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Kagome estaba tan sorprendida como Inuyasha quien no dejaba de mirarla con esos ojos intensos, era abrumador y casi un suspiro fue necesario para darse cuenta de que estaba conteniendo la respiración luego es la confesión del joven.

- Inuyasha, verás yo... - ella fue interrumpida por un joven que se levanto inmediatamente prestándole de nuevo aquellas telas rojas de exquisitos hilos, ella enseguida envolvió su cuerpo aún húmedo.

-No tienes que responder a ello, he sido algo impulsivo - Respondió tajante caminando unos pasos para alejarse de la mujer pero aun así, debía saciar su curiosidad, había algo que le quemaba por dentro y lo obligaba a ser impulsivo e incluso un poco desconfiado con la mujer - ¿Qué hacías aquí? - pregunto sin mirarla

-La anciana Kaede me permitió pasar la noche con ella y me hablo de este lugar - respondió casi por necesidad, aquella confesión la había dejado perpleja y sorprendida

-Vístete y vámonos de aquí - lanzó aquel ultimátum con la voz ligeramente ensombrecida alejándose aun mas de la humana, debía reconocer que estaba molesto, pero no entendía la razón.

Kagome se apresuro a ponerse la ropa que Kaede había arreglado para ella, ahora todo se veía bien, menos, ese irritante comportamiento en el zorro que empezaba a enervarla. Así que a toda prisa calzo sus zapatos y siguió molesta a grandes zancadas a Inuyasha.

-A donde me llevas? - pregunto Kagome con evidente enfado

-Solo sígueme. - ordeno sin más

Kagome se mantuvo callada pero aún molesta por la situación intentó mantenerse cerca del joven y seguir sus pasos. El parecía muy familiarizado con el camino y definitivamente, no era la ruta para volver a la aldea. A pesar de estar caminando en la noche y de su limitada visión debido a la oscuridad de las sombras que proyectaban los arboles pudo percatarse de que estaban subiendo una montaña.

-Inuyasha, pretendes que caminemos toda la noche una montaña cuesta arriba? - bufo enojada deteniendo su andar, permitiéndose respirar para descansar un breve momento.

-No podemos detenernos ahora, tenemos que seguir - respondió sin mirarla y continuando su andar.

Su actitud luego de aquel momento en el manantial era como mezclar el agua y el aceite, casi parecía alguien distinto y era completamente incrédulo para la pelinegra quien sin mas ánimos de soportar la actitud de Inuyasha decidió sentarse en el suelo con el propósito de descansar, ella lo necesitaba, era humana. Y quizá y solo quizá, así lograría que el hombre de ojos dorados la mirara nuevamente.

Un momento bastó para que Inuyasha se percatara de el distanciamiento de Kagome y por su agudo oído sabia que la mujer había dejado de caminar lo que lo obligo a verla y casi tuvo que contener la risa. Ella se veía terrible, su ropa era todo jirones y su cabello estaba revuelto a causa del agotamiento, incluso ella misma pudo hacerlo trizas cuando intentaba limpiar el sudor que le aperlaba el rostro.

-Tenemos que continuar - dijo desde donde estaba a la mujer, ella lo miro con evidente enfado.

-Si estas tan apresurado, vete - respondió ventilándose con la muñeca, hacia mucho calor

- Tu eres una molestia - dijo comenzando a andar hacia ella

-Disculpa? - comenzó a enfrentarlo - tu has decidido por tu propia cuenta traerme sin pedírmelo ni si quiera, si tanto te molesto, déjame en paz! - se levanto y limpio su hakama - regresaré a la aldea - sin más se giro y pocos pasos pudo andar hasta que fue sujetada del brazo y como si de una marioneta se tratara Inuyasha la monto a horcajadas sobre su espalda en un movimiento que intuyó, no requirió nada de esfuerzo para el.

-Si te digo que estas conmigo, estas conmigo, si te ordeno que vengas, tu vienes y si te digo que te quedes, te quedas ¿queda claro? - la mirada de reojo que pudo dirigirle a la joven fue suficiente para hacerla callar, inclusive pudo ver un ligero sonrojo cuando buscó esconder los ojos tras su flequillo, entonces comenzó a andar.

-No ... llevabas prisa? - pregunto suavemente, estaba cerca de las orejas de Inuyasha, y sabia lo sensibles que eran, él por su parte la hizo rebotar un poco para acomodarla mejor en su espalda lo que la hizo jadear ante el arrebato repentino.

-¿Alguna vez te han dicho que eres muy pesada? - molestó Inuyasha recibiendo una exclamación de la mujer y un jalón de cabello.

-Bájame ahora mismo Inuyasha, estoy cansada de tu actitud infantil - se agito intentando zafarse del agarre del muchacho, quien presiono más firmemente sus muslos sintiéndose abrumada.

-No me hagas repetirlo mujer, quédate quieta, ya casi llegamos - respondió burlón, sin detener su andar. Debía reconocer, había cierto encanto en hacer enojar a la chica.

Ella no volvió a cruzar palabras con él, se limitó a observar a su alrededor mientras se aferraba a los hombros del peliplata quien la hacia rebotar algunas veces para mantenerla en el sitio correcto, asustándola algunas veces ante el movimiento repentino. Era increíble que aún con ella sobre su espalda pudiera caminar con tanta tranquilidad una montaña cuesta arriba sin demostrar ninguna señal de agotamiento físico, hasta que desde su espalda lo sintió tensarse.

-Agárrate bien, necesitamos saltar ahora... - advirtió

-¿Que...?! - exclamo sin continuar su oración ya que como era propio en el peliplata, saltó sin darle tiempo a Kagome quien gritó de terror.

?! - exclamo sin continuar su oración ya que como era propio en el peliplata, saltó sin darle tiempo a Kagome quien gritó de terror

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El zorro blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora