Ruby
Muchos pensamientos y piezas uniéndose rondaban mi cabeza en la noche. Zack yacía sobre mi pecho mientras yo le acariciaba el cabello. Aún tenía las mejillas húmedas y su corazón iba recuperando de a poco su ritmo normal.
Verlo tan vulnerable me había hecho darme realmente cuenta que de ellos tres eran humanos, con virtudes y defectos. Ya lo sabía, pero jamás me lo había puesto a pensar así. Suena descorazonado, lo sé, pero la historia me había hecho sentir cierta... culpa.
Antes de notarlo me había quedado dormida. No recuerdo bien qué soñé exactamente, pero Zack estaba allí, eso seguro.
—¿Qué sueñas, Ruru? —me preguntó Zack, mientras se ponía su camiseta, cuando apenas abrí los ojos—. Murmuraste algunas palabras.
Zeta estaba mordiendo el zapato de Zack junto a mi cama.
—Ni idea —admití levantándome de la cama y notando que llevaba la misma ropa que el día anterior. —Debería bañarme. —Me agaché para acariciar al peludito.
Zack levantó la cabeza como un perro al que le muestran su hueso.
—¿Puedo acompañarte?
La idea no era mala, de hecho me hubiera gustado, pero tal vez no con mi madre en el cuarto de al lado.
—Me encantaría... —sonrió— pero cuando no haya tres familias completas aquí.
Asintió entendiendo.
—Buena idea. —Caminó hacia la puerta y la abrió para mí. Supuse que quería ir a la cocina por café -justo como yo-, pero debía preguntarle una cosa.
—¿Estás... bien? Con todo lo de ayer y lo de tu madre... —Me acerqué cautelosamente a él.
Su mirada se suavizó y sonrió levemente.
—Lo estoy. Es una pena con la que aprendí a vivir y que me dolerá por siempre, pero también aprendí que es mejor extrañar a alguien mirando a las estrellas que mirando la tierra. —Asentí entendiendo a qué se refería. —Gracias por preocuparte, Ruru. —Me acarició la barbilla.
—Para algo estamos las novias, ¿no? —Acerqué mi rostro e hice puntillas para lograr besarlo.
Olivia
Bajaba las escaleras, luego de encontrar mi cama vacía, cuando oí dos voces masculinas. Apresuré un poco mi caminata a la cocina y abrí la puerta sin previo aviso.
—Buen día, belle.
—Buenos días, Liv.
Estaban los dos conversando, o eso parecía. Ambos con una mano apoyada en la barra y estando frente a frente. Zion rodeó la isla y me dió un besito en la nariz.
—Te levantaste antes —dije abriendo mis ojos un poco para darle pena. Yo lo llamaba "Efecto Cachorro": Tienes que hacer que tus ojos se vean más grandes y tiernos. Es una técnica sutil, ya que no utiliza el puchero, solo en casos extremos.
—Lo siento, pero no podía volver a dormir y no quería despertarte. Lo siento.
—Está bien. —Entonces le dí yo un besito en los labios. —Haré café.
—Ya está hecho, Liv. —Mi padre mostró la taza que se había servido confiadamente.
—Entonces haré las tostadas. —Volteé hacia la mesa y me encontré con todo el desayuno ya preparado, incluso el jugo de Vera. —Wow.
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La Venganza de los Corazones Rotos
Teen FictionRuby, una escritora con un futuro brillante; Vera, una futura gran artista y Olivia, una princesita de papi; tienen el corazón roto. Pero, estos no fueron rotos por cualquier chico, fueron rotos por los hermanos Mercier. Para la mala suerte de estas...