ALONE WITH YOU

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1975

El borde de la cama en un centro de rehabilitación siempre sería un territorio desconocido y hostil para cualquier persona... sin embargo, para Alfred, el borde de la cama en un centro de rehabilitación y él se familiarizaban cada vez más.

Sentado ahí, con su espalda encorvada por el peso de las batallas, con sus hombros caídos como si llevaran el mundo entero sobre ellos, el aire cargado de olor a desinfectante invadía sus fosas nasales, recordándole que estaba lejos de cualquier lugar que pudiera llamar hogar.

Sus manos temblaban incontrolablemente, pequeñas sacudidas que delataban la tormenta interna que rugía, con pensamientos ardiendo en su mente como brasas que nunca se apagaban. Era un fuego que lo consumía lentamente, implacable, imposible de extinguir.

Cada respiración se había vuelto un esfuerzo, un recordatorio de que, a pesar de ser una de las naciones más poderosas del planeta, tenía una fragilidad actual, una conmoción interna. El aire entraba y salía de sus pulmones a veces rápido y superficial, otras veces lento y profundo, como si intentara absorber la fuerza que le faltaba. El pecho le dolía, una presión constante que lo hacía encogerse aún más sobre sí mismo.

En su mente abundaban marañas de imágenes y sonidos, fragmentos de recuerdos que se negaban a desaparecer. Podía escuchar el eco de explosiones en la distancia, los gritos de sus compañeros de escuadrón, las protestas enfurecidas por todo su territorio y el susurro constante de la jungla.

Aunque la habitación estaba en silencio, para él, el bullicio de la guerra y la gente protestando contra ella era ensordecedor. Los temblores en sus manos se extendieron a sus brazos, y sintió un frío que se arrastró desde su columna vertebral hasta la punta de sus pies. Era el efecto de la abstinencia, una prueba más de su cuerpo traicionándolo, negándole la paz que tanto anhelaba. Sus músculos se tensaban y relajaban en oleadas de espasmos involuntarios, y su mente, atrapada en una lucha constante entre la realidad y las memorias, buscaba desesperadamente un respiro, un momento de tranquilidad.

No había salida fácil, ya lo había experimentado antes con su breve adicción a la morfina cuando aconteció su Guerra Civil... y ahora era la heroína lo que consumía a sus tropas, a él mismo.

Cada día resultaba una batalla, cada minuto una prueba de resistencia. Sentado allí, en el borde de esa cama, se preguntó cuánto tiempo más podría soportar, cuánto tiempo más su mente y cuerpo aguantarían antes de romperse por completo. Como nación sabía que podría resistir siglos... pero ¿como persona? ¿Cuánto más antes de que su cuerpo fallara?

Las paredes grises del lugar, desnudas y opresivas, parecían cerrarse sobre él, y por un instante, se sintió atrapado, no solo en el centro de rehabilitación, sino en su propia existencia, luchando contra sombras que sabía que nunca dejarían de perseguirlo... volverían en cada época bajo distintos nombres solamente.

De repente, sus pensamientos se encendieron con una chispa de anticipación y temor al escuchar pasos suaves resonar en el pasillo, cada vez más cercanos, como un eco que se intensificaba. Levantó la vista, ojos cansados en busca de una fuente de consuelo en medio del torbellino de sensaciones.

María, su María, apareció en el umbral de la puerta.

Su figura delicada y curvilínea recortada contra la luz del pasillo, y su entrada pareció ralentizar el tiempo. Ella avanzó con pasos medidos, como si cada uno de ellos fuera una oración silenciosa, una melodía que resonaba en su alma, un bálsamo y una herida al mismo tiempo.

La sonrisa en su rostro era forzada, sus labios curvados con esfuerzo, tratando de ocultar la preocupación y el amor que ardía dorado en sus ojos.

El corazón de Alfred se aceleró, cada latido un golpe sordo que reverberaba en su pecho e intentó devolverle la sonrisa, pero ese simple gesto requería una monumental cantidad de fuerza de su parte; así que sus músculos faciales se movieron con lentitud, una contracción dolorosa que nunca llegó a completar el gesto, desvaneciendo la sonrisa antes de formarse por completo, como un rayo de sol oculto por nubes oscuras. Alfred bajó la mirada con el peso de su incapacidad para ofrecerle a María la paz que tanto deseaba para ella.

ONE SHOTS: AMÉRICA x MÉXICO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora