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  Pasaron varias semanas... Realmente veía más a menudo al niño pero eso significaba tolerar toda clase de cosas por parte de Justin, él tenía la fiel idea de que ella y Sebastián eran novios. Y realmente no era así, lo había visto algunas veces, solo por una o dos horas, ninguno tocó el tema del sexo, era como si la vez que se acostaron nunca hubiera existido. Y era mucho mejor así.
Ese día, 06 de septiembre su bebé cumplía un año. Se había enterado por Nani de que justin había organizado una gran fiesta para el niño, ese mismo día Sebastián se iba del país y ese mismito día su auto se había averiado así que había quedado con Sebastián para que la llevara a ver al niño y le importaba una mierda si estaba invitada o no a la fiesta, ella era su madre. Si no hubiera sido por ella Diego no hubiese existido.
Se había preocupado unos días antes ¿Qué le podía regalar al niño que lo tenía todo? Antes del bebé nacer justin y ella habían acordado comprarle una pequeña moto en miniatura pero entonces no sabía si comprársela ya que probablemente justin lo habría hecho. Así que estaba con las manos vacías. Esperaría a ver lo que no le regalaron para luego ella comprárselo.
Se desmontó de la moto de Sebastián con cuidado, llevaba una falda negra bastante corta de tela y una camisa blanca remangada en los codos, toda esa combinación a juego con unas sandalias doradas. Ajustó sus lentes de sol. —Gracias por traerme y Buen viaje, le dijo abrasándolo.
—Ya sabes... Cuando te divorcies y busques un novio...
Ella lo golpeó en las costillas. —Era broma... Dijo Sebastián sonriendo. —Nah, mentira... No lo era... Cuídate. Te llamaré cuando regrese.
_____ asintió, sacudió su mano derecha en señal de despedida y entró en la casa. Se sorprendió ante la vista. A medida que caminaba calculaba que mínimo había cincuenta personas, de las cuales conocía a algunas, principalmente eran amigos de justin de cuando estaban en la universidad, los había visto una que otra vez cuando estudiaba pero nunca había habado con ellos. Había muchos niños corriendo, algunos estaban en la piscina y otros en el patio trasero. Se quedó parada viendo la decoración del patio trasero, había una piscina de pelotas de colores, una casa inflable y los columpios. Seguramente Justin había gastado un dineral en todo eso.
Estaba tratando de encontrar a alguien conocido, entonces su vista se enfocó en Nani, la cual trataba de montar a Diego en un columpio pero él lloraba y la pateaba... Al parecer ella parecía cansada, y la comprendía, tener que lidiar con tantos niños hacía entrar en pánico a cualquiera. El niño enfocó su vista en ella y se zafó de los brazos de Nani corriendo hacia ella. Se aferró a sus piernas llorando.
Nani se le acercó. — ¿Cómo la llevas? Le preguntó.
Nani casi gimió con frustración. —Creo que ver a tantas personas lo ha puesto nervioso, no ha parado de llorar en todo el día.
____ lo alzó en sus brazos y lo abrazó. — ¡Feliz cumpleaños! Exclamó llenándolo de besos. El niño se veía precioso vestido totalmente de blanco.
— ¿Necesitas alguna ayuda en la cocina?
Nani la observó. —Ni siquiera me hables de eso. Justin contrató a un grupo de personas y traerán la comida en unos minutos.
____ alzó las cejas con asombro. —Sí, esa misma cara puse yo cuando me lo dijo, Dijo Nani.
_____ escuchó como de repente varios chicos se empujaban entre sí y gritaban cosas, luego sintió unos brazos envolverla. —Esta hermosa, le dijo Gray.
Ella soltó una carcajada y se giró para observarlo, él estaba con al menos cinco chicos, solo pudo reconocer del montón a Bruno, el pelirrojo al cual Justin una vez quiso golpear porque él se le acercaba demasiado. Mientras extendía la mano hacia ellos, notó que todos se quedaban observándola. — ¿Pasa algo? Preguntó sonriendo.
—No chicos, ella no es mi novia. Dijo Gray riendo. —Es la mamá de Diego.
Todos ellos cambiaron su expresión, cosa que hizo que ____ soltara una carcajada. Definitivamente ese sería un día divertido. Notó que varios chicos la observaban, había más hombres que mujeres, Para ser exactos había solo cuatro chicas con niños, pero luego todos eran hombres.
Escuchó la voz de Justin detrás de ella, se giró para observarlo, él estaba con el ceño fruncido mirándola como si ella fuera una extraña. — ¿Qué haces aquí? Le preguntó en tono frio.
—Supongo que no está mal asistir a la fiesta de mi hijo ¿No?
Él se quedó observándola unos segundos. Luego sus ojos fueron hacia Diego, el cual estaba acurrucado en su hombro. Finalmente llevó su mano hacia su cuello. —Supongo que eso está bien... dijo algo inseguro.
Ella rodo los ojos, él cuando quería podía ser un imbécil. Observó al chico que estaba al lado de Justin, por alguna extraña razón su cara le parecía conocida. —Él es Santiago, le dijo justin posando su mano en la parte baja de su espalda, ese mínimo contacto le mandó escalofríos a todo el cuerpo, se mordió el labio. —Creo que te conozco de algún lado. Le dijo ella extendiendo su mano hacia él.
—Por supuesto que lo haces, preciosa. Le dijo el chico de pelo negro con una sonrisa.
_____ observó a Justin esperando una respuesta de su parte. — ¿Te acuerdas de Santiago? Estábamos juntos en el internado.
Ella abrió los ojos como platos. ¡Claro! Sabía quién era, era el chico con el que estaba Justin cuando se conocieron por primera vez, ellos había planeado una sexcapada. —Oh, por Dios... Hola Santiago, han pasado muchos años ya, le dijo sonriendo.
—Sí, nunca pensé que ustedes terminarían juntos, fueron novios en el último año, y luego estuvieron juntos en la universidad.
— ¿Tú también estabas en la misma universidad? Le preguntó ____.
Santiago asintió. —Solo que estudiaba Arquitectura y el edificio estaba algo alejado del de ustedes. Y mírense ahora, tienen un hijo, juntos, respondió sonriendo. —En serio me tienen que dar la clave para mantener un amor tantos años, Digo, las parejas que son del internado y la universidad suelen romperse, no llegar hasta un matrimonio.
Ella sonrió, lástima que Justin y ella estaban separados, pero al parecer Santiago no lo sabía. Sintió la mano de justin moverse de arriba hacia abajo en su espalda. Mierda, necesitaba cortar con ese contacto antes de que fuera demasiado tarde, sabía que si seguía acariciándola de esa forma perdería la poca dignidad que tenía y le pediría que le hiciera le amor. Lo observó unos segundos, él se veía realmente sexy, llevaba una bermuda color verde oliva, un Poloshirt blanco que le resaltaba sus marcados músculos y su tatuaje de dragón que iba desde su omoplato hasta su muñeca. Llevaba unas vans, amaba cómo se veía. Como un bocado apetecible.
Se reprendió mentalmente, él no la quería de vuelta en su vida, así que tenía que contener las ganas de saltarle encima.   


Un amor entre la mafia y la muerte II (Editada & disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora