95.

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—Vamos a negociar... Por tu bien, por el bien de todos. Siguiendo la carretera en línea recta llegamos a tu casa rápido, si quieres puedes entregarme a justin y a su guardaespaldas, estoy desarmado o si quieres saber de qué trata el plan, giras a la izquierda. Tú eliges.
_____ se sintió confundida, ¿Desataría una guerra llevándolo a casa? O todo era parte de un plan para acorralarlos y matarlos a todos, ¿Ella podría detener la batalla? ¿O muy en el fondo también quería vengarse de Justin? Todas las preguntas daban vueltas y vueltas en su cabeza.
Él era un psicópata, sabía que no le temblaría el pulso en acabar con su vida. ¿O no? Siempre tuvo una imagen tétrica de él, pero realmente la vez que la secuestro no le hizo ningún tipo de daño. Pero en algo tenía razón, le había aguantado tanto a Justin para que él la traicionara con la primera falda que encontrase. Se sentía boba a su lado, siempre había sido la débil esposa de Justin, la enferma esposa de Justin, la inocente esposa de Justin. ¡Estaba cansada! Sintió que las lágrimas arropaban su rostro y no sabía decir si era por el pánico o era de rabia y decepción. Él podía ser un malvado pero tenía razón. Justin nunca la había tomado en cuenta, nunca cambiaría. Se limpió las lágrimas con furia. Frunció el ceño, arqueó una ceja y por primera vez en su vida sintió que unirse al mal no sonaba tan mal.

Finalmente giró a la izquierda.

**
— ¿Por qué no solo te calmas? Preguntó Nani al ver como Justin caminaba como animal enjaulado.
—Se fue desde esta mañana, Nani... Tal vez le pudo haber pasado algo, dijo preocupado.
—Eres un paranoico, ella solo quiere pensar, créeme siempre lo sospeché pero ¿Tú enredado con Lía? En serio me sorprendes.
—Gracias, respondió él en tono sarcástico.
—Lo siento, dijo Nani con tono irritado.
Justin observó el reloj por milésima vez, eran las once de la noche. ¿Dónde mierda estaba?
Vio como el auto azul aparcaba cerca, la vio desmontarse, tenía el aspecto algo desalineado, traía algunas bolsas de compra en las manos, no lo observaba. Caminó hacia la casa y una vez adentro siguió de largo hacia la habitación, como si nada hubiese pasado. No gritó. No dijo nada. — ¿Nena? Le dijo él subiendo detrás de ella.
—Ahora no, Gracias. Respondió metiéndose a la habitación y tirando las bolsas en una esquina de la habitación.
Se metió en la ducha, no fue hasta que sintió el agua golpearla en la espalda que empezó a llorar. ¿Qué había hecho? Lo había vendido. Había vendido a su esposo a Rolando, lo había condenado. Respiraba con dificultad mientras analizaba los hechos. Lo había traicionado, se había dejado llevar por la rabia, mezcló las cosas y ahora nada era reversible. Él no la iba a perdonar, lo sabía.
¿En que estaba pensando? Ella no podía vivir sin él, gritó de dolor, la había jodido hasta el fondo. Recordaba la conversación con rolando.
— ¿No te gustaría vengarte de tu esposo? Esta es la oportunidad perfecta. ¿Qué me dices?
—Acepto. Dijo en tono frio.

Un amor entre la mafia y la muerte II (Editada & disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora