Día 11

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Pocos tiempo transcurrió luego de que Inuyasha abrazara a la joven en un acto de posesividad. Ella permaneció inmóvil hasta que se removió inquieta y el joven termino dejándola libre. Al instante Kagome avanzó un paso y se giro para verlo a la cara; tenia un hermoso sonrojo que iba perfectamente con sus ojos almendrados. Inuyasha casi contuvo las ganas de tomarla de nuevo.

-¿puedo regresar a la aldea de nuevo? - interrogo con cierto deje de nerviosismo en la voz

-Hazlo, si es lo que quieres - respondió altanero cruzándose de brazos luego de pensarlo brevemente, aunque odiaba admitirlo necesitaba que ella estuviese cerca para vigilarla pero ausente para resolver algunas inquietudes que tenia con respecto al pasado de la mujer - Me mantendré cerca vigilándote, solo no hagas nada estúpido ¿entendido? - objetó al ver como ella asentía y emprendía marcha de regreso a la aldea.

Era en aquello momentos en los que necesitaba las influencias que las fases lunares ejercían sobre él, encontrándolo conveniente ahora que la humana viajaba a su lado. Una vez que la mujer estuvo cerca de la entrada se giró para verlo y sonreír, gesto que apreció y regresó de la misma manera.

Una vez que se hubo solo, decidió emprender un corto viaje a un preciso lugar donde encontraría a alguien que seguramente podría ayudarlo. Convenientemente el bosque que rodeaba la aldea la beneficiaba de sobremanera ya que la protegía y hacia casi invisible para los demonios, así que confiaba en que la chica estuviese bien. 

Montaña más arriba encontró el remoto lugar que necesitaba. Había una pequeña casa que lucia lúgubre en primera instancia, descuidada y oscura, demasiado tenebrosa para un humano común y muy aislada en una montaña empinada para un demonio. Sin embargo todo en ese lugar tenia un propósito y era proteger a su propietario. Inuyasha sonrió.

-Sal ahora! - soltó sin vacilar, cruzándose de brazos y decidido a esperar por una respuesta que no llego tan pronto como el desearía - Sal monje o iré a buscarte! - Advirtió por segunda vez, si el hombre no salía de la casa debido a su urgencia y limite de tiempo entraría, así resultase herido en el intento.

Su paciencia tenia limites y ahora esos límites habían sido alcanzado así que un par de pasos bastaron para acercarse a la puerta doble de la casa y abrirla fuertemente de una sola patada, alterando a su habitante interior quien parecía ser despertado junto a su acompañante.

-Maldito monje! - regaño tolerando las descargas eléctricas que la energía purificadora envolvía la morada caminando hacia el monje - ¿Se puede saber porque estas haciendo estas cosas en tu supuesto lugar sagrado? - regaño cogiéndolo del cuello de la bata.

-Inuyasha... viejo amigo - dijo en amablemente pero sin disimular su asombro - Hace mucho que no visitabas este sitio - dijo soltando la mano que el peliplata tenia en su cuello y sentándose de piernas cruzadas frente a el, no sin antes hacer una seña a la mujer que lo acompañaba para que se retirase.

-Estabas con una mujer en este lugar? - pregunto Inuyasha, a este punto no sabia que era mas increíble, si las descargas de energía purificadora que recibía su cuerpo o las indecencias que el monje estaba practicando en esa clase de lugar.

-Viejo amigo, hay ciertas necesidades que simplemente hay que saciar ¿entiendes? - sonrió mofándose del hombre albino quien le dio un puño en la cabeza enojado y ligeramente sonrojado

-Maldito monje - regaño con el puño aun caliente, necesitaba y deseaba golpearlo otra vez - sal de esta mierda, necesito hablar algo realmente importante contigo - reprendió al darse la vuelta y salir del lugar

-Aun desconoces los placeres de la carne Inuyasha? - dijo burlándose del peliplata mientras salía de la casa encogiéndose de hombros y evadiendo otro puño que definitivamente iba a su rostro - No lo tomes a mal, pero es momento de que entiendas que...

-Yo no quiero entender nada de tus perversidades - interrumpió molesto al ver al joven pelinegro reírse de él acerca de esos temas vulgares que solía hablarle en ocasiones- Hay algo que necesito saber Miroku - su voz áspera paso a un tono severo y serio, el monje le devolvió la mirada - Conoces a Kagome?

-Ella es hermosa? - pregunto curioso con un cierto brillo en los ojos que a Inuyasha no le pareció

-Quieres morir ahora mismo? - reprendió de nuevo y el monje sonrió otra vez

-Quién es la joven? - pregunto inquieto Miroku, era la primera vez que escuchaba de su amigo sobrenatural hablar de una humana con él

-Es una mujer que rescate hace poco, pero por alguna razón, Naraku la quiere para él...

-Espera Inuyasha... ¿Dices que Naraku la quiere? - Pregunto intrigado Miroku - ¿con que tipo de humana estas relacionándote? 

-Aun no se demasiado sobre ella, pero no solo Naraku la quiere. Hace poco tuve un enfrentamiento con Koga por la misma razón...ella - contesto desviando la mirada y cruzándose de brazos, soltando el aire un poco fastidiado al saberse en una situación que no sabia resolver - Tu eres humano y quizás puedas ayudarme a cuidarla o, obtener información sobre ella.

-Traerla no significa que responderá todo lo que yo le pregunte, lo humanos necesitamos confiar para poder hablar sobre algún aspecto de nuestro pasado - se aventuro a decir - Entonces...donde esta ella? - dijo Miroku mirando extrañado alrededor de Inuyasha - Por qué no la has traído contigo? 

-La traeré la próxima vez, ella esta en el pueblo bajo la montaña - dijo mirando colina abajo.

-Estaré esperándote entonces - respondió para regresar a su morada - Pero la próxima vez no entres sin llamar, no querrás ver ciertas cosas indecentes que hacemos los humanos - el monje sonrió divertido cuando el peliplata se regreso molesto e intento darle otro puñetazo que pudo evadir al entrar y cerrar la puerta doble detrás de él.

El zorro blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora