veintidós. (romper) el hechizo del lago

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Valentín abrió lentamente sus ojos y miró a su alrededor mientras frotaba sus ojos con sus puños. Entonces notó que no estaba en su habitación, el cuarto tenía pósters que no eran suyos y el escritorio tenía una montaña de ropa distinta a la suya. Tampoco el acolchado era el mismo, tenía un escudo gigante de San Lorenzo y… estaba en el cuarto de Agustín, sobre su cama y sin ropa.

De inmediato saltó de la cama y se miró al espejo que estaba colgado en la pared.  En ese instante, un dolor incipiente en su cabeza lo golpeó. Por algo él no salía, no tenía mucha resistencia y encima que no comió nada en la previa, era obvio que le iba a pegar rápido. 

Bueno, seguía con sus boxers puestos, pero tenía chupones en su cuello y varios moretones en sus piernas, para ser más específicos tenía manchitas rojizas por sus muslos.  

¡¿Qué había hecho anoche?! 

Sabía que había bebido antes en la casa de Ari, luego en lo de Agustín se bajó casi dos jarras de fernet, estuvo charlando con sus amigas cerca de la pileta y ahí todo se volvió algo borroso. Recuerda, Valentín, recuerda.

A ver, recuerda que Nacho le preparó la segunda jarra, luego intentó besarlo a la fuerza y él se intentó defender. Debía tener un imán de closeteros sino no se explica por qué se le pegan esos. Encima el estúpido le dejó doliendo su muñeca. Tenía una venda en su muñeca… Esperen, ¡Agustín le curó la muñeca!

Agustín fue quién saltó en su defensa, recuerda eso clarito. Apareció de la nada y le pegó una buena piña a Nacho, luego los dos subieron a su habitación y… 

¡¿Se acostó con Agustín?!

Antes de ponerse a contestar todos sus interrogantes y putearse a sí mismo, buscó su ropa que seguía esparcida por algún rincón del cuarto, se agachó y encontró su short tirado en suelo, al lado del escritorio, que afortunadamente seguía guardando su celular que estaba desbordado de llamadas perdidas de sus amigas. A la mier… no les avisó nada y deben estar recontra preocupadas.

El reloj decía que eran las siete pasadas, y faltaba casi una hora para entrar ya que, como era el primer día de clases, iniciaban más tarde la jornada. Tenía tiempo para encontrar su camisa, de la cual no había rastro por ninguna parte. ¿¡A dónde corno la lanzó anoche!? 

Ay no, encima si cogieron con Agustín debió ser que ambos estuvieron bien en pedo. Para el colmo, se metió con uno con novio. Sos un boludo, Valentín, no debías pensar con la cabeza de abajo era la de arriba.

De seguro luego le va a decir que todo fue un error, que nada de eso debió haber pasado y que fue un desliz. Todo esto era karma por lo de Fede, si no hubiese sido tan pelotudo no estaría metido en una situación como esa. Mentira, no debió beber tanto. De hecho, debió haberse quedado en su casa y dejarse de joder.

Lo peor es que no se acordaba de nada, si tan solo supiera cómo había sido…

—Despertá, Valu. En un rato salimos…

Estaba buscando debajo de la cama cuando escuchó la puerta abrirse y se congeló en su lugar.

—¿Valen?

Lentamente alzó su cabeza por el borde de la cama y se encontró con el gato infiel con el que se encamó -Agustin, para ser más específicos- parado en medio de la habitación comiendo un sanguchito de miga, mirándolo con curiosidad. De inmediato se tapó su torso desnudo con el acolchado. Sí, la verdad le daba vergüenza que lo vea de ese modo.

—Agus, hola —mierda, realmente le ponía nervioso. —Yo, eh, estoy buscando mi camisa. No la encuentro.

El ojiverde se acercó a él y por inercia retrocedió golpeando su espalda con la mesita de luz y la pu, su espalda baja dolía.

puntillas de pie a tu corazón {gialen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora