y nos fuimos a dormir.

La Venganza de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora