veintitrés. ser caballero o un príncipe

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Agustín salió de inmediato del aula y fue corriendo hasta Valentín que estaba subiendo las escaleras al piso de su curso. No iba a permitir que ese malentendido evite confesar sus sentimientos, mucho menos permitir que el pelirrojo tenga esa imagen de él, él no jugaba a dos puntas y mucho menos pensaba jugar con su corazón. Por el contrario, pensaba entregárselo para que hiciera con él lo que quisiera.

Bueno, pero para que suceda eso primero tiene que aclararle las cosas.

Valentín estaba por entrar al curso cuando lo logró alcanzar y le tomó de su muñeca, deteniendo su paso mientras sus demás compañeros entraban al aula. El colorado lo miró con sus ojos grandes llenos de sorpresa y sus pequitas eran levemente camufladas por el sonrojo creciente de sus cachetes.

—Agus —Le susurró con su ceño fruncido, viendo a todos lados. —¿Qué hacés? Mirá si nos ve...

—No estoy saliendo con Eli —Dijo de golpe, más fuerte de lo que hubiese querido, pero en ese momento era lo que menos le importaba. —Ya no.

—¿Eh? —La mano de Valentín se puso sobre la suya.

—Cortamos antes del UPD. O sea que ya no había nada entre los dos, cada uno en la suya

—¿Pero por qué me lo de...?

—Quiero aclararlo —Explicó y ahora se venía la parte difícil, decirle todo lo que sentía por él. —Quería decírtelo para evitar malentendidos futuros y también porque...

—Alumnos, vuelvan a su hábitat —La voz de la profesora de Biología lo sorprendió grandemente que pegó un saltó en el lugar, mientras sentía que su corazón se le iba a salir.

¡Lo interrumpió en el momento más importante de todos!

—¡Profe! ¡Casi me mata del susto! —Se quejó Agustín llevando una mano a su pecho exageradamente.

—Hace rato que terminó el recreo, vaya entre —Le ordenó también adentrándose al aula. Agustín asintió desganado y cuando se giró a ver a su amigo, quien ya estaba ubicado en su asiento asignado.

De mala gana se dirigió a su banco y con un pesado suspiro se sentó al lado de Fran, quien lo miraba divertido y con mucha curiosidad. El rubio había estado viendo toda la escena llevada a cabo en los pasillos de su piso. Realmente Agustín y el Colo eran muy graciosos.

El delegado se recostó sobre su pupitre como un cachorrito que recién fue regañado y se quedó echado ahí soltando suspiros tristones. La profe había arruinado su gran declaración y ahora tenía que ver otro momento para contarle sus sentimientos.

Lo que tampoco era malo, podía planificar algo más grande y mágico, que a Valentín lo deje sin palabras, que sus cachetes se pinten de rosa por lo impresionado que se sentirá y le besará en sus labios como prueba de que ambos estaban destinados a estar juntos.

Sí, eso tenía que planificar.

¿Pero qué podía hacer? ¿Qué podría impresionar a Valen?

De inmediato sacó una hoja de su carpeta y empezó a escribir. A Valen le gusta bailar, es su vida, podría planificar llevarlo al teatro a ver un ballet en cartelera. Tal vez podrían ir después a un restaurante a cenar juntos. Debería conseguir flores, tendría que investigar cuáles eran sus favoritas. ¿Le gustarán los bombones? ¿Chocolates? También podría conseguir una caja y le escribiría una carta con su puño y letra. Él amará todo eso.

—¡¿Por qué no querés ir?! —Se escuchó a través del aula, en la otra punta justo donde se sienta el grupo de Valen. —¿Acaso no vivís en el teatro?

puntillas de pie a tu corazón {gialen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora