19 DE MARZO, 1938

428 25 7
                                    

19 de marzo, 1938 | Ginebra. 

La reunión de las Ligas de Naciones en Ginebra estaba a escasos minutos de finalizar, en cuanto USA terminó de hablar sobre la prácticamente exitosa recuperación económica de la Gran Depresión que todas las naciones allí habían experimentado hacía diez años atrás y tomó asiento entre Canadá y México, el silencio reinó la habitación. Las miradas no tardaron en divagar por los objetos, unas sutiles toses no se hicieron esperar y la sonrisa de seguridad poco a poco iba desapareciendo del rostro del estadounidense.

Todos sabían de la infracción cometida por aquel miembro de la liga, pero nadie quería retomar viejas tensiones. Las diferencias ocurridas en la Gran Guerra ya habían sido felizmente selladas por los vencedores con el Tratado de Versalles; ya no hacía falta volver a tocar temas delicados, en especial cuando todas las grandes potencias como Inglaterra, Francia, los Estados Unidos o incluso la Unión Soviética, así lo consideraban.

Una reverenda estupidez, si le preguntaban a la nación mexicana.

Ella observó el reloj colgado en el centro de la pared, su corazón palpitó con cada pequeño salto que el segundero daba; sus dedos se pasearon inconscientes por el discurso que su embajador había redactado y que su presidente había aprobado... un sudor frío le recorrió su cuello y cerró los ojos para intentar contener los escalofríos que amenazaban por conquistar su cuerpo. El tiempo se acababa.

Más de dos horas había durado la reunión y nadie había dicho nada al respecto de aquella gravísima falta, nadie, ninguna nación... ni siquiera los más cercanos países del centro de Europa. No había sido de extrañarse que USA sonriera con confianza y expusiera sus ideas y resultados de recuperación económica como niño explicándole a su padre la forma en que podrían comprarle un juguete; pero Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, la URSS... ¡Santo Cielo! ¡Hungría, quien también fue su esposa! Bueno, no hacía mucho que se acaban de divorciar, pero... ¡Qué importa! Nadie hizo más que bajar la vista y permanecer en silencio.

No, ahora ella era miembro de la Liga de las Naciones y no iba a permitir que Alemania partiera de esa reunión con esa ligera curvatura en sus labios, con aquella mirada por encima del hombro, con la falsa creencia de que iba a ser capaz de repetir sus acciones sin que nadie lo detuviera... ciñó el papel de su discurso entre sus dedos y respiró hondo, el segundero del reloj parecía avanzar más rápido, tanto como si quisiera alcanzar la velocidad de su corazón, que ahora latía también, más velozmente... ya le quedaban sólo tres minutos.

En un abrir de ojos Alemania se iría satisfecho de que nadie le hubiera puesto en cara el hecho de que el asiento a su lado, en el que debería estar su primo, estuviera ahora vacío. Y eso era algo ella simplemente no permitiría, así como no lo permitió cuando el conflicto interno estalló en España, Manchuria o Etiopía... también estuvo sola, tampoco alguien dijo algo durante la reunión, hasta que ella asentó sus botas fuertemente con el frío piso, ignoró la mirada incrédula de su vecino, aclaró su garganta y se levantó con papel en mano.

Así como entonces, todos los ojos estaban ahora concentrados en la nación azteca.

-Disculpen mi aportación de último minuto, pero en vista de que hizo falta un tema muy importante a tratarse en esta reunión, bueno... es mi deber, como miembro honorable de la Liga de las Naciones, reportar y sancionar un crimen- los murmureos se extendieron por los asientos más alejados de la sala y un tirón en el saco de la chica la hizo voltear ligeramente a su costado.

-Mary, what are you doing?- la sonrisa de confianza en su vecino ahora era más bien una forma de mostrarle los dientes y decirle "Si no te sientas ahora, no querrás ni saber las consecuencias" pero ella no le dio importancia, ya lidiaría con él devuelta en casa... tampoco es que fuera algo nuevo.

ONE SHOTS: AMÉRICA x MÉXICO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora