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La calle de la Nahuala
Los dos estaban muy nerviosos, habían llegado a la supuesta calle de la Nahuala, avanzaron lentamente, hasta que pegaron un grito al ver a un señora acercarse a ellos, Leo aún asustado, empujó a Catalina detrás de él.
- ¿Niños, me regalan un pan?.
Leo hizo que retrocedieron mientras hacía el intento de tomar su talismán para usarlo contra ella.
- Espera - lo detuvo, y se puso adelante - tome señora - sacó un pan de la bolsa y se lo dio.
- Son unos niños muy buenos - acaricio las cabezas de ambos.
- Todo esta bien, sigamos - lo tomo de la mano, para seguir su camino.
- lo siento... - se detuvo.
- ¿eh? ¿Por que te disculpas Leo?.
- Es que...parece que siempre tienes que estar cuidando de un miedoso como yo, se supone que yo debería cuidarte.
- Leo, tener miedo no es algo malo, todos tenemos miedos, incluso yo - lo abrazo.
- Eso no es posible, tu siempre eres muy valiente, en cambio yo soy un cobarde.
- Ya deja de menospreciar te Leo- lo tomo fuertemente de la cara - Ser valiente no significa no tener miedo, claro que tengo miedo, pero se que tu estas conmigo, y por que estas conmigo puede ser valiente - le dio una sonrisa - Y te digo que eres el chico más valiente que conozco, y si tu no crees en ti, lo haré yo.
- ¿En serio, crees que soy valiente? - sonrió débilmente, mientras algunas lágrimas caen de sus ojos.
- Siempre, así que no hables así de ti - limpio sus lágrimas con sus pulgares - vamos, que se hace tarde.
Leo no sabía cómo es que Catalina siempre podía animarlo, y también el como era posible que de todos los chicos Catalina lo quiera a él, pero estaba muy feliz de que así fuera, ya que si la tenia a ella con el sentía que todo iría bien. Se detuvieron de golpe, al escuchar un ruido fuerte cerca de ellos.
- ¿Quién anda ahí? - se aferro con más fuerza a la mano te Catalina.
En eso sale Nando sale detrás de ellos, asustando los, y haciendo que Leo se soltara de Catalina y tirara las cosas.
- Ya les toco la Nahuala, estan malditos chisguete, tu y tu noviecita, la bruja les acaba de chupar el alma, y oliendo a pipí, nada podrá salvarte, ni podrás salvar a tu noviecita - se rió.
- Nando, ya basta, eres un tonto - le gritó - Leo, no llores, solo te asustaste - trato de animar lo.
Nando siguió molestando a Leo, Catalina al ver lo, se enojo y empezó a discutir con el, pero Nando al desviar su mirada, algo llamo su atención.
- ¿Qué es esto chisguete? - señaló su collar.
- ¡Que te importa! y ya no me digas ch...ch...chisguete - Nando le quito su collar.