1998

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El Gran Premio de Bélgica del 98' fue el primero que pudo ver en primera persona después del nacimiento Max. Estuvo muy ocupado con la maternidad y en aprender cosas nuevas que incluso se unió a un club local donde enseñaban todo sobre cuidar a un bebé; le miraron raro al principio por ser un hombre, pero según fue haciéndose conocer empezó a hacer un lugar en el mismo por su cuenta.

Spa-Francorchamps, un circuito terrorífico si se lo preguntaban. Pensar en las curvas como Eau Rouge o Radillion le hacían volver a sentir la adrenalina que alguna vez tuvo al correr por ellas y ahora, casi dos años más tarde, podía volver a pisarlas, aunque fuera como espectador esta vez.

Su hijo tenía 11 meses exactamente aquel 30 de agosto de 1998, ya no era una cosita pequeña y redonda, ahora estaba un poco más grande, más inquieto y curioso. No podía tener un día de tranquilidad desde que el rubio comenzó a gatear, queriendo seguirlo a todos lados y queriendo comerse cualquier objeto que veía, ¿un control remoto? lo mordía, ¿un pedazo de tela de la cortina? la mordía, ¿las etiquetas de alguna prenda de ropa? las mordía.

Simplemente Max Emilian Verstappen. Un nombre que ocasionó muchas peleas cuando su esposo supo de este. Fue difícil pero en el fondo le resultó divertido, era algo que no podía cambiar sin su permiso o hasta que Max fuera mayor y por el momento se regocijaba en ello.

Jos, además de su leve (mayor) reproche, no hubo muchos cambios al Jos sin sin hijos, siguió siendo frío y estricto, de vez en cuando se llevaba a Max con él a hacer karting (y le pedía tener mucho cuidado), otras veces podía llegar y gritarles a ambos si veía al pequeño sucio para luego encerrarse en la habitación. Un bipolar de mierda. El que más sufría de aquellos desplantes emocionales era Max, que terminaba llorando siempre entre balbuceos y Sergio no podía hacer más que pedirle perdón y sentirse culpable.

Ahora, iban en auto rumbo a Lieja, provincia hogar del circuito. Su esposo ya se encontraba ahí desde las prácticas por lo que solo serían él y Max en el auto. Era solo un viaje de una hora y tantos minutos así que podía tomarse su tiempo. Puso a su bebé en un conjunto cómodo, con un camisón blanco junto con un overol naranja y una pequeña campera negra y llevó unas cuantas mantas en caso de que un mal clima azotara la zona.

Preparó la mochila con eso y añadió biberones y fórmula de leche, quería que su pequeño comenzará con otras alternativas ya que parecía estar aferrado a su leche materna.

Por su parte, se arregló normalmente, pantalones y buzo junto con unas zapatillas deportivas. Algo cómodo y sencillo.

—¿Listo Maxie?

El rubio solo le sonrió y comenzó a patalear en su sitio con anticipación.

—Anda, vamos.

Salieron de la casa y se pusieron en marcha. Manejó por Martelarenlaan, la calle principal de Hasselt que conducía hacia la avenida Koekerellenpad que se encontraba ya en las afueras. Dio una vuelta por Leopoldplein/Sint-Truidersteenweg y por fin pudo dar con la salida a la E313, la interestatal que conectaba a las ciudades mayores de Bélgica. Todo seguía siendo muy confuso para él, pero ver la autopista de dos carriles y el cartel gigante color azul con la palabra "Liege" le hizo saber que estaba por el camino correcto e iba a llegar a su destino sin problemas.

Puso una estación de música al azar y condujo preparándose mentalmente para lo que le esperaba en Spa. Muchas viejas caras. ¿Qué haría si se encontraba con alguien? ¿Cómo les hablaría? ¿Ellos lo recordarían? ¿Lo extrañaron como él a ellos?

No, no podía pensar en eso. Tenía que estar para Max y su pareja; intentaría lo posible por pasar desapercibido, no ser reconocido tanto por sus ex colegas como los intensos periodistas de media tabla.

Veía cada tanto por el retrovisor, su Max andaba con un chupete y lo miraba con atención. Todo el viaje estuvo con sus ojos grandes siguiéndolo. Le agradaba la tranquilidad que su hijo tenía a la hora de un viaje en auto, se quedaba callado nada más al sentir el cambio de marcha y movimiento constante de la máquina.

Estuvo así por unos minutos, cantando música en español que recordaba con gran nostalgia ya que no podía escucharla por las radios. Jos no le permitía ni siquiera comprar un disco por lo que de vez en cuando y en su ausencia, las cantaba él mismo.

Ik Houd Van Je, MamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora