cuatro. el lugar seguro más allá del palacio

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-¡No puede, es mio!

-Fede, soltame - Valentín intentó deshacerse del agarre de Federico, pero la fuerza que ejercía el principito no lo dejó escapar, así que se resignó a estar entre los brazos de este con una cara muy visible de orto. -Te voy a pegar.

A su lado, Agustín, soltó un par de risas luego de inclinarse ligeramente para ver al par de chicos.

-¿De qué te reís?

-Pareces un gatito.

Valentín frunció el ceño. -¿Qué?

-Un gatito, por lo arisco -Explicó sonriente el delegado e hizo en el aire con su dedo unos bigotitos sobre la nariz del pecoso. -Te faltan los bigotes nomás.

Inevitablemente Valentín viró sus ojos causando más risas en Agustín. -Suficiente tengo con este en pedo, para también cuidarte a vos.

-Te juro que estoy sobrio -Otra vez la sonrisa irritante del chico de rulos, por supuesto que no lo estaba. -Si todavía no pediste el uber, mi casa sigue disponible.

De nuevo el bailarín abrazó al colorado como si fuese un peluche, apretujándolo fuerte, pero está vez recibió un tincazo en uno de sus costados que lo desarmó y con eso liberó al pelirrojo que pareció respirar con alivio finalmente.

-¿Y? ¿Qué pensás? -Preguntó el ojiclaro apoyando su mentón en un puño, viéndolo con diversión.

-Acepto si me ayudas a llevarlo -Se levantó de la vereda y Federico abrazó sus piernas. Agustín también se paró limpiando la parte trasera de sus jeans.

-Creo que debería ser yo quien ponga las condiciones -murmuró apartando al bailarín con porte de príncipe del colorado y ayudándole a levantarse.

-Ya ofreciste, yo acepté -Recordó cruzando su brazos, Agustín tenía sujetado a Federico de la cintura y con un brazo suyo alrededor de sus hombros. -¿dónde vivís? Así pido el uber.

-Es acá nomás, vivo en el barrio. -Indicó el de ojos claros comenzando a caminar junto a Fede. Valentín le siguió bastante impresionado por ese dato. -Podemos ir caminando.

-¿Seguro? -Preguntó el colorado mientras miraba las fachadas de las viviendas del barrio. -Mirá que es pesado.

-Puedo con él, además solo es un borracho cariñoso -Aseguró y los tres emprendieron viaje a la casa del de rulos. Las calles estaban vacías, sin ningún alma más que la de ellos, eran los únicos que las estaban transitando y, según les había dicho, era bastante seguro el barrio para poder despreocuparse un poco y no estar tan perseguidos.

Más allá de esas palabras, el recorrido fue silencioso salvo por los balbuceos casi inentendibles de Fede que caminaba sin ya ser agarrado por Agustín, "casi" porque Valentín podía captar algunas cositas en francés y si sus años en ballet no le fallaban, el chico iba diciendo pasos de la rutina.

Se quería reír, aunque le impresionaba la capacidad del chico que estando afectado por los efectos del alcohol lo que inmediatamente le salía eran cosas referidas al baile. Ni siquiera él estaba al mismo nivel de obsesionado en la danza clásica, al menos no al nivel de hablar en francés estando borracho. Bueno, no lo sabe, nunca se ha emborrachado a ese punto.

Como sea, era raro verlo a Federico perder la compostura como en ese momento, o desde que llegaron a la fiesta. El chico siempre se caracterizó por tener las cosas bajo control, sus expresiones, acciones, gestos, su propio cuerpo estaba en óptimas condiciones para los momentos de ensayo o audiciones de roles. Nada se salía del esquema estructurado. Incluso su voz al hablar era calma, sin utilizar volúmenes mayores o menores a los necesarios en una conversación, sus tiempos para intervenir nunca chocaban con los demás y ni hablar del color de su voz, lo suficiente grave, sin el tono aniñado que el mismo Valentín a veces seguía tenía. Y todo eso ahora estaba rompiéndose frente a sus ojos.

puntillas de pie a tu corazón {gialen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora