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Aviso: Abuso marital, se recomienda discreción.

Estaban Sergio, Max y Victoria de visita con Frans Verstappen, suegro y abuelo, respectivamente, de los tres. El hombre mayor había sido, al contrario de su esposa e hijos, el ser más dulce que había conocido (ahora después de Max y a Victoria y sin contar aquel incidente donde jura que su hijo lo incriminó).

El mismo le abrió las puertas a su hogar a pesar de los reproches de su familia. Apoyó la relación de su hijo con él desde el primer momento y lo apoyó a él cuando las cosas se salían de control con Jos.

Tenía todas las cartas para convertirse en un ser querido de Sergio.

—¡Pasen, pasen, las chicas no se encuentran!—El hombre mayor se hizo a un lado y les dejó pasar, extendiéndole a Sergio y a Max un par de pantuflas. Al terminar de ponérselas abrazó por los hombros al menor y cargó a Max quien gritó "abuelo" mientras reía.— Sergio querido, que bueno que estás aquí.

Sergio se acomodó el fleco mientras sonreía viendo a Max patalear en el aire feliz de ver a su abuelo.—Tenía mucho tiempo sin verlo, señor.

—¡Abuelo!

—Ay pero que niño más grande.—El hombre mayor se encargó de cerrar la puerta por Sergio, cuando volteó nuevamente miró al trío con una sonrisa de oreja a oreja.—¿Cómo estás Maxie?—Estaban en el nuevo milenio y no faltaba mucho para que el pequeño cumpliera tres años.

—Bien abuelo, ¡ya casi cumplo años!

—Lo sé, Max. ¿Cuántos cumples?—Le preguntó al mismo tiempo que se ponía frente a Sergio y lo invitaba a pasar a la sala de estar.

Max pareció pensarlo un rato y cuando tuvo la respuesta, ansiosamente mostró tres dedos de su manos derecha, mirando emocionado a su abuelo y a su madre.—¡Tres!

—¡Pronto llegarás a la edad de este viejo! —se apuntó a sí mismo.

—¡No!—Se cruzó de brazos como indignado por ser comprado. —¡Yo no! ¿Verdad mami?

Solo en ocasiones en las que necesitaba su buen visto para salirse con la suya le llamaba "mami" (lo cual era muy seguido). Esta vez decidió seguirle la corriente, quería continuar viendo esa sonrisa traviesa.

—No, tú eres más joven.

Aquello logró que Max mirara a su abuelo con orgullo y Frans solo pudo entornar los ojos divertido de la situación. Bajó a niño que salió corriendo con su mamá, el cual le entregó una mochila de colores pequeña, donde contenía las cosas más indispensables para un niño de tres años: juguetes.

Mientras tanto, Frans se acercó a ver el bulto que Sergio traía en brazos, y toqueteando las mantas pudo lograr ver una carita pequeña con los ojos cerrados.—¿Es esta mi otra nieta?—El contrario asintió, extendiéndola de su pecho para que el hombre mayor tuviera más espacio para verla. Frans no tuvo la oportunidad de ver a Victoria cuando nació. No por que no quisiera o pudiera, él se encontraba en Europa cuando dio a luz. Fue más por el desagrado que Jos tenía hacia su padre desde el incidente y como una manera de embarrárselo en la cara no le permitió verla como si lo hizo con su madre y hermana.

—Lo es, saluda Vicky.—Su pulgar surcó por la tienes mejilla de la niña, la cual al sentir la textura callosa de este, abrió los ojos, dejando ver dos zafiros azules. Igual que Max, Victoria había nacido con bastante cabello y lucía igual a los Verstappen. Los ojitos se posicionaron en él a pesar de que Frans le habló con una voz aguda para llamar su atención.—Saluda a tu abuelo.

La mirada de curiosidad se pasó al mencionado que con una mirada le pidió a la pequeña, Sergio no pudo negarse y se la entregó con cuidado.

Frans admiró a la bebé por un tiempo, el cual Max aprovechó para irse con su mamá.

Ik Houd Van Je, MamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora