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Aquella pregunta hizo que la mirada de Kagome se endureciera y fue algo que Inuyasha supo reconocer de inmediato. El joven zorro sabia que ella era cerrada en ese aspecto de su vida, pero el necesitaba saberlo todo para encontrar la mejor forma de protegerla. Si Naraku se involucraba con ella es porque sabia de que forma atormentarla y eso no lo permitiría.

-Acabas de decir eso? - pregunto Miroku limpiando sus oídos ante aquella insólita pregunta

-Que debería repetirte, monje? - regresó Inuyasha cruzándose de brazos - Que quiero saber el pasado de Kagome o es el hecho de que Naraku esta involucrado con ella lo que te perturba?

-Lo que me pides es algo complicado Inuyasha y es muy serio - contestaba endureciendo la mirada y fijándose en Kagome quien estaba en medio de la conversación, viéndolos con aquellos ojos asustados - señorita Kagome, antes de empezar toda esta solicitud de Inuyasha, hay algo que le gustaría decirme? - aquella pregunta salió suavemente de la boca del monje, lo que menos buscaba era asustarla mas de lo que ya se veía, pero luego de un rato la respuesta seguía sin llegar.

-Su pueblo fue casi acabado, cuando la conocí ella estaba huyendo de los matones que incendiaron su pueblo y acabaron con su familia - dijo Inuyasha obteniendo la atención de Kagome, el sabia perfectamente que ella estaba muda por aquella experiencia traumática.

-Para... - dijo ella, intentando cubrir la boca del ojidorado, el le esquivo sujetando la muñeca que trataba de acallarlo - Inuyasha...

-Ella estaba herida con una flecha y una quemadura al ... costado de su cuerpo que pude curar - Finalizó forcejeando para evitar que la mano femenina cubriera su boca, sujetando también la cintura de la mujer y regresándola a su pose tradicional, sentada junto a el - ya quédate quieta, yo confío en él.

-Entiendo... - comenzó a decir - Se que quizá no sea fácil para usted señorita Kagome, pero Naraku es un demonio muy poderoso, que se hace pasar por un simple ladrón casa fortunas... - se detuvo al ver la expresión de incomodidad en la mujer, regresando la mirada a Inuyasha - Creo que lo mejor es que hablemos esto en otro momento, ella parece... algo aturdida, no será bueno para sus emociones - Confeso preocupado. Inuyasha asintió.

-Lo mejor es que regresemos a la aldea...

-Puedes quedarte en la cabaña, no estoy echándote Inuyasha - Reprocho sonriéndole al albino quien por poco debió contenerse para golpearlo.

-La energía de este lugar me perturba un poco, es un lugar sagrado y yo soy un medio demonio, lo sabes Miroku - Aquello fue una clara advertencia para el monje de cerrar aquella conversación.

-La señorita Kagome puede pasar la noche...

-Me niego rotundamente... - siseo Inuyasha cortando aquella frase - Confío en tu sabiduría y conocimiento pero no en tus manos libidinosas monje - aquella confesión hizo sonreír al pelinegro quien se levantó para despedirlos.

-Los veré pronto entonces, puedes utilizar el mismo túnel para salir con la señorita Kagome - dijo al fin - si necesitas volver, solo déjame sentir tu energía, debilitaré el campo para que puedas entrar con ella - Finalizo para ver sonreír y asentir al joven zorro - Cuídese señorita Kagome.

La aturdida mujer solo asintió en respuesta al monje y se levanto con ayuda de Inuyasha, saliendo del lugar por donde habían ingresado. Debía reconocer que el monje Miroku no era de su desagrado, pero Inuyasha parecía desconfiar un poco y eso no le daba el impulso para contar la historia de su traumático pasado, hecho que de solo recordar, le hacía respirar agitadamente.

-Oe Kagome - dijo al verla aturdida y zarandearla un poco - estoy aquí, que te sucede, estas bien?

-Discúlpame...estoy bien - contesto relajándose ante el contacto masculino, desviando la mirada.

-Salgamos de aquí,  esta energía purificadora me tiene hastiado - chisto para tomar la mano femenina y salir del lugar.

La caminata fue breve y agotadora para el joven zorro, quién estaba afectado por la energía purificadora de Miroku. Era problemático para él pero no podía culparlo, era su forma de protegerse, era un simple humano después de todo.

Una vez fuera soltó la mano de Kagome y se detuvo a respirar el aire frio nocturno, aspirando y estirando sus brazos, ondeando su cola libremente, sintiendo el viento alrededor de su cuerpo. El bosque había sido y aún era su hogar, así que no había lugar que amara más que ese. Hasta que abrió sus ojos y volvió a ver a la joven que lo acompañaba, sonriendo internamente. Ella era humana, el bosque era oscuro y sabia que los humanos tenían una pésima visión nocturna. Entonces se acercó a ella.

-Debemos permanecer juntos hasta el amanecer - dijo captando la atención de ella, creando nuevamente aquella flama azul para ella - Afortunadamente mi poder elemental podrá brindarte algo de calor. Al amanecer, te regresare a la aldea - confeso al ver la confusión en ella al escucharle que debían permanecer juntos.

-Esta bien - contestó dejando caer las delicadas manos alrededor de la pequeña flama - Es muy cálida... - dijo y pensó entonces en algo tonto quizás - No te quemas haciendo esto? - entonces lo vio negar con la cabeza y sonreír.

Fue entonces que noto cuan hermoso era aquel ser. La luz de la luna, el brillo de su cola, el plata brillante de su cabello y sus dorados ojos en contraste con la luz azul de la flama lo hacían ver místico, inalcanzable y hermoso. Entonces recordó las palabras de Inuyasha dentro de aquel lugar.

-Hay más como tu? - soltó sin meditar su pregunta, causando en el joven cierto desagrado que pudo notar al verlo a los ojos.

-Niña ingrata...No soy un monstruo sabes? - Reclamo extinguiendo la flama de su mano, dejándola sorprendida.

-Discúlpame, creo que he preguntado algo sin meditar un momento lo que diría - reverenció en modo de disculpas - es solo que dijiste que había mas seres con un poder como tu flama azul cuando estábamos dentro, solo tengo curiosidad - Continuaba mirándolo fugazmente y mordiendo su labio inferior - También esta Koga y Naraku... pero ellos no son como tú.

-Hay más... pueden ser incluso, mas fuertes que yo. - soltó él, empuñando las manos dentro de su traje, escondiéndolas - y ellos podrían acabar con tu vida solo con el hecho de saber que estas a mi lado.

Aquella confesión fue un valde de agua fría para Kagome, quién empezaba a adaptarse a estar a su lado, a acostumbrarse a lo sobrenatural y finalmente sentirse querida y protegida por alguien.


El zorro blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora