2006

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Aviso: Abuso marital, se recomienda discreción.

Una tarde nevada en Maaseik, Max había salido de la escuela preocupado pues ni su madre ni Jos habían ido a recogerlo a él y a su hermana; quien lo había hecho fue su abuelo Frans que había llegado de emergencia.

Al cuestionarle el hecho, el canoso dijo que el latino se sentía mal, que estaba enfermo y que su padre lo cuidaría.

Aquello soltó alarmas y pidió ser llevado a su casa.

—No, Max. Te puedes enfermar. Los voy a llevar a mi casa, su abuela preparó una gran comida.—A pesar de no llevarse bien con su yerno, la abuela de Max y Jane los amaba, y algo que en cada visita hacia enojar al mayor de los hermanos era que siempre que los veía decía cosas mordaces hacia su mamá, y para nada indirectas.—También estará tía Gerda y sus hijos para que jueguen.

Negó recordar dando la situación más reciente que había vivido en el cumpleaños de su tía, la casa de sus abuelos había sido el lugar donde se había celebrado y en la mesa de todas las mujeres y a la que Sergio fue invitado forzosamente.

—Me alegra que mis nietos se parezcan a nosotros, no me imagino como serían si se parecieran a ti.—Dijo entre en medio mientras hablaban de sus pequeños.—No te lo tomes personal cariño, solo juego, ¿verdad Maxie?—Intentaba "remediarlo" para después reírse al ver la cara de incomodidad y la mueca forzada que intentaba pasar como una sonrisa.

Odiaba a esa mujer.

Su tía era igual que esa mujer anciana, un dolor de cabeza. Si no fuera tan pequeño golpearía a ambas por cada insulto degradante de ellas hacia su mamá.

—¡No, yo quiero ir con mi mamá!—No deseaba dejarlo solo ni tampoco comerse los comentarios mordaces de la mujer mayor, hasta su abuelo sabía que le incomodaban pero parecía darle igual porque después de todo "era su abuela."

—Max, no grites.—Tenía paciencia pero no la suficiente como para aguantar las rabietas de su nieto.—No iremos hasta mas tarde.

—Tengo que cuidarlo.

—Tu papá lo está cuidando, ya cálmate.—Eso pareció enfurecer mas al niño porque empezó a empujar a su abuelo, distrayéndolo del volante.—¡Emilian, detente!

Como no lograba hacer "razonar" a su abuelo no se le ocurrió otra cosa que tomar el volante y tirar de él a la izquierda, yéndose contra el tráfico que iba en sentido contrario. Al estar en invierno, las calles de encontraban con una cantidad severa de nieve por lo que de milagro, Frans logró frenar antes de estampar el vehículo contra un faro, tomó el volante para dar una vuelta tan cerrada que los neumáticos chirriaron contra el hielo, asustando más con el sonido de diferentes cláxones.

Los transeúntes del lugar estaban igual de espantados que los tres pasajeros del auto.

Max escuchó a su hermana llorar desde el asiento trasero y eso pareció abrir su trance y poder mirar la realidad de lo que había hecho.

—J-Jane.

La niña seguía sin poder parar, pidiendo a su mamá por lo asustada que estaba ya también porque no traía su cinturón puesto terminó yéndose de lleno a la parte trasera del asiento del piloto. Golpeando su cabeza.

Frans no dijo nada y solo bajo la ventana hacia los otros vehículos que se encontraban parados y pidió perdón con la mano para terminar de dar la vuelta e ir de regreso a la casa de su hijo. No había necesidad que quedarse y seguir estorbando, de todos modos no había ningún daño.

Que pensaran lo que pensaran.

Llegaron al porche de su hogar y el silencio de su abuelo pareció terminar porque le tomo del pelo y lo sacó del auto mientras le maldecía.

Ik Houd Van Je, MamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora