diez. el cisne colorado

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—Fede... —Murmuró Valentín y acto seguido frunció el ceño. —¿Qué hacés?

El bailarín parpadeó un par de veces, como despertándose de la ensoñación.

—Eh, yo... — Titubeó. En ese instante la puerta se abrió y la figura de su instructor apareció en el salón junto a sus demás compañeros, sus manos cedieron al peso del pelirrojo y lo tiró al piso en un ruido seco. —¡Perdón!

Aimar, su instructor, se acercó al par y ayudó a levantar al pelirrojo mientras daba instrucciones a los demás bailarines para que vayan poniéndose en posición.

—Me gustó su interpretación, repitanla.

Valentín sonrió ampliamente por el cumplido, significaba que sus esfuerzos para construir la química que pedían sus personajes siendo igual de pegote a Fede había funcionado. El más alto también sonrió contento, miró al más bajo antes de dejarle un apretón en el hombro y dirigirse con sus otros compañeros a esperar las siguientes indicaciones.

El ensayo comenzó como siempre, Fede apareció como el galante príncipe que solo quiere divertirse en el día de su cumpleaños, luego aparece Benno para entretener el festín y a su majestad, siempre estando a su alrededor. El elogio de Aimar le dio un gran impulso para dar su mejor performance y demostrar que puede tener roles mucho más importantes.

Interpretó su solo con excelencia, sin ninguna corrección del mayor, sus expresiones estuvieron en punto y obtuvo vitoreos de sus compañeros al finalizar todos sus pirouettes.

Entonces, la danza de las parejas llegó, era el momento de más tensión entre Federico y él, por lo que debían ahora asegurarle a su coreógrafo que habían logrado obtener el resultado que les pedía.

Con eso en mente, se repitió varias veces en su cabeza la historia que se había inventado de ellos dos; amigos que crecieron en la corte, uno destinado a servir de entretenimiento y el otro a gobernar, con tareas muy distantes, pero que los terminaban uniendo la soledad del castillo. También recordó las palabras de Agustín, sobre utilizar los puntos de admiración para sacar de sí su mirada de "amor".

A la vez que pasaba entre las parejas que interpretan la danza, sin quererlo su mente divagó en el delegado de su curso, como si fuese el príncipe. Imaginó que estaban en el aula apilando los bancos, la vez que Agustín le ofreció su mano cuando pensó que iba a caerse en uno de los tantos giros que hacía para practicar. Recordó la sensación cálida de sus manos rozándose mientras daba varios giros sosteniendo la copa de vino y el agarre de su compañero lo transportó al momento en la misa en que cayó sobre Agustín...

Alto, ¿por qué estaba pensando en Agustín?

—¡Valentín!

El pelirrojo parpadeó un par de veces, volviendo a la práctica y se encontró a sí mismo parado en medio del salón mientras sus demás compañeros continuaban la coreografía intentando no chocarlo y Fede esperaba que se moviera de su pecho. No quiso ni mirar a Pablo. Había arruinado un buen ensayo de su parte, todo por su mente traicionera que lo distrajo.

Continuó con los siguientes pasos, pero no tuvieron la misma precisión de antes. Para cuando finalizó su solo con Fede y se dirigió a uno de los costados a tomar agua. No iba a entrar hasta el siguiente acto así que tenía tiempo para volver a concentrarse y sacarse de su cabeza a su compañero.



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puntillas de pie a tu corazón {gialen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora