❁⁎✬⁂【:.72.:】⁂✬⁎❁

35 3 2
                                    

Tragando saliva, pesadamente, dando un paso atrás, Shaina trató de no perder la compostura cuando hace no mucho, no hizo más que llorar por no tenerlo con ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tragando saliva, pesadamente, dando un paso atrás, Shaina trató de no perder la compostura cuando hace no mucho, no hizo más que llorar por no tenerlo con ella.

Tenerlo cerca para hacerla reír contando chistes estúpidos como por ejemplo el "miedo" que decía tener hacia su fuerza amazónica.

Cerca para abrazarlo furtivamente cuando dormían juntos "por accidente". O para regañarlo por no pelear en serio durante sus entrenamientos.

Tenerlo cerca para admirar sus lindos ojos y masculino perfil.

Tenerlo cerca para sentir que, con él, no tenía que endurecer su alma ni reforzar una armadura emocional que durante muchos años le lastimó al obligarla a retener todas sus emociones, sólo por pelear al lado de Athena.

Hecha piedra, Shaina no supo si sentirse mal o peor cuando lo vio desviar la una, muy triste mirada a su vientre abultado.

¿Lo sabía? ¿Acababa de darse cuenta?

¿Qué era lo que pasaba por su cabeza?

Shaina sintió un hueco demasiado grande en su corazón, hacerse todavía más inmenso, al verlo... no enfadado... no alterado. No decepcionado. Sólo triste.

Un deseo ferviente de abrazarlo la envolvió. Ansiaba verlo sonreír, pero sabía que no tenía derecho de rogar siquiera por ello.

Ahora que lo notaba bien, Milo se veía cansado, con unas notables ojeras bajo sus ojos, algo opacos. El cabello descuidado y... dioses... ¿qué tanto sabía de esto? ¿Cómo o por quién se había enterado si es que algo sabía? ¿Haría sido Athena o el Patriarca? ¿Y desde cuándo Milo sabía de su estado?

¿Por qué estaba él aquí?

No abrió la boca para nada, tuvo que tragarse la amargura de verlo dudando por primera vez desde que se conocían. Milo estaba extendiendo un poco su mano, esa que ella rememoraba acariciando sus mejillas cuando él creía que ella dormía, en dirección a su vientre.

—¿Puedo? —susurró más devastado de lo que Shaina hubiese podido imaginar.

El anhelo y el miedo en sus ojos azules provocaron en Shaina un nuevo odio hacia sí misma, en respuesta, no pudo hacer más que asentir con la cabeza.

Con cuidado y lentitud, él prosiguió.

Su mano abarcó el centro de su barriga, y como si alguien ahí adentro supiese quien era, se movió sobre los dedos de él ocasionando que Milo soltara un suspiro debido a la sorpresa, más no se alejó sino más bien sonrió tranquilamente, como si aquel movimiento le diese un nuevo sentido a su vida.

—Serás fuerte —le dijo Milo acariciando con el pulgar el estómago de Shaina, quien no pudo hacer más que cerrar la boca y mirar la primera interacción con admiración sin soltarse a llorar.

Este momento no le pertenecía a ella. Definitivamente no.

El corazón de Shaina latió fuerte mientras recordaba una vez más la anécdota del viejo maestro. El niño que, sin importarle las consecuencias, protegió a unos pequeños huevos de pájaro en un árbol durante horas. Ese niño que ahora podía sentir una parte suya siguiendo los movimientos de su mano con una emoción completamente nueva dibujada en su rostro.

𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓼𝓮𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓐𝓶𝓪𝔃𝓸𝓷𝓪 | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora