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  —Alguien que no se comporte como un imbécil la mayor parte del tiempo... si tú me prometes que te buscarás ese tipo de persona te voy a dejar en paz, voy a dejar esto ir... sintió que no tenía más voz... —Y voy a dejar que te lleves a Diego, concluyó finalmente y no pudo hablar más ya que las lágrimas le impidieron hablar.
Sintió una mano en su hombro. —Justin, tenemos que irnos, le dijo Billy.
—No, no la quiero dejar sola.
—Ella no te está escuchando.
—No me quiero ir, gimió...
Y entonces paso esa noche a su lado, y la otra, y la otra... Tres días sin moverse de la habitación, viendo como la revisaban cada tres horas, como le hacían exámenes pero ella seguía sin despertar. Entre momentos en la madrugada veía que sus ojos se abrían pero se volvían a cerrar y no podía asegurar si ella lo escuchaba o no. Cada día le hablaba de todo lo arrepentido que estaba. Le pedía perdón en más de mil formas y lloraba.
Todos trataban de convencerlo de que tenía que despegarse de ella, de que tenía que darse un respiro y calmarse pero calmarse no lo ayudaba en nada, eso no se la devolvía. ¿Qué pasaba si nunca despertaba?
Ese día estaban todos en la habitación, incluyendo a Nani y el bebé y al imbécil que era el culpable de todo esto. Por cuestiones de lógica no dejaba que él se le acercara mucho, pero ese día había cedido, todos en la habitación la observaban como esperando que hiciera algo, esperando algo que quizás no iba a volver a suceder.
Sebastián estaba sentado tocándole la mano y entonces algo extraño pasó. Ella abrió los ojos lentamente, primero con una mueca de dolor y finalmente había despertado. — ¿Sebastián? Preguntó al observarlo tan cerca de ella.
No sabía cuanto tiempo había estado inconsciente solo se acordaba de la caída, tenía pequeños flashes a veces de que alguien le hablaba pero no podía identificar exactamente a quien pertenecía la voz, era un hombre, era lo único que sabía. Un hombre que lloraba y estaba preocupado por ella. Por momentos pensaba que eran sueños pero entonces al verlo a su lado pensó que tal vez hubiera sido real. — ¿Estás bien? Le preguntó él.
Ella asintió. Él iba a decir algo pero entonces ella se lo impidió. — ¿Tú estuviste aquí todo este tiempo?
— ¿Qué? Peguntó Sebastián como si no la entendiera. — ¿Por qué lo dices?
— ¿Tú estuviste aquí en las noches? Escuchaba a alguien hablarme ¿Eras tú?
Sebastián frunció el ceño y miró hacia atrás, el que había hecho había sido Justin pero al mirarlo a los ojos él negó con la cabeza. Sebastián tragó forzado. Por alguna extraña razón él no quería que ella lo supiera así que no quedaba más opción que mentir. —Sí, yo he estado contigo todo el tiempo.
Todos los ojos fueron directamente a Justin, ni él mismo entendía por qué se había negado, tal vez porque era demasiado tarde o tal vez solo tenía miedo de que ella lo rechazara aun cuando él le hubiera confesado todo su amor y lo arrepentido que estaba.
Y en esa fracción de segundo algo en ella cambió, cuando Sebastián le dijo que él había sido el que había estado con ella, su mirada se transformó, ella observó a Sebastián como se supone que lo observaba siempre a él, sus ojos tenían un brillo particular y entonces supo que la había perdido... Para siempre.
Nani observó cómo justin salió de la habitación, ____ ni siquiera notó que él había estado ahí. Suspiró con tristeza, no era justo. Ese chico no podía llevarse el mérito de otra persona. Frunció el ceño y observó a Billy y a Gray los cuales observaban la situación de la misma manera. Todo lo habían visto, ella observó a Sebastián con ojos de amor. Tal vez si era tarde para arreglar la situación entre ella y Justin después de todo. Tal vez y realmente el amor podía extinguirse.
________ se recuperó de manera rápida, luego de despertarse había permanecido tres días en el hospital, Nani le había llevado al niño todos los días, todos habían estado con ella. Excepto Justin. Él no había tenido la decencia ni de interesarse si había muerto o no. Se sentía estúpida albergando sentimientos por él. Un día se había debilitado y había preguntado por él pero nadie le respondió. Nani, Billy y Gray se miraron entre sí como considerando quien tendría que responder y finamente le dijeron que él estaba bien. Solo eso.
Desistió de preguntar por él, no se iba a hacer más daño pensando en él. Algunas parejas no estaban destinadas a estar juntas. Por otra parte estaba forzando al cerebro a dejar entrar otra persona en su corazón, cada día pensaba en el hecho de que Sebastián había estado con ella todo el tiempo, que se había preocupado por ella, que había llorado por ella. Se esforzaba en recordar esos hechos para poder meterlo en su corazón. Necesitaba olvidarse de Justin, rápido.
Luego de una semana estaba recuperada, había asistido a varios chequeos con el doctor pero todo había salido bien. Por razones que no entendía ya no podía ver a Diego con la misma frecuencia que lo había antes, cuando se comunicaba con ellos le daban un estúpida excusa, o que el clima no era recomendable, o que el niño estaba dormido, o que era mejor esperar más tiempo. Si por ella fuera lo hubiera ido a buscar pero el médico le había prohibido conducir largas distancias porque se podía marear y no podía mandar a Sebastián a buscarlo. Trataba de comunicarse con Justin pero él no le atendía nunca la llamada. Realmente no entendía lo que estaba pasando en esa casa pero no debía ser algo bueno.
Sebastián la había invitado a salir al menos veinte veces y solo esa noche había aceptado y ni siquiera iba a un bar, iban al cine... Lamentablemente había tomado una decisión y era no involucrarse en eso de fumar y beber de forma desmedida. Se había decidido por ver la película Divergente y luego del cine habían ido a cenar a un restaurante de comida rápida.
— ¿Te tomaste las pastillas? Le preguntó una vez en casa.
____ rodó los ojos, Sebastián últimamente se preocupaba mucho por ella, solía ser muy olvidadiza... —Mmm Creo, respondió.
—No lo hiciste ¿Verdad?
Ella negó.
—No me iré de aquí, hasta ver que lo hagas.
Ella sonrió y caminó con él detrás hacia la habitación. Él llevaba un vaso de agua, ella buscó en las gavetas hasta encontrarlas. —Sí, bueno lo haré... No me presiones, dijo sonriendo y tomando el vaso de agua. — ¿Ves? Listo.
Él se quedó observándola unos segundos. — ¿Qué? Preguntó ella observándolo. ¿Por qué me miras así?
—Es fácil cuidarte, le dijo alzando una de sus manos y acariciando su mejilla. 

Un amor entre la mafia y la muerte II (Editada & disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora