RITUALES NOCTURNOS

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Alfred tenía muchos rituales nocturnos.

Últimamente antes de dormir se servía un pequeño vaso con whiskey en las rocas, caminaba por el balcón de su habitación y tarareaba el comienzo de "Take Me Home, Country Roads" solo porque lo tranquilizaba. Después, al observar su vaso sin líquido, dejaba caer los hielos por el barandal hacia el jardín y se deshacía del vaso lanzándolo hacia cualquier punto lejano que su brazo hubiera sentido adecuado. Así solía descargar la tensión del día... aunque no siempre eso le era suficiente.

A veces el estrés era tanto que activaba otro de sus rituales nocturnos: caminaba hacia el baño de su habitación y tomaba una toalla que depositaba en su cama, abría el cajón de sus medicinas para sacar el lubricante a base de agua y encendía la televisión para acceder a esos canales adultos.

Comenzaba retirándose los pantalones para acariciar sus muslos y pasar sus dedos por todo su torso, luego se lubricaba las manos y entonces comenzaba a observar atentamente lo que fuera que los actores de la televisión hicieran. Generalmente surfeaba de canal en canal hasta dar con cualquier actriz que fuera pequeña y menuda, curvilínea... muy curvilínea, de cabellos oscuros y piel besada por el sol. Si hablaba español, mejor.

El acompañante de la actriz podría tener la apariencia que fuera: los había visto africanos, asiáticos, eslavos, latinos o todos ellos juntos. En realidad, no le importaba a Alfred cómo fuera la persona que se la cogiera siempre y cuando NO se parecieran a él.

Eso lo prendía de sobre manera.

Era como presenciar un acto prohibido, incorrecto, repugnante, que le hervía la sangre y le encantaba precisamente por eso.

Le daba coraje observar disfrutar a una mujer que se pareciera tanto a su amada, amada vecina con otro hombre tan distinto a él. Si entrecerraba los ojos entre escena y escena su mente le jugaba trucos: se había llegado a imaginar a María siendo brutalmente penetrada por el enorme Rusia, siendo compartida entre China y Japón; por la playa con Brasil o incluso con India y Sudáfrica cuando los actores se diversificaban lo suficiente.

Odiaba tantísimo ver lo que le hacían a la actriz trigueña porque sabía que, si sucediera en la vida real con otros hombres, sin duda ella lo disfrutaría en exceso... y en su mente esa cara desconocida pasaba a tener ojos dorados y la voz de su amada. En cuanto eso ocurría, él se corría. Terminaba con la respiración agitada tirado boca arriba en su cama con una sonrisa. Aliviado al fin, sin la presión del día sobre sus hombros y contento porque la de la televisión era solo eso: una actriz.

Su María jamás haría eso con otros hombres, mucho menos con sus enemigos.

Pero a Alfred le gustaba torturarse por las noches y esa era su conducta de autosabotaje menos grave.

Había tenido épocas terribles en donde sus rituales nocturnos consistían en inyectarse cualquier psicodélico y beber hasta que su mucama lo encontraba medio muerto en el piso y lo llevaban al hospital para realizarle un lavado estomacal.

También tuvo otras épocas en las que decidía que la actriz de la televisión no le era suficiente y entonces contrataba a cinco de ellas lo más parecidas a su vecina y se convencía de que estaba con María... con muchas Marías haciéndolo entre ellas con él como pervertido espectador. Y su tortura en esas ocasiones era que no se permitía tocarlas ni que ellas lo tocaran. Tan sólo observaba, ninguna interacción más, ninguna interacción menos.

A veces sus rituales daban un giro de 180 grados y terminaba en vela toda la noche ejercitando sus músculos hasta llevarlos a su punto de quiebre, volviendo a quedar tirado en el suelo sin poder levantarse por haberse gastado ya todas sus fuerzas. Cuando su mucama entraba y lo veía así, se alegraba de que al menos no correrían al quirófano sino al fisioterapeuta.

ONE SHOTS: AMÉRICA x MÉXICO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora