Día 3

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La caricia era sutil y al mismo tiempo temerosa, ella tenia los ojos cerrados mientras hacia tal demostración de afecto hasta que se detuvo por un instante y la contemplo. Ella lo estaba mirando con esos ojos que detestaba, con esa lastima que simplemente repudiaba y se contuvo para no alejarse de ella

-Oye.... - pensó por un instante antes de continuar - ... yo necesito regresar

En su forma de kyūbi no podía demostrar abiertamente su confusión pero internamente lo estaba, siempre creyó que por tal gesto, por ayudarla, por salvarla, ella le agradecería, le aceptaría y quizás se quedaría a su lado un tiempo pero los humanos siempre lo confundían, eran complejamente complicados y odiaba tal cosa.

Enojado se alejo a zancadas de ella hasta el borde de la cueva y se giro para mirarla, gruño levemente y vio temor otra vez, eso lo hacia sentir bien internamente; si bien ella le temía lo obedecería sin objeciones y de esa forma ella podía estar con él, lo que el zorro no esperaba era que ella se dirigiera hacia él de nuevo con esos ojos compasivos que tanto detestaba.

-Necesito regresar, no puedo quedarme aquí Inuyasha - repitió deteniéndose cerca del gran zorro blanco, ella se admiraba por esconder el miedo que tenia. el gruño estruendosamente.

Estaba enfadado con la mujer, estaba decidido a mantenerla con él así que decidió ignorarla y dormir para restaurar su poder, debía ser un humano para hablarle, necesitaba razonar con ella de alguna forma y se encontró descubriendo su primera debilidad con los humanos, el problema para comunicarse.  

-¿Estas durmiendo? - dijo incrédula Kagome - despierta o voy a huir - amenazo acercándose al borde de la cueva observando el entorno, parecía todo despejado, no tardaría mucho en amanecer girándose nuevamente a ver al zorro dormido, él era bastante infantil pero ella era inteligente y sabia que huir era una perfecta señal para morir en el intento.

Aun estando en el borde de la cueva camino al costado y se dejo caer contra las rocas, debía admitir que estaba cansada y sorprendida, entonces recordó la herida que tenia antes y dejo caer la tela que la cubría para nuevamente exhibir su abdomen ahora sano; encontrándose sonrojada a si misma. Inuyasha la había visto casi desnuda, solo la cubrían un par de vendas en su pecho y su hakama verde, era inaudito, nunca en su vida había sido descubierta de tal forma. Debía olvidar ese suceso, si lo analizaba con claridad el hombre nunca se fijo en mas que sus heridas y en definitiva Inuyasha no podía enamorarse de una humana, ellos pertenecían a mundos diferentes. La mente de Kagome era un mar agitado de pensamientos que fue calmándose hasta quedarse dormida.

La claridad del alba despertó al zorro quien al ver a su humana dormir se relajo por un momento, sin embargo, evitar enfadarse de nuevo ya era tarea difícil, estaba casi seguro de que ella le rogaria por lo mismo al despertar.

La transformación de su cuerpo no se hizo demorar luego de que sus poderes se hubieren recuperado, unas horas de descanso lo restauraban por completo y hacia mucho tiempo que no malgastaba su magia de forma tan innecesaria. Acercándose a Kagome se inclino a la par de su rostro, a pesar de no estar en un lugar acogedor para una humana parecía dormir profundamente y mirándole el rostro por un segundo más se alejo de ella para salir de la cueva hasta llegar a un pequeño lago donde reviso cuidadosamente su aspecto.

No estaba acostumbrado a cambiar su apariencia con frecuencia, por lo que asegurarse de que todo este bien con su aspecto era una prioridad hasta que reparó en sus orejas "creo que es difícil ser humano por completo" pensó mirando su reflejo en el agua "espero que ella no las viera ayer, quizás por la oscuridad y el susto no llego a hacerlo"

-Inuyasha... - llamo al verlo inclinado frente al lago, él dio un ligero respingo, con la luz del día podía verlo de una manera diferente, sus colas no eran visibles pero tenia un rasgo que era llamativo y ese era su largo cabello plateado

El zorro blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora