2002 (2)

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Los germánicos llevaron a los tres invitados en su auto, el que conducía Michael. Se llevaron muchos ojos de por medio al intentar salir; todos preguntando por el ex piloto y Sergio solo podía lamentarse porque sabía que Jos se iba a enterar.

Sus hijos parecían congeniar mucho con los hijos de sus amigos, se había perdido de mucho, los cuatro se trataban como hermanos. Parecían conocerse de toda la vida y ni Jos como ambos niños le habían comentado nada al respecto.

—Y como te decía cariño, este de acá me sacó de copas y nos pusimos mal. Tanto tequila me mató ese día.

El rubio le observó por el retrovisor, guiñándole el ojo con diversión.

—Ni decir de cómo te pusiste a cantar canciones de Modern Talking mientras besuqueabas una foto de Corinna.—Los colores en el rostro de ambos adultos le hicieron gracia. Era cierto, fue en su "despedida" de soltero al que invitó a toda la parrilla, incluyéndole por ser su nuevo compañero.—Bramabas que no sabias que habías hecho para tener a alguien como ella como tu prometida y llorabas pensando que te iba a dejar plantado en el altar si encontraba a un nuevo amor en dos días.

—Eso no se dice.—Siseó sonrojado queriendo tapar su cara con sus manos ocupadas.

Contaron más anécdotas para estar al tanto de la vida del otro entre los tres durante el resto del viaje al hotel donde los europeos estaban y como pensó, un edificio bastante lujoso y muy seguro por la cantidad de guaridas que les abrieron las rejas traseras del estacionamiento privado.

Bajaron del auto y Corinna le pidió que cargase a Mick.

Tener al menor en sus brazos le derritió el corazón, el nene de tres años era muy adorable, y se veía que crecería para ser la copia de su padre.

—Hola pequeño.—El ojiazul le miraba curioso, no conocía a aquel extraño que para su sorpresa, olía muy bien y le era muy bonito.—Me llamó Sergio.

—Mick.—Deletreó su nombre después de decirlo y como el niño que era sus manos chocaron con las mejillas trigueñas llenas de pecas del mexicano.

—¡Mick, eso no se hace!—No hizo caso a los reclamos de su madre y continuó tocando las mejillas, con Checo alejando los dedos de sus ojos porque quería picarle.

Sus dos polluelos iban detrás peleándose por tomar la mano disponible, María intentaba tener la atención de Jane y hablar de todos los juguetes que tenía en su casa en Alemania y de cómo se los prestaría cuando estuvieran de regreso. La pareja recogía las cosas del auto y Michael le dejó las llaves a un hombre encargado mientras tomaba su trofeo.

—¿No tenías que cambiarte?

—Es verdad. Pero ahora es lo de menos.

La familia Schumacher estaba alojada en una suite que parecía más casa que habitación de hotel, era gigante. El piso de mármol y pilares de un blanco esclarecedor contrastaban con los muebles estilo oriental, dándole un toque elegante y hogareño por muy raro que sonase.

Victoria se había dejado hacer y fue con Gina a jugar a la pieza de la pareja y Mick pidió que lo bajase para jugar con Max pero el belga parecía molesto con el menor porque le miraba con desprecio. Su carita estaba roja y su ceño fruncido era una clara señal de ello.

Michael le hizo sentarse y pidió servicio a la habitación ya que tenía mucha hambre y se sentó en el sofá aledaño para quitarse la mitad de su traje y gorra. Por su parte, el latino removió su bufanda roja de su cuello para doblarla y ponerla en su regazo.

Se quedaron viendo unos segundos hasta que sintió el tirón en la manga de su buzo, era Max de nuevo.

—¿Qué sucede Maxie?

Ik Houd Van Je, MamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora