Día 8

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Inuyasha se veía eufórico con cada bandazo que lanzaban sus garras y su oponente, Naraku, no se quedaba detrás sonriendo con ese cinismo que lo caracterizaba hasta que de un  momento a otro desapareció quedando frente a Kagome y asustándola hasta casi el punto de hacerla desvanecer.

En ese momento el cuerpo frente a la mujer fue embestido por un enorme zorro que dejaba ver burbujas de rabia que goteaban desde su boca.

- No la toques - advirtió Inuyasha.

- Lo siento pero necesito a esa mujer, ella tiene algo que es mío - soltó el pelinegro sonriendo al zorro - quizá sea por la misma razón que tu quieres conservarla

Inuyasha bufo ejecutando un movimiento con su cabeza y provocando que Kagome callera en su lomo para salir de la cueva contra todo pronóstico, él no la tomaria, se iba a asegurar de aquello.

Una vez alejados de su escondite se adentraron en el bosque quedando cerca de un pequeño rio, el lugar estaba muy poco protegido a simple vista, los arboles no eran abundantes así que Kagome se preocupo al reconocer que no seria nada bueno para ella y para él, estaban completamente expuestos ahora.

-Baja Kagome - dijo el zorro sacando a la mujer de sus cavilaciones y dejándose caer con suavidad para que ella pudiera bajar con comodidad, ella bajo casi de inmediato trastabillando un poco, el sonrió

-¿como puedes reír en una situación como esta? - Regañó Kagome señalándolo con el dedo, el joven seguía en su aspecto de perro mirándola, debía reconocer que era valiente al encarar a un ser como él, cualquier humano huiría al verlo o trataría capturarlo.

-¿Como sabes que estoy sonriendo? - dijo de forma telepática y Kagome se sorprendió a si misma al descubrir que el realmente estaba sonriendo y ella podia entenderlo aun en su aspecto sobrenatural.

-S-solo pude saberlo - respondió cruzándose de brazos - tu como puedes estar tranquilo, Naraku puede llegar en cualquier momento

- ¿Sabes porque Naraku te busca? - pregunto ignorando olímpicamente el comentario de Kagome

- No - respondió simplemente

-Sabes por que quiero que te quedes a mi lado? - surgió una nueva pregunta que hizo incomodar a la mujer

- No - repitió sin apartar la mirada del gran zorro sentado frente a ella - ¿Puedes cambiar de forma?, ya sabes, al Inuyasha que conozco ... - confeso un poco avergonzada, el asintió y al poco tiempo regreso frente a ella el joven alto, de cabello plata y ojos del sol con una particularidad única esta vez.

-¿Que te pasa? - hablo al fin cruzándose de brazos, ella parecía concentrada en algo particular

-Tus orejas - se aventuro - antes, no las tenias... - Kagome se sintió llena de curiosidad y se alarmo al verlo vociferar una maldición envuelta en un susurro rebelde

-Quizá no reparaste en ellas antes pero este es mi yo real - confesó - no pretendía mostrarte mis orejas porque creí que me odiarías

-Es absurdo que lo digas ahora mismo, cuando puedo saber que eres una bestia mítica de 9 colas ¿no crees? - cuestiono y el asintió enseguida.

Kagome camino al pequeño rio y se agacho acercándose hasta ver su propio reflejo en las aguas que ahora estaban calmas, era un lugar relajante gracias a la presencia de Inuyasha, en otras circunstancias no se acercaría sola a un lugar tan remoto. Entonces observo su alrededor y reparo en el hecho de que no había un camino que estuviese libre o con pistas de que algún humano los recorriera alguna vez para llegar a ese lugar, entonces giro el rostro para ver a Inuyasha mirándola sin moverse aun del lugar en donde había aterrizado antes. Por primera vez sintió empatía por él.

El zorro blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora