98.

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___ al ver que se dirigían a la piscina trató de zafarse pero no pudo. — ¡Joder no! ¡No lo hagas! Gritaba tratando de sonar enojada pero falló miserablemente, estalló en carcajadas. Justin se tiró con ella al agua, el agua estaba helada, salió a la superficie y respiró hondo, Él trató de hundirla pero ella se alejó. Sintió que él la pegaba a su cuerpo. —Eres una tramposa, le dijo abrasándola. Ella se quedó observándolo unos segundos, se acercó a sus labios y lo besó, al principio él puso resistencia pero luego la pegó más contra él. La pasión entre ellos chispeaba en todo los alrededores.
—Te deseo tanto, le dijo él besando su cuello, al tiempo que bajaba los tiros de su bata, ella lo ayudó con la tarea, él acarició su cuerpo ahora desnudo. Su bata se quedó enroscada en su cintura, justin la terminó de quitar junto con sus bragas. —Me vuelves loco ¿Lo sabías? Solo tú, princesa, mi princesa... Mi vida. Mi todo. Mía, le dijo frotando su nariz con la de él.
Ella sonrió... —Tuya, le respondió acariciando su cuerpo.
Él nadó con ella aun besándola y paró al sentir una pared a su espalda, __ se sumergió y le bajó los pantalones, luego enroscó sus piernas alrededor de su cintura. — ¿Ansiosa? Le preguntó él besando la punta de su nariz.
—No puedo esperar, respondió besándolo. Él se introdujo en ella lentamente y esa era la maldita mejor sensación que había tenido en días, cuando hacían el amor olvidaba todo lo malo que le había pasado o que había hecho, eran solo ellos dos.
Cuando despertó se encontró acurrucada entre las sabanas, sola. Se tocó el pelo, estaba hecho un desastre y para colmo estaba enredado. Tenía una bata verde. Recordó rápidamente la noche anterior, sonrió involuntariamente, cerró los ojos y era como si pudiera sentir sus embestidas dentro de su cuerpo, sus besos en el hombro, sus fuertes brazos, abrasándola, escucharlo gritar cuando se corrió, sentirse mojada y deseosa de su esposo, y luego se acordaba del cansancio que le había producido su sesión de sexo en la piscina, recordaba también que él la había tomado en brazos y la había llevado a la habitación. Se mordió le labio. Él era perfecto. Fin.
Lo vio entrar con una bandeja. Le estaba llevando el desayuno a la cama. ¿Qué más podía pedir? Él estaba todo radiante con su sonrisa de 'Oh sé que te deslumbro' y realmente lo hacía, y ella... bueno ella tenía el pelo todo enredado y la cara de espanto. ¡Era injusto! Se trató de ocultar entre las sabanas pero le fue imposible. Él se sentó con un desayuno realmente apetecible, en los últimos días no había comido bien, eso se debía a la tensión de la persecución. Tenía frente a ella tostadas francesas, también frutas y jugo de...— ¿Qué es eso? Preguntó al ver el jugo.
—Según nani, es licuado de banana y coco. Dice que te ayudará.
Ella se encogió de hombros y empezó a comer. Justin le contaba acerca de un nuevo apartamento que pensaba comprar, quedaba en el mismo centro de la ciudad, era en un quinto piso. En ese momento se escuchó el llanto de Diego, justin suspiró se paró y regresó luego de unos minutos con un niño gritón en los brazos y un biberón en otra mano.
Se sentó en la cama con el niño y empezó a alimentarlo, sinceramente verlo ejercer la profesión de papá la llenaba de alegría, sonrió... — ¿Qué es tan gracioso? Preguntó justin frunciendo el ceño.
—Tú.
— ¿Yo? ¿Por qué? Preguntó sonriendo.
—Cuando estas con el niño... No sé, se ven lindos. Dijo con sonrisa de tonta.
Diego se había convertido en un pequeño tornado arrasaba todo a su paso, si ya era inquieto y no sabía caminar no quería imaginar cuando tuviera dos o tres años, gateó hasta ella y botó el jugo en la cama. — ¡Joder! ¡Diego! Exclamó ella enojada. El niño que ya podía sentarse, juntó las manitos y la observó expectante. —Niño malo, le dijo haciéndole una mala cara. El niño gateó en dirección a su padre como si no hubiera hecho nada. ___ suspiró, se paró y empezó a quitar las sabanas pero justin la detuvo. —Yo me encargo de eso, le dijo en tono tierno. Ella sonrió, le dio un beso en la mejilla y se metió al baño.
Lego de una hora y con un pelo desenredado, se encontraba en pantalones cortos rasgados, y una blusa más arriba del ombligo tomando el sol en el balcón de la habitación, el niño estaba en una colcha en el piso. Cerró los ojos y de repente sintió que el niño estaba en su espalda, acostado encima de ella. Sonrió, giró y lo subió en su estómago. — ¿Por qué eres tan inquieto? Le preguntó besando sus pequeñas mejillas.
El niño se estiró y tomó los lentes de sol que tenía en la cabeza, ella sonrió y se los puso. Se veía tan gracioso, luego se los quitó y se paró, todo en la casa estaba relativamente tranquilo, Elisa y Nani sostenían una discusión acerca de lo condimentado que debía quedar un pavo, Lía estaba en una esquina, tan solo verla le revolvió el estómago. Vio a Gray, Billy y a justin entrar, al parecer venían de hacer ejercicios, todas las mujeres se giraron a observarlos, ella frunció el ceño, todos tenían algo en el pecho, menos justin, él tenía el t-shirt en la mano, observó de reojo a lía la cual lo adoraba con la vista sin disimulo.
Pretendía decirle algunas cosas a solas pero él no le dio tiempo, entró directamente a la cocina y le dio un beso en los labios, la tomó de la mano y prácticamente la arrastró fuera del lugar. ¡Más le valía! Después de unos segundos la respuesta le vino a la cabeza. ¡Joder! Lo había hecho a propósito, para evitar broncas la había sacado de la cocina, porque sabía que lía estaba ahí. Se zafó de su agarre. Él la observó confundido. —No tienes que hacer el papel de Divo, claramente puedes entrar con toda tu ropa puesta, le dijo de mala gana y se fue al balcón con el niño.
Se pasó todo el día con diego, cosa que incomodó muchísimo a lía ya que se suponía que ella debía cuidarlo, esa estúpida zorra siempre quería hacérselas de imprescindible ante su esposo, pero ella no le daba el gusto, el niño era más feliz a su lado, cuando estaba con ella no lloraba, y se mantenía riendo todo el día.
Escuchó a Justin maldecir por teléfono e indicarle a Billy que lo siguiera. Joder, eso no significaba nada bueno, el resto del día se la pasó encerrado en el estudio. Se estiró en el balcón de su habitación, la noche ya estaba cayendo, luego de haber bañado a su pequeño tornadito se había quedado dormido, lo había acostado en su cama, vio como justin atravesaba la habitación con un cigarrillo encendido en los dedos y se apoyaba en el balcón. No dijo nada, siguió fumando y mirando para otro lado. Ella se sentó en el borde. — ¿Pasa algo? Le preguntó. 

Un amor entre la mafia y la muerte II (Editada & disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora