2009 (3)

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Fue una tarde en la que no se sintió bien y decidió dar un paseo en solitario. Su hija seguía jugando, esta vez al tenis, en la pequeña cancha y Corinna los acompañaba.

Iba a ser casi una semana y en vez de recomponerse se volvía un poco más miserable y culpable. Culpable de arrastrar a sus sobrinos y amiga a algo que en realidad ellos no tenían porque pasar. Igual a su hija.

Seguía lamentándose su toma de decisiones pero decidió que listo o no lo haría.

Camino admirando la belleza de las calles de Puerto Vallarta, llegando no mucho después a aquella casa que alguna vez llamó hogar. Ahora que le prestaba atención, desde afuera no se veía cambiada, la fachada seguía igual, lo único diferente era la cantidad de vegetación que pasaba la valla.

Se quedó mirando al portón y alzó su mirada en busca de cámaras o algo similar, sintiéndose más relajado al no encontrarlas.

Dio unos cuantos pasos hacia la prieta de metal y con sus nudillos tocó levemente el portón. Casi inaudible. Y claramente no recibió respuesta.

Volvió a tocar con más fuerza, inhalando y exhalando en súbita profundidad y esperó después de golpear cuatro veces.

Se removió al escuchar unos pasitos y entre más resonaban, más se estaba arrepintiendo. Quiso correr pero el portón se abrió.

—Buenas tardes, ¿qué necesita?

Era una mujer de mediana edad, cabello rizado y negro. Llevaba un uniforme y se dio cuenta que era una empleada.

—¿Es...es esta la vivienda de los Pérez?—Tragó aun nervioso.

La mujer enarcó una ceja ante la pregunta.—¿A quién busca?

—Yo...eh...no, solo soy un conocido. Uhm.

—La señora Marilú se encuentra en casa más no el señor Pérez, ¿es a él con quien desea hablar?

Hasta la señora se extrañó por cómo el cuerpo del hombre se tensó ante la mención de sus jefes. Y también el hecho de que tenía cierta resonancia con ellos. Reconocía cierto parecido con aquel hombre.

—No, yo, tal vez es mejor irme.—No quiso sonar grosero pero ya se estaba arrepintiendo.

—No, por favor. Déjeme ir por ella.

—¡No, no, no!—Levanto sus manos y se acercó para detener a la mujer.

La tomó con fuerza por inercia, no contando con que asustaría a la mujer y esta gritaría lo más que sus pulmones pudieran. Su gorra terminó cayéndosele en el proceso.

—¡Espere!—La sostuvo más y se alarmó al voltear y ver a los pocos transeúntes parar sus andadas y ver con extrañeza la escena.

La mujer no parecía querer detener sus gritos, inclusive cuando Sergio aligeró el agarre en las manos de la señora.

No tardo mucho en que otros trabajadores de la casa llegaran, dos hombres que se veían que lo querían golpear.

—N-no quise, es-

—¿Quién es usted?—Dijo uno de los hombres.

—Yo solo estaba, uh, quería...—No podía explicarse.

Esperó el golpea, el empujón o un simple grito que le dijese que debía salir del patio de la casa, con todo el forcejeo que tuvo con la empleada terminó entrando a tropezones al patio de la que fue su antigua casa.

Seguía igual como lo recordaba, un camino de piedra y un mediano jardín lleno de flores que su madre siempre amó y cuidó.

—¿Qué pasó aquí? Mi nieto está descansando y se despertó por todo el ruido.

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⏰ Última actualización: Aug 28 ⏰

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