Alfred se despertó con una sensación muy extraña ese día, que no se debía al dolor de cabeza provocado por el ponche de Halloween y que tampoco se trataba de la casi diabetes que estuvo a nada de contraer por tanto dulce y chocolate... era algo más profundo, menos obvio, de origen por completo desconocido y más inquietante, ajeno. Era algo que no le gustaba, pero que le llamaba, que le exigía ser atendido... y como buen hombre reacio a quedarse con la duda, solo cerró sus ojos y escuchó a su intuición.
Se levantó de la cama a ciegas y extendió los brazos para tocar a su alrededor, temeroso de tropezar con algún mueble y lastimarse, pero aún así continuó su avance, con pasos cortos, nerviosos, hasta el punto intrigante al que sus pies lo llevaban involuntariamente. Al llegar, sus párpados se alzaron ansiosos y la suave luz matutina reflejó destellos dorados en su cabello, resaltando igual el turquesa de su mirada, como si propio sol desease imitar el tono del mismo cielo dentro de sus orbes.
Frunció el entrecejo y con sus dedos rozó el borde del objeto que tenía enfrente, se trataba de un espejo que le había regalado alguien que no recordaba hacía varios siglos, la plata tallada en él ya estaba desgastada y su vidrio había reflejado tantas facetas de su propia existencia, que se había mezclado ya con el ambiente a tal grado que, de no haberse detenido ante él, lo habría pasado por alto como otro mueble más en la habitación.
La única diferencia, el porqué no lo ignoró como cualquier otro día, fue ese calor en su pecho, esa sensación que lo confundía y lo desasosegaba pero que también, por una razón que no comprendía, le causaba nostalgia, alegría, comodidad.
De nombrar aquel calor, pensó, lo nombraría...
-Home.
El cristal se empañó con el vaho de su voz y el teléfono de su buró sonó al mismo tiempo, sacándolo de su ensimismamiento. Llegó al dispositivo con dos limpias zancadas y lo colocó en su oreja al tiempo que notaba los envoltorios de diversas golosinas esparcidas por toda la cama, suelo y mueble.
Su cara se crispó en una mueca de asco por un momento, pero luego sus hombros le restaron la importancia que quizá se merecían.
-Hello? Who is it? - revisó entre la basura con la esperanza de que su hambre nocturna hubiera dejado algún chocolate para su gula mañanera, pero no logró hallar nada. Bufó, un poco decepcionado. -Who is it? - repitió, comenzando a hartarse del ruido blanco que la persona, al otro lado de la línea, provocaba con su silencio. -Who is...
-Mēxihco...- sintió su sangre helarse al escuchar una voz grave, muy profunda, como si le hablase desde ultratumba. -Mēxihco...- repitió la persona, antes de que se cortara la señal.
Pasó saliva con trabajo y algo dentro lo hizo voltear hacia el espejo, notando cómo, del desgastado borde, se remarcaban las palabras "From tu nakai" entre tanto tallado floral.
-T-Tony...- comenzó temblar su voz, sin separar la vista de aquel fenómeno. -Tony! Come here, dude - se acercó hasta el espejo y volvió a pasar los dedos por él, sintiendo su fría superficie. -It's really happening... - la puerta de la habitación se abrió y una pequeña figura verdosa entró, aún con su disfraz de hawaiano.
-What?- preguntó el hombrecito, observando muy curioso las acciones de su anfitrión.
-Yo, watch this! - jaló sin cuidado al pequeñín y se aseguró de que sus grandes ojos quedaran a pocos centímetros de la inscripción que se resaltaba cada vez más. -Is it normal? You're not from Earth.
Observó a su amigo verdoso, pero todo lo que obtuvo fue una negación. Se llevó las manos a su nuca y las subió para revolverse el cabello... aquella sensación en su pecho incrementaba.
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ONE SHOTS: AMÉRICA x MÉXICO.
FanfictionVale, vale... aquí encontrarán de todo, One-Shots de romance, odio, historia, celos, lemon, comedia, guerra... pero todos serán de una de mis parejas favoritas: Ame-mex. Por tanto, ellos serán los protagonistas, pero no por ello serán los únicos en...