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Aquel salto provoco que la mujer se aferrara con todas sus fuerzas a los fuertes hombros de Inuyasha quien trataba de esconder sus orejas ante la aguda exclamación de Kagome. Aquel grito lo había descolocado un poco, pero tomó nota mental al respecto. Ahora sabia que Kagome podría asustarse con facilidad si hacia algo que ella no anticipaba.


Por otro lado, sabia perfectamente que el monje Miroku estaba en un recóndito lugar de la montaña cerca del pueblo, pero si lo analizaba un poco, no alcanzaba a entender, como el monje podía llegar a su pacífica morada si había una zona tan empinada para ser recorrida por un humano corriente.


"Pero él estaba con una mujer" pensó en voz alta una vez que hubo aterrizado y aflojado el agarre qué ejercía en Kagome quien en un vano intento quería liberarse de él.


-De que mujer estas hablando? - pregunto inquieta Kagome removiéndose de la espalda masculina, hasta que sintió aflojar aquella incomoda sujeción que Inuyasha ejercía sobre sus muslos

-Necesito llevarte con alguien - respondió mirándola sobre su hombro para dejarla caer con cuidado al suelo, acto seguido, rascar un poco su oreja afectada por el grito y enfadándose un poco al recordar aquella vociferación de la mujer - Keh! Tienes suerte que pude controlar el aterrizaje, tu grito casi nos cuesta una caída, mujer loca! - Vio a Kagome abrir los ojos con sorpresa.


-Pero que te pasa!? - regaño cruzándose de brazos - Me has traído a ver a una mujer y también me insultas? Eres un atrevido - su curiosidad hormigueaba en la punta de la lengua, deseaba saber a quien necesitaba ver el joven zorro.

-En primer lugar, no es una mujer - dijo mirándola con seriedad - en segundo lugar he estado solo por muchos años, que te quede claro.


Esa respuesta enmudeció a Kagome quién no pudo evitar el sonrojarse al relacionar esas palabras con la confesión de hace poco tiempo detrás en el manantial, obteniendo en respuesta una mirada interesada de Inuyasha.


-Curioso - comenzó a decir acercándose un poco a ella - creo que aquí la atrevida es otra, en que clase de cosas estas pensando para sonrojarte de esa forma? - bromeo con agrado y curiosidad al mismo tiempo "Es algún hombre acaso?" enseguida sacudió la cabeza evitando pensar en esa posibilidad, para él, ya estaba decidido que esa humana seria suya.

-Inuyasha eres tu? - aquella voz resonó en el silencioso bosque que los bordeaba interrumpiéndolos; la pareja enseguida dirigió su mirada al lugar de donde provenía aquella voz, el joven zorro inmediatamente ajusto su cuerpo frente a la mujer en una clara posición ofensiva.

-Miroku - Dejo escapar Inuyasha al enfocar la silueta del joven que salía entre las sombras con aquella sonrisa burlona - Maldito monje, no tienes otra manera de llegar a mi sin necesidad de alterarme? - dijo Inuyasha relajándose, pero aun manteniendo detrás de si a Kagome.

-Desde cuando bajas tanto la guardia Inuyasha? - Pregunto curioso Miroku, en los años que tenia conociendo al joven zorro el siempre podía distinguir su presencia desde cualquier ángulo, por lo que asustar al albino era una cuestión meramente imposible.

Inuyasha se detuvo un momento a analizarlo y se percató en que las palabras del monje tenían toda la razón, el siempre fue un demonio capaz de captar y reconocer cualquier presencia conocida a su alrededor, pero esta vez era distinto, lo que lo lleno de curiosidad "Acaso es por Kagome?" pensar y actuar era algo que hacia muy bien así que enfoco enseguida a la mujer tras de si quien lo veía con una curiosidad innata, haciéndose a un lado para presentarle a Kagome al monje.

-Ella es Kagome, Miroku - Dijo haciéndose a un lado pero manteniendo un brazo frente al cuerpo de la mujer, que veía a Miroku tan extrañada como lo había visto a él, casi podía leer sus pensamientos y sonrió divertido para agregar - El no es peligroso, Kagome - ella hizo una reverencia sonrojada ante la imprudencia de Inuyasha al descubrir sus pensamientos.


Cuando Kagome volvió a erguirse junto a Inuyasha, el monje pudo apreciar la belleza de la mujer y comprender, en cierto modo, la razón para que Inuyasha bajara la guardia cuando estaba con ella. El joven zorro estaba enamorado de la humana, algo que era bien sabido entre los monjes como el y los zorros como Inuyasha; era algo imposible.


-Es un gusto conocerla señorita Kagome - se acercó a ella siendo detenido por Inuyasha, Miroku sonrió descaradamente solo por el simple hecho de descubrir a su amigo casi transpirando - Acaso estas nervioso Inuyasha? 

-Cállate ... - dijo lanzando una mirada filosa que podría matar a alguien de ser posible.

-Es un gusto conocerle, usted es...Miroku? - dijo un poco dudosa, había escuchado ese nombre salir de los labios del albino y aferrándose al brazo que Inuyasha anteponía ante ella para bajarlo con delicadeza, el peliplata la miro enseguida pero no se resistió ante su contacto.

-Así es señorita Kagome - afirmo y ofreció su mano en un gesto de cortesía, mano que Kagome tomo y que el monje llevo a sus labios con el solo propósito de fastidiar a Inuyasha, quien casi saco los colmillos con evidente enfado.

-Pero que estas haciéndole! - exclamaba Inuyasha apartando la mano de Kagome de las suyas, por otra parte Miroku solo sonrió.

-Amigo, hay cosas que debes conocer de los humanos - Expuso en aquella postura completamente relajada - vamos a la cabaña, hay mucho que quiero saber sobre ti, jovencita.

Aquello llamó la atención en Kagome quién se preguntaba que clase de destino tendría, sentía que estar viajando con un zorro de 9 colas la estaba llevando a conocer a personas interesantes y a un futuro curioso, inquieto e incierto. Así que solo asintió y emprendió un corto viaje hacia la cabaña del monje Miroku, con Inuyasha a su lado.


El zorro blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora