La rubia entró a su casa con un nudo en la garganta, no habia entrado aquí desde hace más de un año y todo el lugar le recordaba a su mamá.
Le dolía que ya no estuviera aquí recibiendola como solía hacerlo.
Continúo caminando hasta llegar a las escaleras deteniéndose a ver el jardín, pero sin atreverse a cruzar esa puerta de vidrio mientras un recuerdo doloroso invadía su mente.
—Mamá, mamá, mamá ¿A qué no sabes? ¡Obtuve el protagónico lo logramos mami!
Entró corriendo emocionada por mostrarle a su madre el traje y vio que la puerta del jardín estaba abierta, ella siempre estaba allí pues amaba las flores era su pasatiempo favorito cuidarlas así como hablarles con amor.
Pero se quedó en shock por unos segundos al verla tendida sobre el césped sin moverse.
Cuando reaccionó fue corriendo pero ya era tarde, esa maldita enfermedad había acabado con su vida.
—No, mamá por favor respira despiertate chiquita te necesito no me abandones no me dejes sola con papá, él no me quiere -estaba arrodillada junto a ella llorando como jamás había llorado en su vida- Mami por favor no te vayas yo te amo.
El dolor que sentía era interno como si presionaran su pecho y la dejaran sin aire, así permaneció junto a ella llorando junto a su cuerpo hasta que su padre llegó del trabajo haciéndose cargo de todo.
Ninguno de los dos volvió a cuidar el jardín como ella y hasta evitaban salir o comer afuera pues les recordaba ese evento trágico.
Ahora el lugar estaba descuidado con césped quemado y ya no quedaba ni una sola flor pues todas se secaron con el tiempo.
Ahí estaba la chica de tan solo 18 años sin ninguna expresión en su rostro, cualquiera diría que le daba igual o no le afectaba la situación pero había aprendido a no demostrar sus sentimientos por nada del mundo.
Walter entró con las maletas de ambos y miró a su hija de espaldas, él sabía perfectamente lo que había pasado en ese lugar pero prefirió no decir nada sobre ese tema para no afectarla.
—Yo también tenía mucho sin venir, hasta eh pensado en vender está casa.
Paige se volteo rápido y negó repetidas veces desesperada.
—¿Venderla? No por favor papá no lo hagas te lo suplico, dejamela a mi yo quiero quedarmela.
—Pero Paige no creo que sea buena idea...
—Por favor.
Volvió a suplicar y el hombre termino accediendo pues no quería iniciar una pelea en ese momento además ella tenía el derecho de decidir si querer quedarse con la casa o no.
—Esta bien como quieras, ve a dormir un poco el viaje fue pesado, yo iré arriba a darme un baño.
Subió las dos maletas y la hija lo siguió no quería seguir viendo el jardín por más tiempo.
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Pies En Punta
RandomDos hermosas bailarinas, una es fuego, otra es aire, una baila con amor con sentimiento, otra con técnica y concentración. Siempre han sido rivales pero ahora deberán bailar juntas y aprender una de la otra. Del odio al amor solo hay un paso.